Con motivo del 25N (Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer), el Grupo de Igualdad y Conciliación adscrito al Decanato de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid ha recopilado un conjunto de voces feministas imprescindibles, luchadoras y diversas en este pdf. Se trata de una recopilación de textos inéditos y personales de Beatriz Gimeno, Ana de Miguel, Pilar Aguilar, Barbi Japuta, Elena Del Barrio, Bego Aramayona, Rosa Cobo, Beatriz Fernández, Coral Herrera, Marta Loriente, Alicia Puleo y Cynthia RM. Además, incluyen una serie de fotografías hechas expresamente para este publicación de Vanessa Colareta. Si queréis una copia impresa, os esperamos este sábado en La Corrala (C/Carlos Arniches, 3 y 5) en la II JORNADA DE IGUALDAD DE GÉNEROS organizada por la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid.

25n

Aún no los he leído todos, pero el texto de Ana de Miguel, titulado Del miedo de los hombres a las mujeres, me ha encantado. Es este:

De acuerdo con numerosas investigaciones lo único que tienen en común los violentos y los asesinos de mujeres es el sexismo, la misoginia, ya sea en sus fórmulas clásicas o en reformulaciones actuales o neomachismos. En este contexto, hoy como ayer, continúa siendo necesaria la identificación y desarticulación de los mitos patriarcales en torno a «qué buenos somos nosotros y qué malas son ellas, pero cuánto nos gustan», el conjunto de mitos y narraciones que giran sobre la idea de que las mujeres son retorcidas, manipuladoras, mienten… mientras ellos son unos inocentes, un poco brutos pero noblotes, niños grandes que van de frente.

Uno de esos mitos patriarcales que se van transmitiendo de generación en generación es el de que los hombres tienen un «miedo ancestral» a las mujeres o un «miedo actual» a las mujeres autónomas que,
supuestamente, les harían sentirse «descolocados».

Pero, ¿de qué hablamos realmente cuando hablamos del miedo a las mujeres?, ¿En qué contextos suele aparecer el tema del miedo a las mujeres, «esas brujas» (de Zarragamurdi, que quitan los hijos a los padres)?

El problema, grave y serio, es el de si este mito del miedo de los hombres a las mujeres no se acaba convirtiendo en un elemento legitimador de la dominación y la violencia contra las mujeres. No es una tesis nueva, resuenan aquí las explicaciones de corte psicoanalítico que se siguen de Freud, el padre fundador: la dominación sobre las mujeres es necesaria para contrarrestar el poder de la madre, la seducción de la madre. No vamos a entrar en esta discusión con un planteamiento que bajo ropaje pesudocientífco se limita a postular la inevitabilidad de las relaciones de dominación entre hombres y mujeres. Más bien hay que refexionar sobre la tesis propia de los estudios feministas y anticolonialistas, la línea que mantiene que todo grupo dominante demoniza al dominado para legitimar su esclavitud: los indígenas, las mujeres, los animales son temibles, peligrosos, fuerzas de la naturaleza que hay que someter a la razón y la ley (patriarcal). Y si hay que emplear la violencia, aunque sea un poco, pues qué se le va a hacer. Que hayan sido hombres quienes hasta ahora han protagonizado las guerras, las conquistas, los genocidios, el vandalismo, las bandas, los asesinatos y homicidios es un mero detalle sin importancia. Las temibles y peligrosas son ellas. «Tema el hombre a la mujer», que así lo escribió Nietsche o San Nietzsche, que parece que ya está canonizado.

Pero volvamos a preguntarnos ¿a qué temen exactamente los hombres?, ¿tienen miedo los hombres a las mujeres como depredadoras sexuales? ¿sienten que pueden ser atacados en una esquina por la noche? ¿evitan más bien pasear solos, ir solos a la sierra, aventurarse a volver solos por la noche a casa? La respuesta es que no, los hombres no tienen ese miedo, bastante sobrecogedor por cierto.

Otra tanda de preguntas, ¿tienen los chicos miedo que las chicas, las mujeres no les quieran? ¿a quedarse «solos»? ¿les azuza la sociedad con el miedo a que se les pase el arroz? ¿hay películas de éxito como Veintisiete vestidos en que un chico guapo y atractivo sufre y sufre porque él es siempre el damo de honor en las bodas y nunca le toca ser el novio? Más bien parece que el mensaje a los chicos sigue siendo el contrario: no te dejes pescar o cazar. Las madres transmiten a los chicos la falta de prisa por emparejarse seriamente, primero los estudios, el trabajo, los amigos «que las chicas no os separen», ¿sigue vigente el «cuidado con las chicas, te quieren atrapar»? Desde luego aquí si aparecería «el miedo» a las mujeres: detrás de cada chica aparentemente jovial hay una madre encubierta, agazapada. Este miedo a las mujeres que cortan las alas a los hombres y les convierten en adocenados padres de familia ha sido teorizado por flósofos de la talla de Schopenahuer, para quien las mujeres representan la astucia de la especie para reproducirse: atraen a los hombres con la promesa del sexo y mil placeres y aventuras, pero esto es solo un medio para convertirse en lo que realmente desean: madres. Léase la imprescindible interpretación de Alicia Puleo en su Dialéctica de la sexualidad. Además, si ya lo escribió también Nietzsche en el capitulito que dedica a las mujeres en su (pretenciosa) Así habló Zaratustra: «la mujer es un enigma y ese enigma se llama embarazo».

Por último, ¿tienen los hombres razones objetivas para temer la ira y la violencia de las mujeres? Para abordar esta cuestión se hace necesario dejar de lado la retórica y remitirse a las cifras reales de violencia de género. Y recordar que por mucho que se han pisoteado nuestros derechos el feminismo nunca ha llamado a la violencia contra los hombres. Ni siquiera simbólica.

Por otra parte, hoy Lenore Lenoir escribe para Locas del Coño un texto fabuloso que lleva por título «El feminismo de antes era el bueno» en el que compara el feminismo de los siglos XVIII y XIX con el feminismo actual. Buenísimo. Ya estáis tardando en leerlo.