Os lo dije en su día y me cayó un buen chorreo en twitter en Facebook, pero como soy más chula que un submarino en la bañera, me autocito:
El domicilio es inviolable (mientras pagues la hipoteca) pero la calle es espacio público y es de todos. Así que si no te gusta que vayan a la puerta de tu casa a quejarse de las políticas que se llevan a cabo con tu voto y nos afectan a todos, si no quieres que tus representados, la gente para la que trabajas y que te paga el sueldo vaya a decirte cuatro cosas, o te aguantas y entiendes que va con el cargo, o dimites y fundas un club de petanca, pero no me llores.
Para todos esos politicastros que creen que la gente solo debe dar su opinión una vez cada 4 años, ahí os dejo el comunicado de Jueces para la Democracia que lleva por título: Diversos colectivos judiciales rechazan las medidas de Interior contra los ‘escraches’
Asociaciones judiciales y sindicatos de policía coinciden en que nunca hasta ahora se había actuado con órdenes expresas contra quienes protestan contra dirigentes políticos. Jueces para la Democracia habla de «instrucciones que amparan a la Policía para que actúen de forma desproporcionada» según su presidente, Joaquim Bosch.
Una instrucción desproporcionada, cercena la libertad de expresión y protesta de los ciudadanos y de difícil encaje jurídico. (…)
A juicio de Joaquim Bosch, presidente de Jueces para la Democracia, «Nunca hasta ahora se había actuado con identificaciones como ahora. Se está jugando con términos del lenguaje como hace muchas veces este Gobierno. Comparando lo que es un acoso u hostigamiento de tipo penal que tiene una gravedad sancionadora suficiente para permitir que actué la policía. En este caso, estamos ante meras formas de protesta que demuestran resultar muy molestas para el partido que apoya al Gobierno».
(…) Lo que no puede justificar es el uso por parte del Estado de vías represivas para impedir que la libertad de expresión. La libertad de crítica, puede ejercerse y sin duda cuando hay personas que ocupan cargos públicos tienen el deber de soportar las críticas aunque a veces puedan ser incómodas».
Y al que le pique, que se rasque.