Disclaimer: escribí esta entrada el fin de semana, había pensado publicarla hoy y resulta que desde hace unos días el mismo personaje está metido en un follón monumental por un tema de otro Youtuber (adolescente) que admite en un vídeo ser pederasta. Aún no me he enterado de qué va toda esa movida, porque yo a estas cosas siempre llego tarde y porque, básicamente, las movidas entre Youtubers adolescentes me importan una mierda.

En la puta vida me habría metido yo a comentar una disputa entre youtubers post-adolescentse por la custodia de un perro de no ser porque hay algo que me ha hecho saltas las alarmas.

No voy a entrar en quien dijo qué ni cuándo porque me suda el coño de canto. Solo un breve resumen: dos chavales de veintipocos salen juntos, adoptan un galgo que ponen a nombre de él, rompen, por motivos X el galgo se lo acaba quedando ella. N meses después, él decide que echa mucho de menos a su perro y que lo quiere de vuelta. Como las cosas no están a buenas con su ex, decide intentar recuperarlo por por las malas. Hasta aquí el resumen.

Bueno, pues sin entrar en consideraciones sobre quien tiene razón ni en detalles concretos ni en valorar situaciones que, llegado el caso, tendrá que determinar un juez… Hay algo que me ha hecho saltar las alarmas. Hace un par de días leía esto y me puso los pelos de punta. Hacerla pasar por un calvario hasta conseguir quitarle al perro, para después «a pesar de nuestros problemas, que pueda ver a Argos cuando vuelva porque yo no soy tan cabrón como ella«. ¿Sabes a qué me suena esto? A querer seguir manteniendo el contacto con ella como sea, para seguir teniéndola controlada, y utilizar al perro para lograrlo. Utilizar la excusa del perro para hacerle daño ahora y utilizar la excusa del perro para prolongar la agonía.

Lo que me ha venido a la cabeza al leer esto es que me recuerda a esos hombres que en su vida han cambiado un pañal, que jamás se han levantado una noche cuando el bebé llora, que nunca han ido a una reunión con los profesores de sus hijos, no saben el nombre de su pediatra ni si se les han caído ya todos los dientes de leche, que de repente su trabajo es más importante que su familia… y cuando su mujer les pide el divorcio entonces SÍ quieren la custodia compartida.

Me ha recordado a esa clase de hombres que utilizan la custodia compartida como forma de joder a su ex, y me ha recordado al mío propio. Cuando nos separamos mi ex exigió quedarse con las dos perras, la mía y la suya, porque decía que sería una crueldad separarlas y él no quería renunciar a la suya, que ya el hecho de estar separados nosotros se iba a morir de pena (¡¡¡jajajajajajajaja!!!). Acepté pensando que era algo temporal, me dijo que necesitaba «tiempo» y fui tan gilipollas de creérmelo. Después, con el divorcio ya en marcha, fue tan «bueno» que me ofreció la custodia compartida DE LAS PERRAS. Mira: no. Llevaba sin ver a mis perras dos años porque él no me había dejado, ¿y me ofreces custodia compartida durante el divorcio? Dije que no, tenía claro que era una estrategia suya para seguir controlándome y entonces no pasé por el aro.

Después de que volviéramos esta segunda vez pude ver cómo estaban las pobres perras. Llevaban 4 años sin verme y os aseguro que sus aullidos cuando las volví a ver ponían los pelos de punta, se me echaron encima, aún se me pone la piel de gallina de recordarlo. Las pobres estaban fatal, y lo siento por C. si me está leyendo porque sé lo que ella quiere a los animales y que hizo lo que pudo, pero estaban fatal: obesas, llevaban años sin hacer actividad física y Ruby es una beagle que necesita desfogarse, con unas uñas tan largas que no las dejaban caminar bien… Me moría

Me moría de la pena de ver a mis perras en ese estado, que ni caminar bien podían. Él las sacaba a la calle 10 minutos dos veces al día, con correa, y se enfadaba si Ruby se ponía a olisquear en lugar de hacer sus cosas inmediatamente. ¡Es un puto sabueso! ¿Qué esperas? Y si yo las sacaba y las soltaba en el parque para que corrieran un poco y se relacionaran con otros perros, me echaba una bronca monumental. ¿Para eso querías quedarte a las perras, para tratarlas así? Ellas no tienen ninguna culpa. Y no, no me vale la excusa de «es que son dos y no tengo tiempo» porque con un horario bastante más jodido yo he llegado a ocuparme de tres a la vez, incluyendo una cachorra y un torete de casi 40 kg.

No sé si este chaval habrá hecho o no realmente todo aquello de lo que le acusan varias mujeres, y tampoco sé si sería constitutivo de delito en caso de ser cierto. Lo que sí sé es que sus palabras me han removido por dentro y que me da muy mala espina.

Tengo claro cómo se denomina esa forma de tratar a los animales en casos como estos: víctimas instrumentales.

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