Cuando gobernaba Aznar, los manifestantes eran pancarteros que ladraban su rencor por las esquinas.

Cuando gobernaba Zapatero y todos los meses había manifa en Madrid, había que escuchar «la voz de la calle».

Y ahora que gobierna Rajoy los manifestantes quieren ganar en la calle lo que no ganaron en las urnas, hay que atender a la mayoría silenciosa y eso de escuchar a la calle es propio de rojos y gabachos. Joder con el doble rasero, ¡es que ni disimulan!

¿Y todo por qué? Porque la Audiencia de Madrid ha dictaminado que los escraches no son delito: forman parte del ejercicio de la libertad de expresión. Pues ahí lo tienen: Ana Botella diciendo a los jueces que mudos y sordos están más guapos, y Esperanza Aguirre ciscándose en la separación de poderes y enviándole un recadito a su «amigo» Gallardón, ahora que es Ministro de Justicia, para que no consienta que los jueces se le despendolen y dicten sentencias, ¡oh cielos!, ateniéndose al derecho constitucional.

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