Autora: Rebekah Campbell
Autora: Rebekah Campbell

Una de las sensaciones más dolorosas que puede tener una víctima de agresión sexual es que encima la culpen de lo sucedido. Ya han pasado 14 años y Lucía, que hoy tiene 50 y ya es abuela, logró sin más ayuda que la de su familia deshacerse de esa tortura que la carcomía por dentro. El suyo fue un caso que en su día hizo correr ríos de tinta después de que el ya fallecido magistrado de la Audiencia de Barcelona Pedro Martín se negara a encarcelar al violador, pese a haber sido condenado a 26 años, hasta que la sentencia fuera firme. Durante meses Lucía tuvo que vivir con vigilancia policial mientras el hombre, que casi la mata de una puñalada en el cuello tras violarla atada a un árbol durante horas, seguía en libertad y visitaba con frecuencia al magistrado para asegurarle que estaba arrepentido y no lo volvería a hacer. Hoy, ese agresor disfruta de sus primeros permisos penitenciarios y duerme en casa de sus padres, junto al piso de Lucía.

El juicio supuso una nueva tortura para la mujer. “Sentí que me volvían a violar”, recuerda. Tomás Pardo Caro no eligió a cualquiera para defenderle. Contrató a Rafael Boronat Palacios, un abogado que dos años después fue condenado a 21 años por violar reiteradamente a una menor, disminuida psíquica. El letrado llegó a decir que su cliente sólo tenía intención de robar a Lucía, “pero no pudo modular sus impulsos” en una “situación equívoca y torticera”, ocurrida entre “un hombre joven” y “una mujer atractiva”. Sus comentarios no recibieron ninguna amonestación por parte del presidente de la sala, Pedro Martín.

Al contrario, “las veces que fui a verle a su despacho, cuando ya lo había condenado, se negaba a ordenar el ingreso en prisión del violador y me trató con desprecio, como si fuera la culpable de lo que pasó, y me recriminó que no tuviera capacidad de perdonarle”.

Podría parecer una historia de terror, pero es la vida de Lucía. Fuente: La Vanguardia.

Y es por estas cosas que me pone de muy mala hostia cada vez me habláis de denuncias falsas o de lo fácil que es meter a un hombre en la cárcel solo con el testimonio de la víctima porque no tienen presunción de inocencia.

¡Denuncia, mujer! Si no denuncias no podemos ayudarte… Y si denuncias, tampoco.

¡Denuncia, mujer! Si no denuncias no podemos ayudarte

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