Hace un tiempo le escribí una carta abierta a las «segundas esposas» de una «primera mujer» que denunció violencia de género. Aquella carta iba dirigida a la futura mujer del que fue mi marido durante más de 6 años. Hoy sé que esa mujer existe, que ha tenido que salir huyendo ha logrado escapar de él y ponerse a salvo, y que se esconde en algún lugar en el que él no pueda encontrarla. Y quiero decirle que, aunque no nos conozcamos, es mi hermana, sé por lo que está pasando y tiene todo mi apoyo. No estás sola.
HERMANA, no te conozco pero eres mi hermana de sangre, porque hemos pasado por lo mismo. No sabes la tranquilidad que me da saber que has puesto tierra de por medio. Hermana, si algo me ha quitado el sueño durante estos últimos dos años años, era saber que tú podías estar en peligro. Yo he aprendido a convivir con el miedo, a cambiar mis rutinas, mis horarios, a comerme la ansiedad a cucharadas. Pero a ti nadie te advirtió de lo que se te venía encima, él te dijo que yo le puse una denuncia falsa por despecho, por joder, y tú estabas tan enamorada que le creíste. No te culpo, pero me preocupo por ti.
Sé que es muy egoísta por mi parte pensar que ahora el origen de sus obsesiones eres tú y no yo, las dos hemos esquivado la misma bala. No sabes cuánto me alegro de que hayas logrado romper el círculo de la violencia y escapar. Sé muy bien lo que eso supone: acabas de poner toda tu vida patas arriba, lo has dejado atrás absolutamente todo para ponerte a salvo y te has dado cuenta de que se ha convertido en la prisión más grande del mundo.
HERMANA, no podría decir si ahora nos odia a las dos por igual. Tú sabes bien el odio que siente por mí, y con motivo: a fin de cuentas intenté que pagara por todo aquello a lo que él consideraba que tenía derecho, y me dejé la piel, la salud y los ahorros para llevarle ante la justicia. Tú te has ido, estás escondida, has tenido que dejar toda tu vida atrás de un día para otro a cambio de ponerte a salvo, y yo me quedo teniendo que batallar con la ansiedad cuando él intenta contactar conmigo. No me cambiaría por ti, y no te deseo que estés en mi piel. Porque, aunque te sorprenda por lo mal que hablaba de mí, aunque te contara que soy una psicópata que le persigo, ha sido él quien ha intentado quedar conmigo mediante mentiras, y he sido yo quien ha rechazado quedar con él una vez más.
Lo ha hecho otra vez. Lo ha hecho cada vez que le ha dado la gana. Lo lleva haciendo desde septiembre del 2014, cuando le pedí el divorcio, y te aseguro que mantenerme firme para no verle no ha sido nada fácil. Ha habido momentos en que me subía por las paredes, me sentía como una yonki con el mono, es una adición que no te deja ni respirar. Él te ha contado que fue él quien me dejó, que ha luchado mucho para sacarme de su vida y que yo he estado viendo a una psicóloga porque estoy loca, cuando lo cierto es que he estado haciendo terapia para encontrar las herramientas apropiadas para mantenerme firme y no ceder cada vez que él me pedía que volviéramos, porque me estaba destruyendo. Sé muy bien el esfuerzo que te va a costar a ti también mantenerte firme, resistir a sus amenazas veladas, a su chantaje psicológico… Hermana, te va la vida en ello.
Sí, ha intentado engañarme para que quedara con él, y nada menos que para hablarme de ti. ¿Cómo crees si no que me he enterado de que existes, si la última comunicación que tiene de mí es un email de diciembre de 2014? Un email en el que, ¿cómo no? me acusaba de ser yo la maltratadora y él una pobre víctima porque le humillaba psicológicamente. Mi respuesta a aquel correo de Nochebuena de 2014, ya con la sentencia de divorcio sellada, las últimas palabras que crucé con él sin un abogado de por medio, quizá no la conocías.
Apuesto a que no te había contado nada de esto, ¿verdad? En su cabeza, él es la víctima y yo la psicópata que le odio y le persigo. Después de tanto tiempo, lo ha intentado una vez más. Él ha intentado quedar conmigo y seguro que puedes hacerte una idea de lo que eso ha supuesto para mí, pese a todo el tiempo que ha pasado. De nuevo ansiedad, miedo, dolor de muelas de tanto apretar los dientes para controlar el temblor, otra vez ha conseguido hacer saltar ese fusible y solo quería esconderme en una cueva donde él no pueda encontrarme. Exactamente como estas tú ahora mismo. También intentará ponerse en contacto contigo en cualquier momento, con cualquier excusa, cuando menos te lo esperes, y te volverá a remover por dentro. No te preocupes, te prometo que esta carga con el tiempo aligera, aunque es probable que nunca desaparezca del todo. Pero créeme, eso es bueno: significa que estás alerta, que tu cuerpo reacciona ante las señales de alarma que antes te pasaban desapercibidas. De esta mierda se sale, te aseguro que se sale. Más desconfiada, algo dolorida y con cicatrices que te recuerdan permanentemente lo que pasó, pero se sale.
Quiere hablarme de ti, quiere contarme *su verdad* ahora, después de tantos años de mentiras, ahora que ya no me importa. No es porque tenga conciencia, es porque necesita a alguien con quien seguir haciéndose la víctima ahora que incluso su familia se ha dado cuenta y le da la espalda, y ha pensado que soy yo a quien tiene ahora más a mano. Sigue pensando que con chasquear los dedos me tiene a su disposición igual que antes. ¡Incluso ha intentado provocarme celos! «No te voy a engañar, lo que tengo que contarte te va a doler«, me dijo, como si a estas alturas no me diese ya completamente igual que me pusiera los cuernos o que haya tenido otra relación después de mí. No se ha dado cuenta aún de cuantísimo han cambiado las cosas por aquí. Lo último que va a encontrar en mí es compasión por verle hecho polvo con tu marcha. No me alegro porque él esté hecho polvo: me alegro de que tú estés viva y entera. Si te ha hecho a ti siquiera una cuarta parte de lo que me hizo a mí, te aseguro que compasión precisamente no va a encontrar. Eres mi hermana, joder, y a mi hermana no la toca nadie.
HERMANA, yo a ti no te conozco, no sé cómo te llamas ni qué cara tienes, pero tú a mí sí porque cuando llegaste mi nombre aún estaba en el buzón, es probable que durante un tiempo aún llegaran cartas a mi nombre, y desde luego la maldita letra del coche, que después de 15 meses desde que el juez dictó la sentencia de divorcio se ve que aún no ha tenido tiempo de cambiar. ¿Para qué se iba a molestar si sabía que así seguiría haciéndome daño? Te cuento esto no para reprocharte nada, sino porque sé que tú sí conoces mi nombre. Y quiero decirte que estaré a tu disposición cuando me necesites, cuando sea y a la hora que sea.
Sé lo que estás pensando y sé que probablemente te avergüenzas. Sí, sé sumar 2+2 y hace mucho tiempo que intuía que ya estabais juntos antes de que «lo nuestro» se hubiera acabado oficialmente. «Lo nuestro» hacía mucho tiempo que estaba acabado antes de que un juez dictara la sentencia de divorcio, antes incluso de que él se fuera de casa hacía ya mucho que se había acabado. Sé que reconoces en tu propia experiencia lo que quiero decir. No te guardo ningún rencor, tampoco por todo lo que has dicho de mí durante estos años. En todo caso quiero pedirte perdón yo a ti por todas las veces que te invoqué, por todas las veces que dije «ojalá se eche novia y me deje en paz» sin tener en cuenta que eso significaba que probablente le haría a otra, a ti, lo mismo que me hizo a mí. No tengo palabras para decirte cuánto lo siento, y lo mucho que me tranquiliza ahora saber que has sido más lista que yo y te has marchado antes de que fuese demasiado tarde. No sé si tu exsuegro te habrá contado alguna vez las últimas palabras que le dije aquella tarde, cuando estaba recogiendo mis cosas del piso con los abogados presentes:
– Sólo deseo que si a la próxima mujer le intenta hacer lo mismo que me hizo a mí, ella tenga todo el valor que a mí me faltó, y se la corte.
Sé que a ti te hizo lo mismo por lo que yo le denuncié cuando le leí a él decir públicamente cosas como «su boca decía no pero su cuerpo decía sí«. No ha aprendido nada. Al juez le contó que sabía perfectamente que «no significa no», pero ya ves, mentía. Una de sus muchas mentiras. No sabes cuánto lamento que tú te hayas dado cuenta de la peor manera posible, créeme si te digo que luché contra viento y marea para que esto no pasara. Tú y yo sabemos lo que significa esa frase cuando la desnudas de poesía. Hermana, mi corazón está contigo.
Poco a poco los velos tras los que ocultabas tu tristeza van cayendo. He sabido que has hablado con tu madre, has dejado de disculpar su comportamiento con excusas y le has contado a tu madre lo que te pasa. Un poquito nada más, solo lo que te ves capaz de contar en este momento, porque está todo muy reciente y aún duele. Y ella, que antes se ponía de su parte, ahora te apoya. Ahora aún no lo sabes, pero esto que has hecho es un paso de gigante. Ya no quieres seguir mintiendo para protegerle, ya no puedes más, y has empezado a vencer el miedo a que nadie te crea. Y te has dado cuenta de que no estás sola, de que la gente que te quiere te va a apoyar y va a hacer todo lo que esté en sus manos para protegerte. El calor humano que te transmite la gente que te quiere, tu familia y amigos, pronto te volverá a hacer sentir viva de nuevo, te volverá a hacer sentir que merece la pena luchar por salir del agujero. Él te tenía sometida, anulada, aislada, y ahora empezarás a descubrir que aunque te sientas un pingajo, hay mucha gente que te quiere, y eso es por alguna buena razón. Sé que ahora cuesta de creer, pero algo bueno debes tener cuando tu gente está dispuesta a partirse la cara por ti, por protegerte, por evitar que te hagan daño. Algo tendrá el agua cuando la bendicen.
HERMANA, te lo dije en su momento y quiero que lo tengas claro ahora que vas a necesitar toda la fuerza que puedas reunir: aquí encontrarás una persona que te va a entender, que no te va a juzgar, que te escuchará sin cuestionarte porque sabe perfectamente por lo que estás pasando. Quizá ahora todavía no entiendas todo por lo que has pasado, y es normal, vas a necesitar tiempo de reflexión, ver las cosas con calma, rememorar todas las veces que te has mentido a ti misma y a tu entorno para disculparle a él y ver el cuadro en su conjunto. Y eso duele, así que para protegerte piensas que lo mejor es no recordar y seguir adelante, cerrar esa etapa de tu vida bajo siete candados. Ahora está todo muy reciente y es normal que los árboles todavía no te dejen ver el bosque. Si me necesitas, quiero que sepas que nunca oirás de mi boca un “te lo dije”. No quiero que te avergüences si tienes dudas, si quieres preguntarme algo, si algún día necesitas pedir ayuda porque estás perdida en un camino que yo ya he transitado, y logré salir de ahí. Recuerda que no soy tu enemiga, soy tu tu aliada y siempre lo he sido.
No te voy a decir lo que tienes que hacer a partir de ahora, no voy a darte ningún consejo, tu proceso de duelo es solo tuyo y no voy a ser yo quien te diga que denuncies, y tampoco que no lo hagas. Bien sabes que he vivido ese proceso tan humillante en mis propias carnes y lo único que puedo ofrecerte es mi experiencia. Sólo tú sabes lo que necesitas y cuándo lo necesitas. Si necesitas justicia y reparación, adelante, pero tienes que ser consciente del coste emocional altísimo que tendrá y es necesario que estés preparada para ello. Decidas lo que decidas, te apoyaré. Y si cambias de opinión, también.
HERMANA, no te conozco, no te he puesto cara, hasta ahora ni siquiera sabía que existías, pero te tengo guardado mi abrazo más sincero.
HERMANA, ambas sabemos que no podemos confiar en la justicia, pero nos tenemos la una a la otra. Puedes confiar en mí. Mi puerta siempre estará abierta para ti. Si necesitas un lugar donde refugiarte y alguien que te comprenda sin necesidad de decir una sola palabra, aquí estaré para ti. No te conozco pero eres mi hermana. Quiero que sepas que, pase lo que pase, puedes contar conmigo. No estás sola.
Carta abierta a las «segundas esposas» de una «primera mujer» que denunció violencia de género
Cómo terminar una relación tóxica y detectar las señales para evitar volver a caer
El proceso psicológico y la protección a la víctima al denunciar violencia de género
Esta es una de las cosas más bellas que he leído últimamente.
Caray Jessica, «hace tiempo escribiste» una enérgica y positiva carta, y esta es igualmente potente y emotiva (en el buen sentido de la palabra).
Un abrazo.
Hace unos meses reuní el valor para contactar con la ex de mi expareja. Me daba tanta vergüenza que pedí a una conocida común que tanteara si ella estaba dispuesta a hablar conmigo. «Solo dime si ha llegado a pegarle», me contaron que fue lo primero que ella preguntó. A mí se me pusieron los pelos de punta. Yo la había tenido a ella como una acosadora. Y por desgracia el tiempo lo coloca todo en su sitio.
Absolutamente admirable.. ojalá todas seamos un poco más como tú, yo lo intento día a día. Te leo siempre y me has proporcionado muchísimas herramientas para mi vida. Gracias. Eres increíble. Desde aquí te mando toda la fuerza del mundo, ya que no te lo están poniendo nada fácil, pero no te rindas, nos haces mucha falta. Besiños
Eres maravillosa y espero que los malos ratos que estás viviendo (otra vez) pasen pronto. Un beso enorme.
Holis, en la primera captura, por que te envias correos a ti misma? Saludines!!!
Holis, si estás cegata ponte gafas, y si no entiendes la diferencia entre las preposiciones «de» y «para» vuelve al cole. Saludines!!!