– Tomarme un tiempo para reflexionar: HECHO
– Reorganizar mi espacio personal: HECHO
– Actualizar mi currículum: HECHO
– Tomarme un poco más en serio mi perfil de about.me y de Google+: HECHO
– Quitarle el polvo a Infojobs: HECHO
Y llegados a este punto, a medio camino entre poner al día el currículum y enviarlo a las ofertas publicadas en los portales de empleo que encajen con mi perfil, me encuentro en un dilema que me asalta a menudo: me faltan huevos para decir que soy «experta» de nada. Es decir, toco muchos temas, experiencia me sobra, podría decirse que tengo un perfil «senior», pero ¿experta? ¿De qué? No lo creo, precisamente porque soy consciente de mis propias carencias. Ayer se lo comentaba a una persona muy cercana, que miro mi currículum y me siento un poco como los patos: que nadan, vuelan y caminan, pero no hacen nada bien. A eso lo llamaremos ser una profesional polivalente y multidisciplinar, porque utilizar sinónimos y palabras polisílabas sí se me a bien. Los pequeños bajones de moral también son algo normal en esta fase, el sentido del humor es básico.
Sé que hay por ahí gentucilla con una cuarta parte de mi experiencia, que se autocalifican como experto en SEM, ninja del SEO o web gurú, que para hacer la broma está bien, pero ya. Seamos serios.
Os lo digo siempre: un experto no es una persona que sabe mucho de un tema, ni siquiera aquel que lo sabe todo de un tema. Eso, perdonadme la sobrada, pero está al alcance de cualquiera. Un verdadero experto es aquel que ha cometido todos los errores posibles en un determinado campo. Desconfiad de aquel experto que nunca haya metido la pata, que nunca haya tomado una decisión equivocada, que nunca haya cometido un error. Eso no es un experto, es un persona con mucha suerte. Que igual también es lo que te interesa para tu empresa, ¡ojo cuidado! No digo que esté mal, todo lo contrario: los conocimientos se adquieren, pero el que nace con una flor en el culo la tiene para toda la vida. Hay quien nace con estrella y hay quien nace estrellado, ¿qué se le va a hacer? Siempre han habido clases.
Lo que quiero decir es que el talento, la experiencia, los conocimientos, la habilidad o incluso la suerte no son los únicos requisitos para poder autodenominarse «experto». Para ser un experto hay que haberse enfangado, hay que haber luchado y haber perdido, aprender de la experiencia para no volver a cometer ese error es indispensable. Y a mí aún me quedan muchas cosas por probar y muchos errores por cometer, sea porque la empresa cliente es de talante conservador y no quiere arriesgar, sea porque por presupuesto no te puedes permitir ni un fallo ni una pequeña desviación, sea porque tu jefe cuando le hablas de innovar arruga el morro y te suelta su consigna de siempre: los experimentos, con gaseosa.
No todas las empresas son Google, que puedan permitirse el lujo de decir salimos con esto y luego ya veremos. No todas las empresas tienen la capacidad de innovar y reinventar segmentos que ya existen, y de ir mejorando y puliendo el producto en sucesivas versiones sin perder la confianza de sus clientes, como hace Apple. He visto proyectos eternizarse hasta morir por la obsesión de lanzarlo sólo cuando sea realmente perfecto. Y mientras está en desarrollo el mercado evoluciona, y cuando ya tienes algo que se ajusta a lo que hace 3 meses te parecía perfecto, descubres que la competencia te ha pasado por encima y ya está probando cosas nuevas y tienes que volver a empezar otra vez, en un bucle sin fin. El lanzarte a la arena, salir al mercado con un producto que quizá no sea perfecto pero es más que digno, recoger el feedback de tus consumidores y de los que no lo son, aprender de la experiencia y mejorar constantemente es un proceso vivo que te mantiene en la lucha por el liderazgo, impide que te relajes, te mantiene siempre alerta.
Por eso me da reparo definirme como experta de nada. No me considero perfecta en nada, ni tampoco la mejor. Tengo mis momentos de inspiración, como todo el mundo. El aprendizaje constante es incompatible con ser «experto» o ser «perfecto: si eres un experto o ya eres perfecto, no hay margen para la mejora ni para incorporar cosas nuevas. ¿Qué te van a enseñar a ti, si ya eres un experto, si ya eres perfecto? Perfil senior, sí; experta, en absoluto.
Lo siento si no soy una experta en mi campo. Constantemente estoy aprendiendo cosas nuevas que intento incorporar a mi bagaje personal para ser mejor. Estoy en beta permanente.
El error y la capacidad de aprender de él, todavíano está suficientemente valorado. Pero es básico, un profesional con capacidad de aprender es una joya para una empresa
Con los otros no llegan muy lejos, poco a poco y aunque venga sólo por la vía de la rentabilidad irá cambiando.
No sé, a veces tengo la sensación de que en España, el que ha cometido un error queda marcado a fuego con una letra escarlata en el pecho. Sobre todo en estos tiempos inciertos, el haber cometido errores parece sinónimo de haber corrido más riesgos de los necesarios y eso resulta un lastre.