¿Qué tal la primera semana teniendo que fichar en el tajo? ¿Bien? ¿Estáis todos sanos y salvos, no hay nadie herido, nadie ha salido dañado por la medida?

Esto de tener que fichar es nuevo para algunos. Otros muchos llevamos años, quizá incluso toda nuestra vida laboral, fichando a la entrada, a la salida y en los descansos, y os puedo asegurar que no duele.

Para aquellos a los que la medida os ha pillado de nuevas, os comento algunas cosas que os interesarán: el registro de inicio y fin de la jornada laboral no tiene por qué coincidir con la entrada o salida del centro de trabajo. El registro que haya implantado vuestra empresa tiene que cumplir una serie de requisitos:

  • El modelo pactado (o impuesto por la empresa si no hay representación sindical) debe ofrecer fiabilidad, y acreditar que no puede ser manipulable ni modificable a posteriori. Esto significa que no sirven hojas de Excel sin proteger con contraseña o sin auditar, porque pueden ser modificadas a posteriori, y aún menos como he visto por ahí algún caso en el que desde recursos humanos han distribuido al personal una hoja precompletada con los horarios de entrada y de salida ya puestos, para que los empleados solo tengan que firmar.
  • Tampoco vale bajar a fichar y volver al puesto de trabajo, algo que si se hace con el conocimiento de la persona responsable de prevención de riesgos laborales, se le puede caer el pelo.
  • El registro debe estar a disposición de trabajadores, representantes sindicales y de la inspección de trabajo.
  • Las multas por incumplir la ley van desde los 625€ hasta los más de 6.000€ en casos más graves.
  • Y la denuncia a la inspección de trabajo puede ser anónima.

Sobre las multas: no se van a aplicar, DE MOMENTO, a las empresas que acrediten que están negociando con el comité de empresa el método a implantar. Y os recuerdo que, en derecho laboral, es la empresa quien tiene que demostrar su inocencia.

¿Por qué se implanta esta medida? Para proteger a trabajadores y trabajadoras de la explotación sistémica y dde la vulneración sistemática de sus derechos laborales. Ya expliqué en un post anterior que, en un sistema capitalista, existen básicamente dos modelos económicos, con muchos matices. Pues esto va un poco de lo mismo. Existen dos formas de concebir el papel del trabajador/a en el mercado laboral:

a) Desde el punto de vista conservador, se concibe al trabajador como un vago que se escaquea siempre que puede, que hace lo mínimo y que recibe de la empresa más de lo que aporta.

Por eso hay que controlarlo de cerca, y por eso también el salario mínimo no debería ni existir; pero el empleado que es realmente bueno puede negociar en pie de igualdad con la empresa sin necesidad de sindicatos, convenios, Estatuto de los trabajadores o negociación colectiva, que tampoco deberían existir porque perjudican a los buenos empleados como tú, y protegen a los malos trabajadores, que son la mayoría pero siempre los demás.

b) El modelo socialdemócrata considera que el trabajador es un actor que cumple su parte del pacto entre él o ella y la empresa. Va a trabajar y realiza sus funciones acordadas a cambio de un salario estipulado, mientras que el empresario es quien invierte su capital y obtiene beneficios. En otras palabras: el trabajador pone su fuerza de trabajo a disposición del empresario, que la compra por un precio. El beneficio del empresario es la parte del valor del trabajo del obrero que no le paga, esto es, la plusvalía. Según esta visión, es el trabajador quien aporta más de lo que obtiene en esta relación, las empresas no son ONGs y los empresarios no ponen dinero de su bolsillo para mantener a trabajadores que no les resulten rentables.

En este contexto, y más con los niveles de paro en España, es la empresa quien tiene mayor poder de negociación, mientras que el trabajador es quien está en una posición de vulnerabilidad. De ahí la necesidad de crear estructuras de protección y de equiparación en la relación de poder, como son los comités de empresa y los derechos laborales, los convenios colectivos, etc. que no dejen a cada trabajador individual sometido a la arbitrariedad del jefe de turno.

Cuando en su momento se implantó la obligatoriedad de fichar para controlar el horario, fue una medida impuesta desde la dirección de la empresa bajo el paraguas de la primera visión, la del trabajador vago que se escaquea siempre que puede y la empresa tienen que controlarlo de cerca para que cumpla con su trabajo. Sin embargo, la tendencia ha sido hacia la progresiva desaparición de la práctica de fichar, y no porque fuese inviable en algunos sectores, sino porque en la práctica el no llevar un registro de las horas de trabajo efectivas conlleva que se hagan horas horas de más, y no de menos como promueve la visión neoliberal, y además que esas horas no registradas no se paguen. No es un asunto tecnológico, sino ideológico. El avance de la tecnología hace posible precisamente que aquellos puestos con un horario flexible o en movilidad puedan registrar también su jornada laboral.

No hay más que ver quien se queja de la medida: la patronal y los partidos de derechas. Yo para las decisiones políticas aplico el mismo criterio que para el feminismo cuando tengo dudas: si lo aplauden los señoros, feminista no es. Pues con esto lo mismo: si una medida política es aplaudida por la derecha y por la patronal, es que perjudica al trabajador, seguro. Hay una expresión que lo define perfectamente: «reunión de pastores, ovejas muertas».

¿Es una medida que va a perjudicar a la economía? Hombre, depende de lo que entiendas por «economía». Desde algunos puntos de vista, la abolición de la esclavitud y la prohibición del comercio de esclavos podrían ser medidas que perjudicaran la economía, claro.

Una eslava en venta. Autor: José Jiménez Aranda.

Personalmente pienso que la medida que obliga a contabilizar las horas de trabajo no va a perjudicar a la economía. Al margen de lo que opino sobre hacer horas extras no pagadas, esta es una medida, igual que la subida del salario mínimo, que va encaminada a poner más dinero en el bolsillo de la gente, algo que a la derecha le encanta y se lo habréis oído repetir un montón de veces cada vez que prometen bajadas de impuestos: poner más dinero en el bolsillo de la gente. La cuestión es: ¿de qué gente? Las bajadas de impuestos que prometen PP, C’s y VOX consisten en bajar el IRPF, el impuesto sobre el patrimonio, el de sociedades, el de sucesiones que ya tiene una gran parte exenta en casi todas las autonomías para herederos directos… En otras palabras: las bajadas de impuestos que propone la derecha buscan poner más dinero en el bolsillo de los ricos, mientras que la subida del salario mínimo y la medida de contabilizar las horas de la jornada efectiva, si se transforman en pagar las horas extras que estaban ocultas (2,6 millones de horas no pagadas a la semana según Javier Ruiz, jefe de economía de la Cadena Ser; a una media de 20€ la hora por 52 semanas que tiene el año: 2.704 millones de euros que los empresarios nos están ROBANDO por la cara), o bien en contratar más gente para cubrir esos turnos que se están cubriendo actualmente a costa del tiempo y trabajo no pagado, serán ambas medidas encaminadas a poner más dinero en el bolsillo de las rentas más bajas.

Ambas teorías se sustentan en una misma idea: más dinero en el bolsillo de la gente se transforma en más consumo, dinamiza la economía y el Estado recauda más sin tener que subir los impuestos. Y tiene su lógica. Pero la vía que propone la derecha para alcanzar ese resultado tiene un problema y un aspecto perverso. El aspecto perverso es que rebaja los impuestos directos, que son los progresivos, como el IRPF, beneficiando con ello a quienes más tienen, y fía el incremento de la recaudación a los impuestos indirectos y regresivos como el IVA, que perjudican más a las rentas más bajas. Y el problema del planteamiento del modelo liberal consiste en que no hay evidencia empírica de que más dinero en el bolsillo de quien ya tiene sus necesidades de consumo más que resueltas se vaya a destinar a más consumo. Más dinero en el bolsillo de los ricos no implica que vayan a consumir más kilos de caviar o más botellas de champán francés (y si aumentaran realmente las importaciones de esos productos, perjudicaría al PIB y a la balanza de pagos, pero eso es otro tema), no se van a comprar más yates, ni más coches de lujo, ni se van a alojar en hoteles de más estrellas, ni les van a subir el sueldo a la plantilla de sus empresas si pueden evitarlo. Más dinero en el bolsillo de los ricos va directamente al ahorro.

En cambio, más dinero en el bolsillo de los pobres, de quien cobra el salario mínimo, de quien no puede ahorrar porque a duras penas llega a final de mes, de quien comparte piso porque no puede permitirse vivir solo… más dinero en el bolsillo de las rentas más bajas sí se convierte en más consumo. Que te suban el suelo de 600 y pico a 900€ sí se traduce en más consumo. Si antes no llegabas a final de mes, con esos 250€ más igual ahora ya sí llegas y puedes permitirte ir al cine de vez en cuando, cosa que antes no podías; con un poquito más de dinero en el bolsillo de las clases bajas, igual sí puedes permitirte salir a cenar fuera alguna vez, algo impensable si no llegas a final de mes; de comprarte la ropa en el Primark cuando ya no te queda más remedio, a darte algún capricho en el Zara de vez en cuando, esa diferencia es lo que significa más consumo y reactivación de la economía. Y estoy hablando de pequeños gestos, no de tirar la casa por la ventana.

Y ni siquiera entro en la justicia social que hay detrás de que un sueldo a jornada completa debería darte como mínimo para vivir con dignidad y no para sobrevivir en precario con unas condiciones de vida cada vez peores.

Así que mira, en un contexto capitalista, con un partido socialdemócrata en el gobierno… medida que joda a la patronal, medida con la que yo estoy de acuerdo.

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