Disclaimer: Artículo escrito con la colaboración de Sara Riot, que es mi referente particular en transfeminismo. Los aciertos son suyos, los fallos son míos. Adelanto que yo soy la primera que aún tiene muchas dudas en ambos campos, así que cualquier precisión o matiz al respecto es bienvenido.

 

Autora: Charlotte Grimm, aka Esprit Confus
Autora: Charlotte Grimm, aka Esprit Confus

 

Últimamente he leído a bastantes compañeras una duda recurrente: ¿qué diferencia hay entre el radfem (feminismo radical) y el transfem (transfeminismo)? Más allá de acusaciones de patio de colegio del tipo tú eres misógine / pues tú eres transfobe asesine. Vamos a intentar explicar en qué consiste cada uno y en qué se diferencian de una manera fácil (o, al menos, lo vamos a intentar).

Empecemos por lo más básico: considerar que el feminismo es un movimiento monolítico y carente de autocrítica es un error. El debate entre el feminismo de la igualdad y el feminismo de la diferencia lleva abierto desde los años 70. Mientras que el feminismo de la igualdad pretende conseguir la igualdad entre sexos, el feminismo de la diferencia es crítico con la idea de que las mujeres tengan que equipararse al estándar masculino y es por eso que la definición de la RAE según esta corriente es incorrecta: el feminismo de la diferencia NO ES una ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres, es un error de enfoque: es una ideología que defiende que hombres y mujeres deben tener los mismos derechos, que se parece igual pero no es lo mismo.

Mientras que el las activistas del feminismo de la igualdad desarrollan su actividad e influencia principalmente a través de un trabajo institucional orientado al objetivo de que las mujeres obtengan igual acceso al poder político que los hombres, las feministas de la diferencia se centran en poner en valor los valores asociados típicamente a «lo femenino» y reivindican que son igual de válidos. Por decirlo de una forma sencilla, las feministas de la igualdad quieren tener el mismo derecho a hacer las cosas que hacen los tíos, mientras que las feministas de la diferencia quieren tener derecho a no comportarse como un tío sin por ello ser tratadas como seres inferiores. Son enfoques distintos. Cuando Lidia publicó en Locas del Coño el post sobre mirarse con ojos de hombre, estaba hablando de esto mismo de forma implícita:

Hace unas semanas los Aliats del Feminisme me hicieron una entrevista sobre mi activismo en Locas Del Coño. Una de las preguntas que me hicieron fue sobre cómo empecé a interesarme por el feminismo. En su momento les respondí que me interesé por el feminismo desde la vertiente pro-sex, que quería follar mucho y con mucha gente y de muchas maneras, pero me revelaba contra la injusticia de que me fueran a tachar de guarra, zorra, puta si lo hacía.

Dándole vueltas pienso que me gustaría rectificar mi respuesta. Creo que entré en el feminismo debido al Transtorno de la Conducta Alimentaria que arrastro desde hace casi 12 años. Desde siempre me impongo a mi misma la mirada masculina. Mi cuerpo está aquí para despertar el deseo masculino, no sé verlo de otra manera.

No sé valorar si me gustan mis ojos, mis labios o mi figura si no es desde la perspectiva de los hombres que vayan a mirarme. Si encajo con los cánones de belleza, premio. Si no, castigo. Soy incapaz de mirarme sin hacerlo con ojos de hombre, sin valorarlo en función de cuanto le voy a gustar a un hombre heterosexual.

Del feminismo de la igualdad (quiero follar igual que los hombres sin que me califiquen de zorra, puta o guarra porque ser una mujer) al feminismo de la diferencia (quiero ser yo misma y hacer lo que me da la gana sin que nadie juzgue mi comportamiento en función de mi género). Son dos planteamientos distintos. De feminismo pro-sex y los diferentes enfoques hablamos en otra ocasión, y también tengo pendiente una entrada sobre prostitución, probablemente con más dudas que certezas (gracias a las compas de Aprosex que se han ofrecido a aclarar mis mil millones de preguntas). Las diferencias entre el radfem y el transfem son también diferencias de enfoque, solo que centradas en el género.

 

Autora: Isabela Bubola
Autora: Isabela Bubola

 

Algunos conceptos explicados de forma muy muy muy básica para entender de qué hablamos.

  • Una persona cis: es una persona que se identifica con el género que le fue asignado al nacer. Dado que al nacer, por norma general y salvo casos de intersexualidad, se nos asigna un género atendiendo a la apariencia externa de nuestros genitales, una mujer cis es una mujer que nació con vagina, leída por la sociedad como mujer por sus caracteres sexuales secundarios y que se identifica con el género femenino; mientras que un hombre cis es un hombre que nació con pene, leído por la sociedad como hombre por sus características sexuales secundarias y que se identifica con el género masculino. En Testo Yonki, Preciado utiliza la terminología «biomujeres» y «biohombres».
  • Una persona trans: es una persona que no se identifica con el género que le fue asignado al nacer. Una mujer trans es una mujer que nació con pene pero no se identifica con el género masculino, mientras que un hombre trans es un hombre que nació con vagina pero no se identifica con el género femenino. Esto es completamente independiente de cómo la sociedad les lee, de si han decidido hormonarse, de si han tomado la decisión de operarse para modificar su apariencia física y/o sus genitales, de si padecen disforia o no. El sexo no determina el género.
  • El sexo: Cuando hablamos de sexo nos referimos a los genitales, a las características sexuales secundarias, a los cromosomas XX o XY.
  • El género: es el papel, rol o diferenciación creada por la sociedad. Los roles son construcciones sociales que establecen los atributos que cada sociedad considera que debe de tener una persona dependiendo de su sexo, y que por lo tanto varían de una cultura a otra. En nuestra cultura occidental se dividen en género masculino y femenino, siendo este binarismo de género precisamente uno de los aspectos más criticados desde el transfeminismo y la teoría queer.

Teniendo estos conceptos en cuenta, intentaremos explicar la diferencia de enfoque en cuanto al género que proponen el feminismo radical y el transfeminismo. Ambas corrientes feministas cuestionan el género, pero desde diferentes puntos de vista.

El radfem teoriza que el género es un constructo social y propone abolirlo, que no nos condicione en nuestro día a día y tenerlo en cuenta únicamente en aquellos aspectos en los que no nos podemos sustraer a aquello con lo que nacemos, por ejemplo en términos médicos las asignadas mujeres al nacer tenemos una serie de patologías médicas potenciales que los asignados hombres al nacer nunca tendrán. Yo por ejemplo nunca tendré cáncer de próstata, es un hecho, da igual el género con el que me identifique.

El transfeminismo propone abolirlo sino cuestionarlo, por decirlo de algún modo. Me cuesta mucho manejarme con los términos del transfeminismo, lo confieso, y por eso acudí a Sara para que me orientara. Testo Yonki me pareció un texto complicadísimo artificialmente, pero la idea es, creo, hackear el género, que deje de tener las implicaciones que tiene, huir del binarismo hombre/mujer y abrirlo a todo el espectro de posibilidades. Como tenía muchas dudas acerca de cómo definir el transfeminismo sin meter la pata, le pedí a Sara que me echara una mano, su explicación en los dos siguientes párrafos:

El transfem no propone abolir el género… más bien jugar con él como constructo social que es. Es decir, considerando el género no como binarismo (hombre vs. mujer) sino como un constructo social y un continuo trazado entre masculinidad y feminidad, en el que no importa tu genitalidad, puedes tener un género sentido y expresado que no sea uno u otro, sino un juego, vaivén o un punto entre estos dos , que además cada cual entiende a su manera, aunque haya ideas arquetípicas alrededor de ellos. Lo que sí pretende abolir es la relación de la genitalidad (sexo) con el género.

A partir de esto que he explicado, que se enmarca en la teoría queer, el transfeminismo incluye a personas que no necesariamente son mujeres en la opresión patriarcal. Y por lo tanto hace del feminismo algo transversal más allá de lo históricamente considerado «mujer». El patriarcado oprime pues a todas aquellas identidades que salen del binarismo, considerando el binarismo de género como la primera de las violencias de género, que nos obliga a través de la genitalidad a situarnos en «nuestro lugar»—> opresores u oprimidas

 

Autora: Liat Aharoni
Autora: Liat Aharoni

 

Algunas notas a pie de página para la reflexión:

Al radfem se le acusa con frecuencia de ser tránsfobo. Teniendo en cuenta que tuvo su origen en los años 70, raro sería que no lo fuera. El primer feminismo americano era abolicionista de la esclavitud, pero mucho me sorprendería que no encontráramos algunos tics que hoy nos parecerían racistas incluso en las delegadas que volvieron indignadas del Congreso Antiesclavista Mundial de 1840 en Londres que tuvieron que seguir las sesiones tras una cortina porque el Congreso no reconoció su presencia. Por no mencionar la homofobia que podríamos encontrar en muchos párrafos de textos escritos por sufragistas de las primeras décadas del s. XX si nos pusiéramos a buscar. Conviene tener en cuenta que la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud no eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades psiquiátricas hasta 1990. ¿Y os sorprende encontrar transfobia en textos escritos 20 años antes por feministas radfem?

He comentado antes que Testo Yonki me pareció un texto artificialmente complicado, con un lenguaje enrevesado de forma innecesaria, que falla estrepitosamente como texto académico y también como ejercicio literario. En este hilo de twitter recopilé algunos pasajes subrayados cuando lo leí que me parecieron particularmente llamativos, por no decir directamente problemáticos. Sirva un pasaje como ejemplo:

Lo que no resulta explicable hoy, en una situación en la que la inferioridad política de las mujeres se oculta tras una aparente igualdad legal, es por qué no hay una masa de biomujeres que trafican y consumen testosterona para acceder a la posición hegemónica. Quizá, simplemente, las biomujeres no quieren el poder, prefieren seguir teniendo excusas para no triunfar, para no ganar más dinero, para no tomar decisiones por sí mismas, para no dirigir los países en los que habitan, para no ser las únicas responsables de su placer sexual, de su mediocridad o de su éxito. Por supuesto, la masculinización hormonal no es el único modo de acceder al poder político, pero sería en todo caso el más rápido (…)

La testosterona aplicada a un cuerpo de mujer distorsiona la relación de un cuerpo con la línea del tiempo y su valor en el mercado heterosexual.

Entiendo su experimento con la testosterona y el hacking de género me parece un concepto muy intereante, pero no comparto para nada este razonamiento. Es más, me pone los pelos de punta un tipo de feminismo en el que para tener los mismos derechos que los hombres, tengamos directamente que convertirnos en hombres. Si tengo que hormonarme en pos de la igualdad, no es mi revolución.

En la exposición fotográfica de Mar Perla sobre construcciones identitarias en tránsito también me di cuenta, en la parte de relaciones, que las parejas de larga duración en que una de las personas de la pareja que transita y otra se adapta al cambio, la persona que se adapta, independientemente de la orientación sexual, es siempre siempre siempre una mujer cis. En caso de parejas «hetero» es siempre la persona leída como hombre quien transita a mujer trans y la mujer cis quien se adapta; y en parejas que se formaron como lesbianas lo mismo (obviamente). Luego había en la exposición parejas que se han formado después o bien en la que ambos miembros son personas trans asignados o del mismo o de distinto género al nacer. Pero aún no ha encontrado una pareja de larga duración en la que sea el hombre cis quien se adapta al tránsito de su pareja, ni gay ni hetero. Me pareció un aspecto sobre el que reflexionar.

 

Autora: Liat Aharoni
Autora: Liat Aharoni