Existe una práctica consolidada en las empresas en virtud de la cual es mejor trabajador aquel que «más horas echa», lo que viene siendo aquel que más horas se pasa sentado en su silla, aunque sea mirando un punto fijo al infinito, jugando al solitario a la granja del Facebook o leyendo el Marca. Parece que la calidad del trabajo se mide en grados en función de la temperatura que alcance el tejido de la silla en contacto con el culo de quien la ocupa.

La inefable María Dolores de Cospedal, que de trabajar sabe un rato porque acumula cargos como quien colecciona cromos, ha venido a ahondar en esa tesis: En España hay que trabajar más horas.

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Pues no. No hay que trabajar más horas. Hay que trabajar MEJOR. Las horas que pasamos en el trabajo tienen que rendir más, que no es lo mismo.

Numerosos y solventes estudios vienen avalando desde hace años la tesis que indica que cuantas más horas pasamos en el puesto de trabajo, la capacidad de concentración baja, la productividad se resiente y por el contrario aumentan la irritabilidad y el mal humor. Incrementar el número de horas en el trabajo, como propone doña Cospedal, va directamente ligado al descenso de la productividad y de la calidad en el trabajo.

Lo que hay que lograr, y aún andamos en ello, es que los empleados rindan a tope durante todas las horas que pasan en el trabajo, o al menos el máximo número de ellas. Una buena organización del trabajo, objetivos realistas, atención a las necesidades vitales y orgánicas de los empleados (que un trabajador de una cadena de montaje, por ejemplo, no pueda ir al baño hasta que suene el pito no debe ser muy sano que digamos), canales de comunicación interna eficaces, retener y potenciar el talento interno con incentivos (que no tienen que ser necesariamente económicos) en lugar de con amenazas y coacciones. Pero no espero que lo entiendan porque precisamente la reforma laboral aprobada hace unos días por el Partido Popular va en línea díametralmente opuesta a lo que aquí propongo: aumento de la jornada, modificación de condiciones, cambios de horarios, bajadas de sueldos, y si no te gusta ahí tienes la puerta. A ver si te has creído que esto es la NASA o Silicon Valley.

Existen toda una serie de mejoras en las organizaciones, sencillas y económicas de implementar o incluso conllevarían un ahorro de costes (sería larguísimo detallarlas aquí) que contribuirían a mejorar sin duda la productividad sin necesidad de alargar hasta el infinito el número de horas «trabajadas». Y si la capacidad de concentración baja del umbral mínimo aceptable, no es ni sano ni productivo seguir alargado la jornada laboral.

Si lo sabré yo, que cuando trabajaba para DMR Consulting (hoy Everis) no nos permitían salir de la oficina hasta las 3 de la madrugada (y solo solo tras mucho suplicar) y a las 9 o antes teníamos que estar de vuelta y frescos como una lechuga… Y así durante meses, no hay cuerpo que lo aguante. No sé si la señora Cospedal tiene en mente un modelo tan radical, aunque sospecho que tiene bastante claro que con cinco millones de parados, hay carnaza suficiente para alimentar la maquinaria.

Nunca se insistirá suficiente en que un empleado motivado es un empleado productivo y comprometido, mientras que un trabajador encabronado… Pues no lo es. Y no lo será por muchas horas que pretendas tenerlo atornillado a la silla. Es que es tan básico que da hasta vergüenza tener que repetirlo a estas alturas. ¿Esas cosas no las enseñan en ESADE ni en los másters MBA? Pues deberían.

5 comentarios

  1. Como me gustan tus post, que frescura. Estoy de acuerdo con que hay que producir mejor, pero no creo que nos podamos permitir producir menos. Es una cuestión de calidad y de cantidad. Las dos suman.

    España no es una isla y no podemos empezar la casa por el tejado. Hemos tenido la increíble suerte de pertenecer a un club que nos ha puesto el ajuar, nos ha amueblado el piso y nos pagado la entrada. Además estábamos todos los fines de semana y noche sí, noche no, cenando en el club. Claro teníamos pisazo, mueblazos, Audi del carajo y un nivel de vida de la leche con un sueldo de mil euros, mas los mil de la pareja. Cuando el club cambió las reglas, nos bajaron el sueldo y la pareja perdió el trabajo, nos pusimos a clamar por tamaña injusticia.

    España tiene un problema de competitivad y de competencia. Sobre todo pensando que nuestros competidores son China, Alemania, Chile, Angola o Estados Unidos, pero sin olvidar que tenemos que arreglar la casa también, al mismo tiempo. Nuestras multinacionales han construido modelos muy sólidos gracias a que nosotros hemos pagado recibos imposibles, hemos pagado las fiestas de las prejubilaciones y subvenciones que habría que ver si una empresa que gana dinero a espuertas debería acceder a ellas, o dejarla para las que realmente las necesitan.

    Nos ha costado 20 años darnos cuenta de que esto no es Finlandia. Enhorabuena ahora es el momento de ver que somos realmente y como podemos convertirnos en un país nórdico, sin hacer mudanza de medio millón de kilómetros cuadrados.

    Lo que hacen algunas consultoras y otras empresas inoculadas con la gripe americana, no es el modelo habitual. Pero ahí reside la injusticia cuando no funciona la competencia interna, cuando se premia a los golfos y otros no pueden acceder al mismo tipo de contratos, los trabajadores están atrapados en condiciones imposibles.

    El horizonte, en este tipo de consultoras, la zanahoria, es un puesto mejor, con un sueldo mayor y condiciones también mejores. Si no ascienden, la experiencia adquirida te servirá para acceder a un trabajo mejor o montarte algo por tu cuenta. Pero hay gente que vive unas condiciones tan terribles, o más, sin ninguna posibilidad de mejora.

    http://www.tontos.com/blog/182-me-dieron-ganas-de-pegarle-una-hostia-pero-me-aguante

    Somos privilegiados.

    Y no creo que el tema regulatorio lo vaya ni a complicar más, ni a solucionar. Es la ley de la oferta y la demanda, poder acceder a un trabajo con mejores sueldos y condiciones, lo que hace que las empresas avancen y mejoren las condiciones de los suyos. No hay ningún otra fórmula, a golpe de decreto ley eso no se consigue, porque leyes tenemos para aburrir, pero no se cumplen. Es más necesitamos menos regulación y más competencia.

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