Salir de una relación tóxica o marcada por la violencia de género no es fácil, es un proceso muy largo y una vez rota la relación, incluso cuando la violencia ya quedó atrás y es tan solo un vago recuerdo, la batalla sigue, esta vez contra ti misma. El que tu cabeza haya hecho ese «click» necesario para ponerle fin al maltrato, no te garantiza estar a salvo. La lucha para no recaer ahora será contigo misma.

Recuerdo el viernes en que ratifiqué el divorcio ante el juez. Fue el 5 de diciembre del 2014, víspera del puente de la Constitución. Hacía ya unos meses que decidí levantar entre mi exmarido y yo un muro de abogados para que no pudiera contactar conmigo. Muro que intentó saltarse en varias ocasiones con amenazas más o menos veladas de llevar el divorcio por las malas, y con chantaje emocional acusándome de ser fría como el hielo. Resistir no fue nada fácil. Me sentí muy orgullosa de mí misma por tener la fortaleza necesaria de mantenerme firme y no pasar por el aro, como había hecho siempre hasta ese momento.

Y aún así, el fin de semana anterior a la ratificación del divorcio me subía por las paredes, tres meses después de nuestra última comunicación directa sin mediar abogados estaba como una yonki con el mono buscando alguna excusa para llamarle, y tuve que pedir que me quitaran el móvil para evitarlo. Quería pedirle perdón. Yo. De nuevo. A pesar de todo.

El autosabotaje es un acto tendente a obstaculizar un logro a través de manipulaciones inconscientes dirigidas hacia uno mismo.

Buscar excusas y manipulaciones inconscientes para que tú misma, sin que él lo pida, quiebres tus propias barreras de protección y vuelvas a caer en la tela de araña de una relación tóxica o de maltrato, incluso cuando parecía que lo habías dejado atrás. Sabes que te hace daño, has pasado por eso un montón de veces y aunque creas que controlas, no es cierto, todas y cada una de las veces anteriores acabaste perdiendo el control y dejando que él dominara tu voluntad. Todo eso lo tienes claro, pero ahí vas de nuevo de cabeza. Un autosabotaje en toda regla.

 

Autora: Leila Amat
Autora: Leila Amat

 

Como todas las adicciones, las mujeres que han sufrido violencia de género también están expuestas a tener recaídas, incluso tiempo después. Y evitar el autosabotaje es vital para romper el ciclo de la violencia.

Contrariamente a lo que suele creerse, salir de una relación tóxica o de maltrato no es tan fácil como decir «te dejo» y a partir de ahí ya es todo fantástico y maravilloso. Romper una relación de maltrato implica nuevas reglas de vida, implica salir de aquello conocido y enfrentarse a la incertidumbre, salir sola a un mundo que se percibe hostil porque el maltratador te ha convencido de que sola no vales nada, de que nadie te va a querer, de que sin él no eres nada.

El autosabotaje es la manifestación de la reticencia a abandonar esa relación, el miedo al cambio y a salir de la zona de confort. Consciente o inconscientemente percibimos los cambios como un riesgo y nos sentimos más cómodas en lo que ya conocemos, aunque no nos guste, y de lo que de alguna forma hemos aprendido a manejar. Nos hemos instalado durante años en un estado de indefensión aprendida, y romper con eso no es sencillo. Por no mencionar la más que probable depresión con la que la víctima de violencia de género ha aprendido a convivir, y no, de una depresión tampoco se sale de un día para otro, no es tan sencillo como «¡anímate! ¡Sal a que te de un poco el sol!«. Salir de una depresión también lleva tiempo y esfuerzo personal.

Hace ya más de un año que me divorcié y desde entonces no había vuelto a tener contacto directo con mi exmarido. Hasta hace unas semanas en que él se puso en contacto conmigo otra vez, desde una cuenta de correo nueva y anónima. Yo ya no le intereso, es su exnovia quien ocupa ahora su atención, y si se ha tragado el sapo de contactar conmigo y exponerse a que le mande a la mierda (cosa que hice de inmediato) es porque quiere sonsacarme información acerca de dónde está ella escondida y ya no le debe quedar nadie más a quien recurrir. Spoiler: que te den.

No obstante, y pese a tenerlo tan claro, ha abierto la puerta. Como cuando llevas años sin fumar y un día te fumas un cigarro en una boda. Y la has cagado. Por eso llevo dos semanas jodida al cubo. Arrepintiéndome de no haber aceptado a quedar y escupirle en un ojo (excusa). O escribirle, quedar con él, lo que sea, y pedirle explicaciones por esos tres años en los que se ha estado burlando de mí. Sus explicaciones me dan igual, «su verdad» ya no me importa, me resbala completamente todo lo que tenga que decirme, ni siquiera me importa que me pusiera los cuernos más allá de la sorpresa y del choque para mi autoestima: yo que me creía tan lista y me ha estado tomando el pelo durante tres años. Todo eso me da igual. Es una trampa que me tiende mi cerebro para volver a verle. Autosabotaje.

 

Autora: Leila Amat
Autora: Leila Amat

 

Estoy fuerte. Sabía que esto podía volver a ocurrir incluso todo este tiempo después y estaba preparada, estoy resistiendo la tentación como una leona. Esto ha pasado más veces y he resistido, sé que esta vez también resistiré. Es demasiado lo que está en juego como para volver a caer. Pero es durísimo.

Esto no es una lucha contra él, esa batalla la gané al alejarme. Ahora es una lucha contra mí misma. En unas horas salgo de viaje, todo este tiempo he tenido eso en mente y me ha ayudado a cambiar el foco de atención por algo que me produce placer, por lo que la supuesta gratificación que me produciría ese encuentro con la que mi cerebro puede engañarme queda de algún modo desactivada. De no ser por este viaje y por mis amigas, me estaría subiendo por las paredes. Yo tengo la inmensa suerte de tener una red de seguridad muy potente, mis amigas me van a acoger este fin de semana y me van a dar muchísimo amor, sé que me voy a ver arropada y comprendida. Y si necesito llorar y liberar tensión, me abrazarán en silencio, compartirán mi dolor y llorarán conmigo. Y después nos tajaremos hasta quedar emocionalmente anestesiada.

Hace ya tiempo que conozco la estrategia que mejor me funciona para lidiar con esto: sacarlo fuera, vivir para contarlo. Escribir en primera persona, y si esta experiencia puede ayudar a alguien más, al menos habrá servido de algo. Y después de aclarar mis ideas lo suficiente como para escribir algo coherente, exorcizar mis demonios junto a mis amigos. Dejarme arropar por la gente que me quiere, quienes han estado ahí desde el principio sosteniéndome para no dejarme caer.

Si todo esto estuviese reciente, si aún tuviera la herida en carne viva, si no estuviera mentalmente preparada para esto, sería mucho más complicado. Probablemente cedería a las trampas que me tiende mi cerebro y volvería a caer. Cuando buscas una excusa para autosabotearte, la encuentras. Autosabotearte es hacerte trampas al solitario… para perder.

Si estás atravesando una situación parecida, haz sonar la alarma. Seguro que tienes a alguien a quien no le importa ir a buscarte, pasarse la noche contigo abrazándote, sacarte de casa para distraerte o estar 4 horas al teléfono (y las que hagan falta) hasta que se te pase. La estrategia de supervivencia la marcas tú. Pero da la voz de alerta. No te lo calles. No lo pelees sola.