2015 fue el año en que decidí que el periodo de hibernación cual marmota había estado bien, pero ya era hora de desperezarme y luchar por lo que creía justo. Aunque me dejara la piel en el intento.

En 2015 me perdí y me reencontré. Conocí cómo el rencor y la rabia pueden ser la gasolina que mantiene en marcha el motor, aunque no sea capaz de hacerlo durar mucho tiempo. El enfado me agota y el odio me seca. En 2015 he conocido que la energía para mantenerlo el odio vivo de forma permanente en la memoria me consume demasiadas energías, y necesito esas energías para poner en marcha cosas que me hagan feliz.

En 2015 tuve que elegir entre el dinero y la justicia, y elegí buscar una justicia de final incierto. La reparación es imposible pero era la única vía que me iba a permitir dormir por las noches con la conciencia tranquila sabiendo que hice todo lo que estuvo en mi mano.

2015 es el año en que he llorado más veces de alegría, y casi ninguna de tristeza. En 2015 me habéis sacado lagrimas de emoción y me habéis puesto un nudo en la garganta. Los «te quiero» más sinceros que he pronunciado en mi vida no los han oído ninguno de mis novios: los han oído mis amigos.

2015 es el año en que he decidido abrazar mi ñoñería con pasión y disfrutarla sin que me importe una mierda lo que digan los demás. He comprendido que soy fuerte, pero ni soy dura ni quiero serlo. Me gusta el rosa, me gustan los peluches, me gustan las princesas y las sirenas, quiero más a mi perra que a muchos humanos con los que me cruzo a diario, y estoy harta de pedir permiso y de pasar por el aro.

En 2015 he iniciado un nuevo camino. No sé a dónde voy, pero sé que quiero disfrutar de cada paso. No quiero tener siempre razón: quiero cometer mis propios errores y, a poder ser, aprender de ellos.

En 2015 he reencontrado a los amigos que siempre estuvieron ahí. Y espero estar a la altura cuando ellos me necesiten a mí. Me han dado el regalo más grande: una red de seguridad que me permite desplegar las alas y volar.

Empecé el 2015 como un polluelo pequeño y asustado, apenas consciente de su propio potencial. Y he ido desplegando poco a poco las alas, dando pasitos en ocasiones inseguros, he crecido, he ganado en seguridad, me miro al espejo y reconozco en el reflejo que me devuelve a una vieja amiga a la que creía haber perdido para siempre. Tras mucho tiempo escondiéndome del monstruito en el que me había convertido, ahora por fin me gusta lo que veo. Tengo mucho en lo que mejorar, qué duda cabe, pero estoy en paz conmigo misma. Me he perdonado por los errores del pasado y estoy lista para cometer errores nuevos.

2015 ha sido el año en que me he deshecho de corazas que pesaban más que protegían y me he dejado mimar. 2015 ha sido el año en que celebré mi cumpleaños acogida por Dani quien me llevó a hacer turismo en Cantabria, con noches de confesiones a la luz de las velas y una copa de vino. 2015 ha sido el año en que me llevé a José Luis y a su hija de mani feminista por Madrid, y él me acogió en su casa para reponer fuerzas. Y 2015 ha sido el año que decidí poner punto y final a las tradiciones navideñas y pasar los últimos días del año refugiada en casa de Cattz en Londres.

2015 ha sido el año en que he encontrado una nueva manada en la que me siento acogida. Un grupo de lobas que no juzgan, que me hacen reflexionar y replantearme muchísimas cosas que tenía absolutamente asumidas. Un grupo de mujeres fuertes individualmente, que luchan cada una por sobrevivir a sus propios demonios, y poderosas e imparables cuando estamos juntas.

Si 2014 fue el año en que lloré la pena por todo lo que perdí, 2015 ha sido el año en que doy gracias por todo el lastre del que me he librado, el año en que me he llenado los pulmones de bocanadas de libertad ante el futuro de posibilidades que se abre ante mí. 2015 ha sido volver a nacer, 2015 ha sido reencontrarme cuando estaba perdida. 2015 ha significado para mí volver a confiar pese a todas las hostias que me ha dado la vida.

2015 es el año en que me he enfrentado a mis demonios, y pese a las cicatrices, he salido victoriosa de la batalla. Creo.

2015 es el primer año en mucho tiempo en que he hecho lo que me ha dado la real gana, el año en que he decidido que aquí manda mi coño, y a quien no le guste, la puerta se abre para adentro.

2016 va a ser aún mejor. El miedo ha cambiado de bando.

4 comentarios

  1. ¡Enhorabuena! Pocos se dan cuenta a tiempo que el resentimiento reseca, obesiona y quema. Y magníficos cimientos para el 2016, seguro que será estupendo, besotes

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