Me resulta curioso cómo la experiencia personal de EL HOMBRE («pues entre mis amigos eso no pasa«) invalida la experiencia personal de todas las mujeres («pues a mí sí me pasa«, «a mí también«, «y a mí«, «y a mí«… y así hasta el infinito, da igual). La palabra de la mujer es sistemáticamente puesta en duda. Si hablamos de circunstancias tan dramáticas como las denuncias falsas, tenemos el teorema del MRA:
Toda denuncia por violencia de género es falsa hasta que se demuestre lo contrario. Y si se demuestra, también.
Cuyo corolario es:
A medida que una discusión con un MRA avanza, la probabilidad de que le hayan puesto una denuncia falsa a él o a un amigo/pariente cercano tiende a 1.
Ejemplo: condenado por sentencia judicial, autoproclamado víctima de denuncia falsa como el 90% de las denuncias por violencia de género. Con dos cojones y un palito. Lo típico: ella le humillaba, él es en realidad la víctima.

Lo que viene siendo acusar al juez de prevaricar y a su denunciante (y al 90% de las mujeres que denuncian) de cometer un delito, y quedarse más ancho que largo.
Su experiencia personal no sólo les lleva a invalidar nuestros argumentos y nuestras vivencias. En ocasiones las estadísticas tampoco les sirven («entre mis amigos eso no pasa, así que las estadísticas están mal«). Sobre el sexting y el hacer públicas fotos eróticas de mujeres me han dicho que el machismo no tiene nada que ver, que es simplemente mala educación y poca empatía. Ya, sí, de acuerdo, pero céntrate: estamos hablando de hombres que presumen de sus conquistas como trofeos de caza, y de que el estigma social de zorra es más acusado en la mujer, el hombre no lo sufre. Si eso no te parece producto de una sociedad machista, mira yo ya no sé. Pues me han contestado que si no tenemos informes y estadísticas de eso, entonces no es cierto.
Da igual, si EL HOMBRE dice que entre sus amigos algo no pasa, que él eso no lo ha visto, es que no pasa y punto.
O en el artículo de Lidia sobre el reparto de tareas domésticas. Incluyó dos gráficos sobre el reparto de tareas domésticas en las parejas en diferentes circunstancias y el número de horas que dedican por género a las tareas del hogar, gráficos realizados por Pablo Gracia y Joan García Román para Piedras de Papel (eldiario.es) a partir de los datos Encuesta española de uso del tiempo (2010). Pues tampoco les vale.
«En mi casa no pasa eso y por lo tanto las estadísticas están mal.«
«Pues en mi casa yo estoy en paro, mi mujer trabaja y no hace nada, la tengo como una reina»
«En mi casa yo friego los platos y hago la compra. ¿Por qué no me dais una medalla feminazis?«
Me dais mucha pereza.
Los que vienen a darnos lecciones. El típico hombre feminista que se pone en guardia cuando señalamos comportamientos machistas y que automáticamente lo atribuye todo a «la mala educación o la falta de empatía«. El típico hombre feminista que nos dice que «sois unas exageradas que veis machismo en todas partes«, curiosamente porque él no lo ve en ninguna, pero ¡eh! no vas a encontrar a nadie más feminista que él. O eso dice. El típico hombre feminista que nos viene a enseñar lo que es feminismo, a repartir carnets de feminista, como el feminismo es igualdad pretende que su voz cuente lo mismo que la nuestra en las opresiones que vivimos, decirnos lo que es feminismo y lo que no lo es, lo que es machismo y lo que no lo es, lo que es una opresión que vivimos las mujeres y lo que no lo es. Habría que matizar que aunque el feminismo sea igualdad, tu opinión cuñada no vale lo mismo que la de alguien con formación y experiencia sobre el tema de debate. ¿Espacios no mixtos? ¡Sexistas! ¡Discriminadoras! ¡Practicáis lo mismo que queréis combatir! Feminismo es igualdad, y eso significa que tengo derecho a meter mi polla donde me de la gana. Si no admitís hombres, ¿quién os va a enseñar a luchar correctamente por vuestros derechos y a hacer el feminismo BIEN? ¿No veis que vosotras solas no sabéis? Venga, vale. Voy a cenar sopa, ¿quieres meter tu heteropolla también?
Los «Yo no, no todos son así #NotAllMen» unidos a los «Y LOS HOMBRES QUÉ». El combo insufrible del «hazme CASITO, hazme CASITO, hazme CASITO, hazme CASITO». ¿Alguien propone que bajar el IVA de las compresas y de los pañales? Eso no son productos de primera necesidad, Y LOS HOMBRES QUÉ, que bajen también el IVA de las maquinillas de afeitar, claro que sí, es lo mismo. Y bajemos también el IVA de las cremas para los picores de la barba, que ningún hombre se sienta discriminado, por dios. ¿Una campaña para denunciar los cánones de belleza irreales y el tallaje desquiciado de la tiendas, que apuntala miles de desórdenes alimenticios, que afectan en un 90% a mujeres y un 10% hombres? Y LOS HOMBRES QUÉ, a ellos la talla 38 también les aprieta el chocho. Por cierto, lo que He-Man os vende no es un canon estético: es un modelo de masculinidad. De nada.

La depilación. Una mujer decide expresar públicamente su intención de no depilarse, y de repente es como si se hubieran abierto todas las puertas del infierno. Cualquier tío random que pasara por ahí cree que tiene el derecho de dar su opinión. Y la opinión de su polla, claro, aunque nadie la hubiera convocado:
– Qué asco
– Depílate guarra
– No te tocaría ni con un palo
– Con esos pelos quién va a querer follar contigo
– Qué poco higiénico
– Pareces un tío
¡Pareces un tío! Qué maravilla de argumento. ¡Santo cielo, una mujer que parece un tío! ¡Una mujer que cree que puede hacer con su cuerpo lo que le de la gana y que el resto no tenga nada que opinar al respecto porque ni les va ni les viene! ¿Qué se habrá creído? ¿Su cuerpo, sus normas? Habrá que ponerla en su sitio de inmediato.
Pero lo que me maravilla es el argumento de la higiene. Ha sido el porno desde finales de los 90 el que os ha convencido de que las mujeres no tienen pelos en el coño, de que los coños de mujeres adultas son visualmente muy similares a los de niñas de 7 años. Para vosotros, tíos heterosexuales, probablemente sí es más cómodo un coño sin pelos, pero de ahí a intentar convencernos de que es más higiénico y que lo decís por nuestra salud cuando precisamente el vello púbico es una barrera natural contra infecciones, va un trecho muy largo. Personalmente no admito consejos sobre higiene y depilación de ningún tío hasta que no demuestre fehacientemente que se depila los pelos del culo con cera.
Los que te exigen constantemente una actitud pedagógica, porque tenemos la obligación de educar a quien no sabe. Y a quien no tiene ninguna intención de escucharte también y solo intenta desgastarte por el mero placer de discutir, también. Porque si usas la ironía, el sarcasmo, incluso el cinismo, si te cachondeas del macho que ya te está hartando la paciencia, del macho que viene repartiendo carnets de feminismo y que pretende que su opinión cuente igual que la tuya sobre aquello que tú vives cada día y él solo puede imaginar de pasada si es que alcanza, el que considera que tu realidad diaria está sujeta a debate porque les hace gracia ejercer de abogado del diablo, entonces eres una mala feminista que le hace un flaco favor a la causa. Porque claro, todo el mundo sabe que #NotAllMen, pero #YesAllFeministHASTAELMISMISIMOCOÑODEAGUANTARTANTATONTERÍA.
Los que culpan a las mujeres de las agresiones que sufren. Si mandas fotos desnuda, sabes a lo que te expones. Si calientas, luego no te quejes. La mujer que le niega sexo a su marido también ejerce violencia sexual. Si sales de fiesta vestida de putilla, te estás buscando problemas porque los hombres son unos salvajes, unos simios que a duras penas logran contener sus instintos racionales de violar. Que no lo digo yo, que estoy misándrica perdida: lo dice Migual Dalmau en su columna del Diario de Mallorca. Y en vez de recomendar que esos simios irracionales no salgan de casa porque son un peligro, recomienda a las mujeres jóvenes que no les provoquen vistiéndose de putillas, que eso de pensar que tienen libertad para vestirse y para ir donde les de la gana son ganas de ir buscando problemas.

De verdad, yo quiero creer que no sois todos violadores, que los hombres no sois un peligro, que podéis controlar vuestros impulsos y que sois mucho más que simios salvajes. Pero con la semanita que me estáis dando, me lo ponéis muy difícil.


Los que atribuyen a las mujeres todos los males que provocan los hombres. El piloto de Germanwings que estrelló el avión en los Alpes el verano pasado, estaba de baja porque le había dejado la novia. El motorista fallecido en un accidente en Benicàssim, su novia le había denunciado por la mañana. Víctimas de la violencia hembrista.
¿Sabes ese cupo que tenemos de 30 hombres asesinados al año por la violencia hembrista? Pues ya hemos gastado uno.
Los que nos acusan de histéricas, de ver machismo en todas partes, de reaccionar de una manera desproporcionada. De creer que todos los hombres son violadores en potencia. Si nos protegemos, somos unas feminazis misándricas odiahombres que creemos que todos nos van a violar pero en realidad ningún hombre nos tocaría ni con un palo y vamos a morir solas y amargadas con una docena de gatos; si no nos protegemos, es que eres tonta, cómo te fías de los hombres si todos van a lo que van, si ya sabes que no pueden controlarse, si ya sabes cómo se pone ¿para qué le provocas?
Los que, en cambio, se sienten atacados en cuanto les respondes. Los que tienen una sensibilidad tan a flor de piel que llevarles la contraria es un ataque. ¡Llamen a la buambulancia, rápido! Los que creen que las feministas queremos dominar a los hombres y esclavizarles.
De todos estos especímenes vamos sobradas. ¿Dejáis alguna vez de contemplaos la polla y pensar que el mundo gira sobre su eje? Igual si os pillo en ese momento justo de incertidumbre en el que dudáis de que vuestro pene sea el eje del mundo, a lo mejor me sorprendéis y tenéis algo interesante que decir.
Y así con todo. Luego me llaman misándrica odiahombres. Estoy en un momento de mi vida en que, salvo raras excepciones, los tíos me caen mal. No es que yo sea misándrica: es que me tenéis hasta el coño. Siento que estoy en un momento de mi vida en que tengo poca paciencia para aguantar estupideces, no veo ningún motivo para pasar por el aro y lo que me ofrecéis a cambio no me convence: «Si sigues siendo tan feminista radical ningún hombre te va a querer, te vas a quedar sola y amargada». Pues vale, me compensa.
Falocéntrico. Cada vez lo tengo más claro: el universo es falocéntrico.
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