Lleva varios días el ilustre periodista, escritor y Presidente de Plataforma de las Clases Medias Enrique De Diego aclarándonos cómo el feminismo está destruyendo la civilización tal y como la conocemos y cómo en España ningún hombre mató nunca a su esposa hasta la llegada del feminismo porque este era un país de damas y caballeros.

 

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Veréis, este tiene un nombre. Sí, troll también se le ajusta bastante bien, porque de una persona inteligente y formada como Enrique de Diego no me creo que realmente crea que la violencia de género sea un fenómeno de los últimos 40 años y que antes de los 80 no existiera, sin duda lo hace para provocar. De alguien licenciado en ciencias de la educación presupongo que es capaz de diferenciar entre que se produzca un hecho y que ese hecho sea noticiable y ocupe espacio en los medios de comunicación. A un periodista de su talla realidad le presupongo perfectamente capaz de diferenciar entre realidad cotidiana y noticias. Quizá soy yo quien se equivoca y estoy apreciando sus capacidades muy por encima de lo que son en realidad. Creo que todo esto lo dice simplemente para provocar, generar polémica para que respondamos, atraer tráfico a su web y con esto lograr repercusión para su nuevo medio, motivo por el cual he editado la url en las capturas de sus tuits. Si quiere publicidad para su medio, que la pague. 

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No voy a entrar en su juego de provocaciones. No obtante, de sus seguidores y de quienes están aplaudiendo estos mensajes de quienes no tengo tan alta idea, motivo por el cual creo que va siendo hora de desmontar esta idea de que lo que no sale en los medios de comunicación no existe. La palabra que busco para este caso es ceguera. Y una gran parte de sesgo cognitivo.

Resulta absurdo pensar que algo no existía simplemente porque no apareciera referenciado en los medios de comunicación. Cuando hablamos de violencia de género, suele darse un fenómeno sorprendente, un hecho que nunca habríais creído: cuanto más intensas son las campañas de concienciación sobre igualdad y violencia de género, más llamadas recibe el 016, más aumentan las denuncias y la percepción de maltrato se incrementa en las encuestas. ¡Increíble! ¿Quien podría haberlo imaginado?

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¿Qué ocurre? ¿Es que los hombres se vuelven más violentos y controladores a medida que aumentan las campañas de sensibilización? No: lo que ocurre es que patrones de conducta que estaban normalizados, se revelan como lo que son: patrones inadecuados, relaciones de abuso, de codependencia, de malos tratos, de violencia de género, de tortura psicológica y violencia física. Mientras frases como “mi marido me pega sólo lo normal” forman parte del imaginario colectivo, ese tipo de relaciones no sale a la luz ni en denuncias ni en encuestas porque ese comportamiento está normalizado. Cuando las campañas de sensibilización llevan a las mujeres a tomar conciencia de que no es normal que tu marido te pegue, ni mucho ni poco, esas conductas que antes estaban circunscritas a la intimidad del hogar, esa violencia doméstica, sale a la luz y las cifras aumentan. Lógico.

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De ahí que los países con mayores tasas de igualdad y mayor concienciación sobre violencia machista, sean también los que mayores tasas de violencia física o sexual detecten y denuncien. No porque en los países más igualitatarios los hombres tiendan a ser más agresivos, sino porque las mujeres tienen mayor conciencia de lo que representa una agresión sexual y la toleran con menor facilidad. Mientras que en España que te toquen el culo en el autobús se considera algo que no tiene importancia, en países de nuestro entorno no se le resta importancia a que alguien toque tu cuerpo con intenciones sexuales sin tu consentimiento y no te llaman exagerada por denunciarlo públicamente, nadie acusaría a una mujer de montar un espectáculo por decirle a alguien que deje de manosearla sin permiso. Y de ahí, en grado ascendente. Cuando las agresiones sexuales se minimizan, se les resta importancia o incluso se normalizan, desaparecen de las encuestas y la percepción ciudadana de violencia machista cae en picado. Pero es importante remarcar que eso no implica que los hombres sean más sensibles a las demandas de respeto de las mujeres, sino todo lo contrario. Es lo que identificamos con ese término que tanto te molesta: “Cultura de la Violación

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Volvamos a las afirmaciones de Enrique de Diego: ¿antes de los años 80 no existía la violencia de género? Que se lo cuente a la familia de Ana Orantes, por ejemplo.  ¿Ningún hombre asesinaba a su pareja llevado de un arrebato de celos? ¿Eran todos caballeros que no tocaban a las mujeres ni con el pétalo de una flor? ¿Los «crímenes pasionales» son un invento moderno del que somos culpables las feministas? Rotundamente No. Si de algo somos culpables las feministas es de traer el tema a primera página del debate, a sacar la violencia dentro de la pareja de las cuatro paredes del ámbito familiar en el que se encontraba recluida, del «son cosas privadas de pareja» lo hemos convertido en un asunto de trascendencia pública. ¿Son las mujeres víctimas del feminismo? No: es el feminismo quien está liberando a estas mujeres, que reconocen como violencia de género. Hemos pasado de «mi marido me pega solo lo normal» a no, no es normal que tu marido te ponga la mano encima. Hemos sacado la violencia de género de la esfera privada y hemos logrado que sea un asunto de interés público contra el que las autoridades deberían luchar de oficio (perdón por la carcajada que acabo de soltar al escribir esto, es un asunto serio).

Lo que ocurre con Enrique de Diego y los seguidores que le aplauden es de una ceguera apabullante. Pensar que porque ellos no vieran algo ese algo no existía es pensar que el mundo gira alrededor de su ombligo. Valgan un par de ejemplos para ilustrar lo normalizada que estaba la violencia contra la mujer en el ámbito de la pareja hasta hace cuatro días como quien dice.

https://youtu.be/HphcSqm2h5g

 

Que hace unos años no existiera conciencia social sobre esta problemática, que la violencia machista en el ámbito de la pareja no escandalizara no significa que no existiera, tal y como creen Enrique de Diego y sus seguidores. Y aún nos queda mucho trabajo por hacer. Ya no solo por el hecho de que un periodista de su talla niegue un fenómeno como el de la violencia sobre la mujer en el ámbito de la pareja, o que tenga muchísimos seguidores que le aplaudan el discurso de culpar a las malditas feminazis odiahombres que quieren instaurar un sistema hembrista para someter a los hombres bajo su yugo chochocéntrico y van diciendo por ahí que todos los hombres son violadores en potencia. Es que hay todo un sector de la población que cree que a las feministas se nos ha ido la mano con esto de la igualdad y ya nos estamos pasando, que estamos muy sueltecitas, nos vestimos como putas, vamos provocando y luego encima no querremos que nos violen. Hay todavía por ahí un sector bastante amplio de hombres que justifican la violación dentro del matrimonio, un tercio de los jóvenes creen que cuando una mujer es agredida es porque «algo habrá hecho«, en un programa con una audiencia de varios millones justifican a un tipo que dice que cuando tiene una erección «no me digas que pare porque yo ya no razono«, algunos estudios lo cifran en el 30% de la población masculina que admite que violarían a una mujer si no tuviera consecuencias penales, y un 25% de los jóvenes europeos cree que la violación está justificada cuando:

  • La víctima está borracha o drogada.
  • Voluntariamente se va con un hombre a casa.
  • Se viste demasiado provocadora o sexy.
  • Su No no es claro o no se defiende como corresponde.
  • Ha coqueteado antes con el agresor.
  • Tiene más de un compañero sexual.
  • Ha salido sola en la noche.
  • El agresor no sabe lo que hace.

Pero claro, la culpa es de las feministas por señalar todo esto, claro, porque alentamos el odio hacia el hombre. Claro que sí. Querer disponer libremente de nuestros cuerpos y de nuestro derecho a no ser violentadas es alentar el odio hacia el hombre. Vaya.

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Y aún más dramático si cabe es que entre las propias mujeres víctimas de violencia de género aún existe cierta idea de que las agresiones sufridas no son demasiado importantes, de que si no te pone la mano encima y «solo» hay maltrato psicológico no es para tanto, o incluso que la violación dentro del matrimonio no es delito, porque no hasta ahora estos abusos no se veían representadas en las campañas instituciones, en las que se ponía el foco en la violencia física con eslóganos como «si te pega, no te quiere» o «ni se te ocurra ponerme la mano encima jamás«, ignorando todos los factores previos, todo el cúmulo de violencias anteriores que conducen a que la víctima no pueda escapar cuando se produce la agresión física.

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Por suerte, a lo largo del tiempo las campañas contra la violencia de género han ido evolucionando a medida que aumentaba el conocimiento sobre la misma, si bien aún queda mucho mucho mucho trabajo por hacer.

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La macroencuesta 2015 sobre violencia de género encargada por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad al Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) es un estudio que pone contexto preguntando directamente a las mujeres  las cifras de procedimientos judiciales que analiza cada año el Observatorio especializado del Consejo General del Poder Judicial. Con los datos del CIS, el 12,5 por ciento de la población femenina de 16 o más años en España ha sufrido alguna vez violencia de género. Sin embargo, el 40,8 por ciento no pidió ayuda a las instituciones y en casi siete de cada diez casos, la Policía no llegó a enterarse de lo que ocurría. Un 20,9% de las que sí denunciaron, además, acabaron por desistir.

En el 44,6 por ciento de los casos, las mujeres no denunciaron porque la violencia sufría tenía, en su opinión, “muy poca importancia o no era lo suficientemente grave”, conforme contestaron al CIS. El 26,56 por ciento tenía “miedo, temor a las represalias” y el 21,08%, “sintió vergüenza, apuro, no quería que nadie lo supiera”.

Figura además en los resultados de la encuesta que una de cada diez no denunció porque “carecía de recursos económicos propios” y en el 9,22 por ciento de los casos, porque “pensó que era su culpa”. Hay también mujeres que decidieron callar por miedo a perder a sus hijos (8,36%), por pensar que no se creerían su denuncia (2,23%) o porque la pareja, o alguien más, la disuadió (3,92%).

“El paso a la denuncia sigue siendo muy difícil para las mujeres, por causas como el miedo, la vergüenza y la normalización de la conducta y porque denunciar a tu pareja tiene un grado de gravedad personal que lo hace muy complicado, hay que estar muy fuerte para hacerlo y seguir adelante”, comenta la delegada del Gobierno para la Violencia de Género, Blanca Hernández, en declaraciones a Europa Press.

Enrique de Diego y quienes aplauden sus palabras hacen un daño terrible a la lucha por la erradicación de la violencia de género. Omiten todos los factores sociales, culturales e históricos que nos han traído hasta aquí y se centran en culpar a los colectivos que más están trabajando por erradicarla. Creen que visibilizar la violencia contra la mujer es culpar al hombre de esta violencia y se posicionan en un discurso victimista que pretende culpar a las feministas de fomentar el odio contra el pobre hombre inocente.
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¿A quien cree que ayuda criminalizando la lucha feminista contra la violencia de género? ¿Prefiere que este tema se mantenga oculto, como quien barre la mierda bajo la alfombra? Señor Enrique de Diego, seguro que le sonará el proverbio chino que dice: Cuando el sabio señala la luna, el necio mira el dedo.