Mujer sola viajando por el mundo #2 Marrakech: mi experiencia y consejos

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Es el cuarto viaje que hago sola totalmente o en parte, y cada vez me gusta más esto de viajar por mi cuenta. La libertad de recorrer una ciudad a mi ritmo, de planificarme sin tener que negociar qué ver y qué dejar para una próxima ocasión. Claro que viajar sola también tiene sus inconvenientes, aunque el balance me compensa. Hasta ahora había viajado sola por Europa (Bruselas, Budapest y Londres). El último viaje ha significado salir de mi zona de confort : salir de Europa por primera vez y plantarme yo sola en Marruecos, sin hablar una palabra de francés. Cultura, idioma, religión, país y continente diferentes.

Empezamos bien

Volaba el domingo pasado a Marrakech y desde que reservé el viaje fui de susto en susto.

Tras mucho mirar, consultar, comparar, darle vueltas, me decidí por el Riad Dar Limoun Amara: tiene muy buena pinta y en conjunto muy buenas valoraciones en TripAdvisor, la mayoría de las opiniones que he leído valoran la amabilidad del personal del hotel, y para ser alojamiento con solo 7 habitaciones, es un punto a tener muy en cuenta. Por lo que he visto me ha parecido un hotel tipo Riad pequeñito y coqueto, la ubicación me convenció porque está en la Medina al lado del famoso palacio de la Bahía de Marrakech, a 10 minutos caminando de la plaza Jemaâ el Fna y el palacio de ElBadii y a 15 minutos en un paseo de la mezquita de Koutoubia. Tiene wifi y una terraza con solarium que tiene pinta de ser una maravilla y la decoración no parece la típica de un decorado de cartón piedra.

 

Todo estupendo y maravilloso, hasta que entro en la web del hotel y me encuentro con este mensaje que me deja ojiplática perdida, y que transmite cualquier cosa menos tranquilidad: «sitio web cerrado por no pagar las facturas» {icono de la flamenca}.

 

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Como intuyo que el mensaje lo ha colocado un webmaster troll que quiere cobrar y me conozco yo bastante bien el panorama, decido cerrar los ojos y fingir que no he visto nada. Hasta que me llega un maravilloso mensaje de Atrapalo que maldita la gracia que me hace. Overbooking en el hotel para unas fechas en las que no son en las que yo voy a viajar, y además al hotel no le consta el localizador de la reserva. ¿Qué está pasando?

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Llamo al departamento de reservas de hotel de Atrapalo, y me confirman que he recibido ese mensaje por error, que en mi reserva está todo bien y que no me preocupe por nada. Joder, son ganas de ponerme de los nervios. Ya me veía durmiendo debajo de una palmera.

Dejando de lado que reservé el vuelo en un horario en el que no había transporte público para llegar desde Sabadell hasta el Aeropuerto, y que estaba allí a las 4 de la mañana sin haber dormido apenas desde el día anterior, el resto todo bien.

Primera toma de contacto

La llega al hotel desde el aeropuerto fue relativamente sencilla, desde el aeropuerto hasta la Medina hay unos 15 minutos en taxi. Me pedían de saque 20€, lo que es UNA BARBARIDAD. Por 150 dirhams te pueden llevar sin problema, incluso por 100 si aprietas un poco. Yo estaba cansada por el madrugón y sin muchas fuerzas, la verdad. Un transfer contratado desde el hotel cuesta 15€ y te ahorras tener que discutir el precio con el taxista. Me compensa.

Lo que encontré al llegar… Bueno, no era todo tan divino como en las fotos, pero no estaba nada mal. Un riad pequeño, coqueto, una casa de huéspedes clásica llevada por unos marroquíes encantadores, súper atentos, la verdad es que me hicieron sentir muy cómoda, casi como en casa.

 

¿La pega? Las callejuelas de la Medina son un laberinto. Es difícil ubicarse en google maps, que en ocasiones no tiene toda la precisión necesaria, y si además tienes mi nulo sentido de la orientación, la cosa se complica bastante. He tenido momentos de sentirme como un hamster en un laberinto, con esas callejuelas pequeñas y estrechas que no tienen salida.

 

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Algunos consejos al llegar

  1. Conseguir una SIM marroquí. Lo primero que recomiendo nada más bajar del avión, aparte de cambiar euros a moneda local si no lo has hecho antes de salir, es conseguir una SIM marroquí de prepago. Yo me hice con una de Moroco Telecom por 50 dirhams con llamadas + 50 dirhams por 5GB, aunque en los 5 días que estuve allí usando a saco google maps, twitter, facebook, instagram y correo, no llegué a consumir ni 300MB. Moverte por las callejuelas es un horror, y aunque la precisión en google maps en ocasiones esté algo traída por los pelos, me ha ahorrado un montón de situaciones poco agradables.
  2. La hospitalidad no es gratis. Las callejuelas son un laberinto, y si te ven con cara de perdida van a salir hasta de debajo de las piedras gente que se ofrece a llevarte caminando hasta el riad, y te pedirán dinero por ello. Incluso si te ven mirando la pantalla del móvil, también te preguntarán a dónde vas y te intentarán llevar para conseguir que les des unas monedas. A mí el taxista me dejó en una plaza ya que por las callejuelas de la Medina no podía llegar hasta el alojamiento, y me dijo que un chico que se había acercado al taxi me acompañaría hasta el hotel. Este chico me tuvo como 10 minutos dando vueltas por las callejuelas, me dejó en la puerta de una casa particular más perdida que un pedo en un jacuzzi, agotada y con sueño. Cuando me di cuenta de que nadie abría y que el número de la casa ni siquiera coincidía con el del hotel tuve que intentar volver a la calle principal y orientarme. Pedí ayuda a un hombre que estaba sentado en la puerta de un hotel esperando que me diera unas mínimas indicaciones y otra vez me llevó a dar vueltas y más vueltas por las callejuelas sin rumbo fijo, sin saber dónde iba. Le dije que no le iba a pagar, todavía no tenía SIM y no tenía activado el roaming, orientarme fue una tortura, así que intenté volver a la calle principal, localizar algo que me sirviera como referencia y llamar al hotel. Uno de los chicos que trabaja en el riad, muy majo, me vino a recoger. Lo cierto es que estaba a tres alles de dónde me había dejado el taxista, pero me llevó un día y medio tener la suficiente soltura y seguridad como para moverme por las calles de la Medina sin miedo a perderme.
  3. Visitas que acaban en tiendas. Y es un puto horror. Si se ofrecen a acompañarte es probable que te cuenten algunos datos curiosos, como me ocurrió a mí con mi guía improvisado hasta la sinagoga y en la excursión improvisada en moto hasta la fábrica de piel natural. Si te acompañan a cambio de las gracias (que se pronuncia algo así como «xucram»), te esperarán a la salida y te acompañarán hasta una tienda donde esperan que compres algo; si contratas un guía o una excursión, también te llevará a tiendas o cooperativas donde todo supuestamente sale más barato. A mí la verdad no me apetecía lo más mínimo gastarme el dinero en souvenirs y tener que regatear me hacía sentir bastante incómoda, así que conseguí quitármelos de encima en estas tiendas con relativa facilidad.
  4. Llevar moneda y billete pequeño. De las dos situaciones anteriores, una última recomendación: llevar suelto en monedas y billetes pequeños, o de lo contrario estás vendida. La consigna local es sacarle pasta al cliente como sea, y llevar dinero encima es convertirte en presa fácil para gastar más de la cuenta.

 

Turismo cultural

Cuando viajo a un lugar nuevo, me gusta pasear por las calles, salir de las rutas para turistas, hablar con la gente… Aunque, por supuesto, no me libre de visitar los lugares más emblemáticos de la ciudad, esos que conoce todo turista que haya pasado por la ciudad tres días pero que la mayoría de los autóctonos probablemente no hayan visitado aún. Piénsalo, seguro que en tu ciudad hay unos cuantos sitios así que los turistas no dejan de visitar y que tú aún no has visto por dentro. En particular me gusta visitar las iglesias y los lugares más representativos de la cultura de cada país que visito.

  • Palacio Badjí / Bahía

La construcción del palacio Badjí llevó más de una década y fue llevada a cabo por el gran visir del sultán Abdelaziz, Si Moussa. A finales del siglo XIX quedó en manos de Abu Bou Ahmed, un esclavo negro que llegó a ser visir. Éste ayudó a llevar al palacio a su máxima expresión. En las 8 hectáreas de extensión que tiene el palacio se ubican 150 habitaciones que dan a diversos patios y jardines. La parte más interesante del Palacio Bahía es el harén de las 4 esposas y las 24 concubinas de Abu Bou Ahmed. Estaba llamado a ser el palacio más impresionante de todos los tiempos, sin embargo actualmente todas las habitaciones están desvalijadas y la visita que puede realizarse es a una parte pequeña, no hay apenas explicaciones sobre la visita y las que hay están en francés, por lo que vale mucho la pena contratar un guía local. La entrada cuesta solo 10 dirhams.

  • La sinagoga de los deportados

El barrio judío está muy cerca del Palacio Bahía, en él viven actualmente unas 230 familias y en una de sus estrechas callejuelas se ubica la Sinagoga Salat Alzama, construida en 1492 por los judíos expulsados de España por los Reyes Católicos. Es una sinagoga pequeñita y en parte convertida en museo con una escuela talmúdica en la parte superior, y un centro comunitario y un museo en la planta baja.

  • La mezquita de Koutoubia

Es el monumento más destacado de Marrakech y la mezquita más importante de la ciudad. Fue una de las mayores del mundo islámico cuando finalizó su construcción en 1158. Con sus 70 metros de altura se puede observar casi desde cualquier punto de la ciudad y es un buen anclaje como punto de referencia. Al igual que en el resto de las mezquitas de la ciudad, la entrada está prohibida a los no musulmanes, por lo que me quedé con las ganas de verla por dentro. En los alrededores de la plaza podrás pasear por unos bonitos jardines en los que ofrecen el servicio de paseo en calesa tirada por caballos por las calles de la Medina. Sobra decir que pasé ampliamente de estas atracciones con animales para turistas vagos y estúpidos..

  • Hammam

Imposible marcharte de Marruecos sin haber visitado unos baños árabes. Dice la leyenda popular que en los baños árabes (que a diferencia de los que hay en España están segregados por sexo, no como los de aquí que son mixtos y casi siempre te encuentras las típicas parejitas hetero metiéndose mano sin disimulo) te bañas desnuda y las mujeres se dan masajes unas a otras. A mí me pone directamente de los nervios pensar que me toque una persona desconocida, así te lo digo, así que elegí un hammam que me daba pinta de ser bastante occidentalizado, más con pinta de SPA profesional que de baño árabe típico. Que me conozco y hay cosas que no me van en absoluto.

El Hammam Ziani se anuncia como tradicional, aunque me da la sensación de que se parece más a un SPA español que a un baño árabe. La atención fue exquisita, el precio (propia de tapadillo incluida) más barato que en España, y la sala de vapor y el masaje con barro me dejó como nueva después de un día de no parar de caminar.

 

  • Valle de Ourika

Entre las excursiones que se pueden organizar en Marrakech, de un día o varios, yo elegí visitar el Valle de Ourika. También quería visitar Essaouira, pero ese día me desperté con dolor de muelas y decidí que no era buena idea alejarme demasiado, cuando además al día siguiente ya volvía a casa. En cuanto a los precios, sin negociar demasiado te pueden bajar al 50% el precio de las excursiones sobre la tarifa marcada: en grupo pequeño, en una minibús con un guía la visita a Ourika me costó 150 dirhams y a Essaouira (aunque al final no fui) costaba 200 dirhams. Comimos en un pequeño restaurante bereber junto al río un menú de primer plato, segundo plato, postre, bebida, pan y té por 135 dirhams.

Por el camino, una breve parada para montar en dromedario hasta el río y volver, un paseo de menos de 20 minutos pensado para que los turistas se hagan la foto típica y que, honestamente, no entiendo qué pinta. Yo no soy animalista, como carne y no veo problema en la utilización de animales por necesidad o por trabajo, pero ¿por diversión? No, ahí no le veo el punto. Si me dijeras que vamos a cruzar el desierto del Sahara, sí que entiendo que utilicen camellos o dromedarios quienes no disponen de todoterrenos, pero hacer un caminito para turistas lo encuentro ridículo, así que no subí.

El camino hasta las cascadas tiene una dificultad para niños, de hecho nuestro guía lo hizo en tejanos y náuticos. Menos de una hora triscando de roca en roca, pasando por numerosos puestos de artesanía (¿cómo no?) hasta llegar a una cascada de agua helada donde el guía se tumbó a la sombra a descansar (estaba de ayuno por el Ramadan) mientras el grupo nos refrescábamos un poquito en el río y casi pierdo los pies de la hipotermia. De vuelta, y tras comer junto al río, la inevitable visita a una tienda de productos artesanales y a una casa bereber.