Pocas áreas de nuestra vida hay menos sujetas a autocrítica y revisión de estereotipos o falsos mitos que nuestra práctica sexual cotidiana. Sin entrar aún en el ámbito específico de la violencia, existe relativo consenso en que tenemos una profunda carencia en cuanto a educación sexo-afectiva. Convivimos una generación educada durante la represión nacionalcatólica que practicaba sexo con la luz apagada y con fines únicamente reproductivos; otra generación saliente de toda esa represión, educada en la revolución sexual iniciada en los años 60, que ha traído hasta nuestros días la idea de que lo revolucionario es follar mucho y follar con muchos, y si no follas indiscriminadamente eres una mojigata reprimida; y otra generación que la única educación sexual que ha recibido durante su adolescencia ha sido a sus padres cambiando de canal en la tele y una charla de un par de horas en el instituto sobre cómo se pone un condón y la epidemia del SIDA, y cuya principal fuente de información sexual es el porno.
¿El resultado de todo esto? La Universidad de Central Lancashire, en colaboración con la Universidad de Leeds, en Inglaterra, realizaron un estudio sobre comportamiento sexual. El ochenta por ciento de las mujeres sobreactúa en la cama durante sus relaciones sexuales. ¿Los motivos? El más destacado: las ganas de finalizar el acto, sin crear frustración a sus parejas, por aburrimiento, molestias o irritación. En el estudio Do Women Pretend Orgasm to Retain a Mate? publicado en la revista Archives of Sexual Behavior por un equipo de investigadores de la Universidad de Columbia, Oakland y del Instituto Psiquiátrico de Nueva York llegaron a la conclusión de que más de la mitad de las mujeres en relaciones duraderas fingen los orgasmos en una u otra ocasión, y apuntan también como motivos afianzar la relación de pareja y disminuir el riesgo de que el otro le sea infiel.
Cito textualmente de este otro artículo:
Otros estudios anteriores han vinculado esta actitud a a ciertos convencionalismos sociales: algunas mujeres se sienten obligadas a mostrar su satisfacción y sienten la necesidad de demostrar que sí se divierten con la otra persona, como suele explicar en sus libros la sexóloga británica Tracey Cox. Una vez más, las relaciones sexuales se convierten en reflejo del patriarcado.
La sexóloga Elizabeth Black es una defensora férrea de esta última tesis, pero alerta que dicha forma de autoridad se ha vuelto contra los propios hombres que lo ejercen. “El patriarcado ha afectado negativamente a la sexualidad de los hombres debido a la excesiva importancia que han otorgado a sus erecciones, el tamaño del pene, el rendimiento en la cama, los orgasmos y la eyaculación”, concluye Black.
Según María Fernanda Peraza, uróloga y andróloga de la Fundación Puigvert y del Hospital Dexeus, el miedo a herir el orgullo de un hombre que no lo entendería y se sentiría humillado porque se cuestiona su virilidad y tratar de evitar provocar una crisis de pareja si se menciona el tema están entre los motivos más destacados por los que las mujeres no mencionan su insatisfacción sexual a sus parejas masculinas.
Otro conjunto de datos importante de reseñar por lo que respecta al control de la sexualidad femenina y la represión de su placer, sin llegar a extremos como la mutilación genial femenina que también tiene el mismo origen pero utilizando medios coativos, es el que hace referencia al tema de la masturbación femenina. Cito también textualmente de este otro artículo:
Refiere también Peraza que según datos del Instituto Kinsey de la Universidad de Indianápolis, el 80% de las mujeres reconocen que se masturban, pero muy pocas lo hacen delante de su pareja, por timidez, tabú, miedo, por no ofender a un hombre educado en la creencia de que la penetración es el punto más importante y la única vía para alcanzar el clímax.
Y esto, que es asumido sin cuestionar, es un problema. Según el metaestudio publicado en el libro de Elisabeth Lloyd ‘The Case of the Female Orgasm‘ (Harvard University Press), en el que recogía datos de los últimos 80 años, sólo el 25% de las mujeres suelen tener un orgasmo vaginal durante la penetración, así que ya me explicarás si no es urgente revisar todos los mitos y estereotipos entorno a nuestras prácticas sexuales heteronormativas, falocéntricas y coitocéntricas.
(…) De acuerdo con Peraza, los motivos que impiden a una mujer llegar al clímax son mayoritariamente de origen psiquico o psicológico: pueden ser bloqueos emocionales, miedos o inseguridades que la llevan a un estado de estrés que no le permite abandonarse al placer durante las relaciones sexuales individuales o en pareja.
Y en cuanto a la sexualidad masculina, no está exenta de presión, aunque en otro sentido:
Por otra parte la vivencia de la sexualidad masculina siempre ha sido aplaudida abiertamente, el placer para ellos es un derecho, aunque últimamente la idea del derecho empieza a concebirse por la mujer como algo natural.
(…) La preocupación para el hombre es mantener la virilidad: “Se ha puesto todo el peso en el falo” y ello les supone una “responsabilidad”.
No se les permite fallar y esto les genera mucha angustia y ansiedad y las preocupaciones sobre su función sexual vienen dadas precisamente por las alteraciones que padecen en la fase de excitación, erección, y eyaculación.
En este contexto, y recalco que aún no he llegado aquí al punto de abordar la violencia en las relaciones sexuales, ni he entrado aún en por qué tantas mujeres permanecen en relaciones que les causan dolor, ni he aludido al objetivo de cambiar el foco del mero consentimiento formal feminino a la afirmación entusiasta del deseo y el placer compartido, parece evidente la necesidad de una revisión urgente y en profundidad de los mitos que perviven alrededor de nuestra sexualidad desde el punto de vista social. Porque los problemas que ponen de manifiesto las conclusiones a partir de los datos recogidos en los estudios citados, todos, tienen un mismo origen: la perpetuación de unos roles de género que castran nuestra libertad y una cultura de la violación fuertemente instaurada.
Así que, aunque duela por todo lo que revela, voy a utilizar como herramientas la macroencuesta de violencia contra la Mujer del año 2015 (aquí en pdf, 474 páginas) y el informe (2018) sobre percepción social de la violencia sexual de la Delegación del Gobierno para la violencia de género (aquí en pdf, 132 páginas) que recientemente ha sido reseñada en varios medios por lo devastador de algunas conclusiones:
- La mitad de los españoles cree que el alcohol es el «causante» de una violación
- El 23% de los españoles no cree que forzar a la pareja a tener relaciones sexuales se pueda considerar violación
- O el 32.6% de los hombres legitima violar a su pareja
Por poner solamente tres ejemplos.
Recientemente fue noticia el INE por las preguntas machistas que incluía en el cuestionario sobre fecundidad, y la manera de abordar determinadas cuestiones sensibles. Creo que preguntar por estereotipos machistas y hacer preguntas sobre la carga machista que arrastramos es necesario, si bien es necesario hacerlo de tal manera que quienes diseñan el estudio y quienes realizan las preguntas no introduzcan sus propios sesgos machistas. Vivimos en una sociedad machista, quiero saber hasta qué punto y cómo evolucionamos como sociedad a lo largo del tiempo.
La Estrategia para la Erradicación de la Violencia contra la Mujer 2013-2016 (aquí en pdf, 151 páginas), en su cuarto objetivo general, contempla la visibilización y atención a otras formas de violencia contra la mujer aparte de la violencia de género. En los próximos posts voy a ir desgranando los aspectos que me parecen más relevantes del último informe presentado, y cómo podemos trabajar para cambiar esta percepción social sobre la violencia sexual tan dañina. Porque no, lo volveré a repetir una vez más, los violadores no son esos locos con pasamontañas que te abordan de madrugada en un callejón oscuro y te ponen una navaja en el cuello. Va siendo hora ya de erradicar esos estereotipos tan dañinos que dificultan que las víctimas identifiquen el daño sufrido con palabras que muchas veces tienen tipificación en el código penal (por muy difícil que sea probarlo), y hacer un poquito de autocrítica. Porque la erradicación de la violencia hacia las mujeres nos compete como sociedad, no solamente a esos 60 hombres al año que asesinan a sus ex-parejas.
Soy del 75…y acabo de descubrir tu blog!!voy en el metro y te estoy escribiendo;si yo tambien hasta el coño de todo…harta de que por la calle te miren las tetas…y claro una es la culpable…vamos que una no se puede arreglar….ni poner mona;lo peor las mujeres que critican a otra;pues no te digo yo que al chino donde voy a tomar el cafe me dijo que si tenia un follaamigo?vamos …casi lo mato…vamos que en esta vida es culo,tetas,follar y poco mas;si te digo yo que soy mas discreta que la biblia,porque no aireo mi vida amorosa,me han llegado a tachar de lesbiana!pues mira pues si,a ver si de una puta vez me dejan en paz y que se la pique un pollo.