María Salmeron se casó en 1999 y se separó en 2001 porque su marido, sentencia mediante, la maltrataba.
Un breve resumen:
– Condenan al padre a 21 meses por maltrato.
– Nunca llega a ingresar en la cárcel.
– Mantiene la custodia compartida.
– La hija no quiere verle.
– Y la que va a presión es LA MADRE, por incumplir el régimen de visitas, con una condena de 7 meses y otra de un año.
Malditas leyes hembristas feminazis y pobres hombres desamparados ante una ley discriminadora y qué malas son las penas asimétricas dependiendo de si quien comete el delito es hombre o mujer… ¿Sí o qué?
Llevamos más de 10 años de desarrollo de la LIVG y aún nos encontramos casos así todos los días. Maltratadores condenados que aún mantienen la custodia compartida de sus hijos porque al parecer maltratar a tu pareja no te incapacita para darles una buena educación (?); protocolos de atención a la víctima que no se aplican correctamente ni en comisarías ni en hospitales; fiscales que consideran que si el testimonio de denunciante y denunciado son divergentes eso es motivo para archivar el caso, o que si no hay testigos de una agresión sexual, entonces los partes médicos y las consecuencias sanitarias y psicológicas de esa agresión sexual no demuestran nada; Mossas d’Esquadra que te dicen que los partes médicos de cirugía no demuestran que hubiera agresión sexual porque «a lo mejor a ti te va ese rollo«; guardias civiles que cuando relatas amenazas se muerte te dicen «señora, lo que usted tiene que hacer es volver a casa y hablarlo tranquilamente con su marido, no se ponga histérica que es peor»; órdenes de alejamiento que no se conceden ni siquiera cuando la víctima es menor de edad y el agresor, mayor de edad, la ronda en el instituto a diario; asimetrías en las penas, maltratadores reincidentes que son condenados a penas ridículas, y mujeres imputadas o incluso condenadas por defender a su familia de las agresiones.
Es cierto que la Ley Integral contra la Violencia de Género (LIVG) falla cuando no logra proteger de forma efectiva a todas más mujeres en situación de maltrato, pero no porque sea una mala ley sino porque faltan medios, recursos y personal cualificado para desarrollarla adecuadamente. Falla, no porque discrimine al hombre, sino porque quienes tienen que aplicarla discriminan de facto a la mujer víctima de violencia de género.
¡Denuncia, mujer! Nos dicen. ¡Si no denuncias no podemos ayudarte! Y si denunciamos, tampoco.