Después de este fin de semana de acoso brutal, he llegado a una conclusión: si necesitan machacarme, si su manera de entender el activismo consiste en ejercer acoso y desplegar toda su crueldad con quien no piensa como ellos quieren… Puede que tengan un problema conmigo, pero desde luego el problema no soy yo. Cuando necesitan machacar y destruir a una mujer que no piensa como ellos y que se niega a callarse, cuando su activismo no consiste en convencer mediante ideas sino en machacar y destruir personas mediante el acoso… No, definitivamente ellos tendrán un problema conmigo pero el problema no soy yo.
Igual que cuando me hacían bullying en el colegio, el problema entonces tampoco era yo porque fuese una empollona, el problema lo tenían quienes me acosaban porque eran unos mierdas (y lo siguen siendo). Hace 25 años, al bullying escolar lo llamaban «cosas de críos«, ahora que han crecido, ¿cuál es la excusa?
Afecta, claro que afecta. Llevo más de un año aguantando y afecta, es imposible que no te desgaste después de tanto tiempo. Me lo puedo tomar más o menos a coña, y suelo hacerlo pero cuando algún dardo de los miles que te lanzan a todas horas da en la diana, por muy fuerte que seas, acusas el golpe.
Como dice June Fernández:
“El trolleo es universal, pero a nosotras nos conecta con una mochila muy profunda”, dice. Insultos que hacen referencia a complejos, a opresiones o a miedos. El otro día en Twitter le llamaron “guarra batasuna”. “A un hombre, a un vasco, probablemente le han llamado batasuno y proetarra mil veces. La diferencia: a mí además de batasuna, guarra. Y lesbiana, y fea, y gorda”. “A nosotras nos conectan con miedos y agresiones reales que hemos vivido desde pequeñas. No es lo mismo que a un tuitero famoso le llamen cabrón que a mí me amenacen con violarme”.
El mismo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, aparecía publicado este artículo en El Diario sobre acoso machista, y para demostrar que somos unas feminazis victimistas exageradas y que el acoso machista en realidad no existe, abrieron DOS hilos (2) en forocoches haciendo un llamamiento a «desenmascarar a esta feminazi» (yo). Un tipo quería llamar a la radio para «desenmascararme», y docenas de tíos le animaban y le pedían día y hora del programa. Me imagino la llamada al programa de radio y me descojono sola:
– Hola, buenas, verá, vengo a desenmascarar al feminismo internacional: tengo información muy importante de una peligrosa feminazi odiahombres y llamo para desenmascararla.
+ ¿Qué?
– Sí, verá, es famosa, se llama Jessica Fillol y tiene un blog hembrista.
+ ¿Y dices que es famosa? Pues no me suena de nada…
– Trabajó para el PSOE hasta el 2013.
+ ¿Y es diputada? ¿Senadora?
– No, no, era técnico administrativo.
+ Ah, un cargo importante, ya veo. Apuntas alto, espero que te estés cubriendo bien las espaldas al revelar información de un cargo tan importante. ¿Y hasta el 2013, dices? Eso es lo que aquí en la redacción llamamos «noticias frescas»…
– Sí, y además escribió un libro sobre Jiménez Losantos.
+ ¿Sobre Losantos? ¿Y lo ha publicado hace poco?
– No, en el 2008. En una editorial que ya ha quebrado.
+ Vaya, veo que tienes información actualizada. ¡Buen trabajo de investigación!
– Sí, y además se gana la vida con webs porno.
+ ¿Porno? Eso sí me interesa. ¿Qué dominios? Dime uno.
– Pacotube.com
+ No funciona, está desactivado. Dime otro.
– Nenaguarrilla.com
+ Ese tampoco funciona, dime otro.
– Sexteenfacials.com
+ Tampoco funciona, dime otro.
– ¡Ay, no sé! ¡Es feminazi, es famosa, odia a los hombres y tiene un blog! En Fauna Feminazi la sacan mucho.
+ ¿Fauna Feminazi? ¿Qué es eso? ¿Un programa del Discovery Channel?
– ¡Estais a sueldo del lobby feminazi! ¡Os traigo información para desenmascarar a una hembrista famosa y no hacéis ni caso!
+ Pues será famosa en su casa a la hora de comer, pero aquí no la conoce nadie. Venga, chaval, que me estás ocupando la línea a lo tonto. Ale, buenas noches.
– ¡FEMINAZIS! ¡¡¡ALENTÁIS EL ODIO HACIA LOS HOMBRES!!! ¡¡¡HEMBRISMOOOOOO!!! ¡¡¡MISANDRIAAAAAAAA!!!
+ Beep… Beep… Beep…
Es lo que suele ocurrir cuando intentas joder a alguien que te cae mal: que le prestas atención y le atribuyes mayor importancia de la que objetivamente merece. A mí mis haters me suelen poner a la altura de figuras tan destacadas como Beatriz Gimeno o @Barbijaputa, lo cual es un HONOR que, modestamente, creo que no merezco: la primera fue la presidenta de la FELGTB (Federación Española de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) entre 2003 y 2007, precisamente durante el período en que se aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo en España y Madrid fue elegida como sede del Europride 2007, y ahora diputada por Podemos de la X Legislatura de la Asamblea de Madrid; y la segunda tiene una de las columnas de opinión más leídas de El Diario, cientos de miles de seguidores y su identidad secreta es más codiciada que la de Batman, mientras que yo sólo soy… Una feminazi con blog. Una feminazi un poco tocacojones si queréis, pero ni punto de comparación.
Quizá por eso no he tomado precauciones suficientes para protegerme, algo tan básico como utilizar por ejemplo un pseudónimo que no estuviera asociado a mi nombre real, y ahora estoy pagando un alto precio por ello. Tiendo a no pensar mal de las personas por norma general, y esa ingenuidad de la que no logro zafarme me ha dado algunos disgustos. No calibré bien la dimensión del odio que podría llegar a despertar, pensaba «¿quién va a querer ir a por mí o hacerme daño? Si solo soy una mindundi con un blog personal«. Tarde y mal estoy descubriendo que el odio que despierto no es ni mucho menos equivalente a la repercusión que tengo.
Además, por mi carácter y mi forma de ser, tiendo a hacer un tipo de activismo muy emocional: creo que es tan importante lo que pienso como lo que siento. Soy un ser humano, con mis contradicciones, mi aprendizaje, mis dudas, mis éxitos y mis fracasos, mi evolución personal, mis placeres culpables y mis confesiones antifeministas, mis momentos en que me sobra hasta la piel y la vida me desborda, y momentos en que me río en la cara de la gente que me tanto me odia y tanto tiempo dedica a seguir cada paso que doy, cada palabra que digo, cada metedura de pata de la que aprendo, cada intento por ser una mejor versión de mí misma y aportar lo poquito que tengo. Y, de vez en cuando, echarnos unas risas, que el activismo tampoco consista en ir por la vida con un palo metido en el culo y señalando con el dedo los errores del resto del mundo.
Soy de esa clase de personas sin miedo a equivocarme, rectificar o pedir perdón, y quizá por eso meto tantísimo la pata, pero odio tener que esconderme. Ya estuve escondida mucho tiempo y de aquella experiencia aprendí que se pasa mucho más miedo cuando vives como un conejo asustado incapaz de salir de la madriguera, tarde o temprano llega el zorro y te encuentra. Me siento mucho más segura cuando encaro las amenazas de frente aunque me tiemblen las piernas. Como diría Extremoduro, «ábreme el pecho y registra«. Lo que ves es lo que hay.
Olé por tus ovarios
¡BRAVA! Que no te acongojen esos mierdas que te acosan e intentan destruirte. Nunca entenderé el odio gratuito, odiar a gente que no piensa como tú. Son seres intelectualmente inferiores que no son capaces de racionalizar, sentir empatía, respeto y tolerancia hacia personas DIFERENTES, QUE NO PIENSAN COMO ELLOS , QUE NO SON COMO ELLOS. Mucho animo, ¡no estás sola!