Amarna Miller concedió la semana pasada una entrevista para Gonzoo de lo más interesante. Para quien no la conozca, Amarna Miller tiene 25 años, es licenciada en Bellas Artes, trabaja como actriz, productora y directora de películas porno y lleva desde los 19 año en el mundo del cine para adultos, y se ha autoproducido gran parte de su filmografía. Además, tiene un blog en el que escribe sin tapujos acerca de su profesión y los estigmas que la rodean, sin mitificarla y a la vez sin caer en el puritanismo y la mojigatería que con frecuencia impregnan las visiones más críticas con la industria pornográfica. Uno de los artículos que, desde mi punto de vista, resultan más ilustrativos de su blog sobre esto que comento, es el titulado «¿Por qué no grabo escenas anales?«, que a mi juicio representa perfectamente esta dicotomía: la dureza de su profesión, cómo con frecuencia se confunde el porno con realidad, la dureza de una industria que machaca a las mujeres en situación de mayor vulnerabilidad, pero a la vez cómo las mujeres empoderadas pueden trabajar en la industria del porno marcando sus propias reglas.

Amarna es actriz porno y feminista. Sí, aunque haya a quien le pueda explotar la cabeza con semejante combinación, Amarna Miller se identifica con la corriente feminista pro-sex. Cree en el porno ético y responsable, lo cual es bastante significativo, porque si hay un tipo de porno ético, eso implica que hay otro que no lo es; y una de sus reglas básicas es rodar únicamente con productoras, actores y actrices que le gusten realmente, con prácticas que disfruta de verdad, de tal manera que su producción tiene una autenticidad que por desgracia no abunda precisamente en el porno mainstream.

Además, se declara abiertamente bisexual, se identifica con el poliamor, entre sus tendencias está el BDSM, y actualmente está en una relación poliamorosa, lo que no le impide tener citas, conocer a otras personas, y aquí es donde quería yo llegar, a enfrentarse al estigma de ser actriz porno en sus relaciones incipientes.

Amarna Miller
Amarna Miller

 

En la entrevista para Gonzoo, Amarna explica que está harta de tener que dar explicaciones. Porque el problema no es el prono, el problema no es su profesión: el problema es el estigma social que comporta.

No me mal interpretéis, adoro mi trabajo y me siento completamente orgullosa de ser una trabajadora sexual, pero estoy harta de las miradas de sorpresa, las mandíbulas abiertas, las miradas ojipláticas y los «oh», seguidos de algún que otro silencio incómodo. Sin contar con que para la mayoría de la población mi profesión está plagada de estereotipos, normalmente erróneos y bastante dañinos. En mi experiencia, la cita puede derivar en dos tipos de conversación: preguntas infinitas sobre los intríngulis del negocio (¿Las pollas de los actores son tan grandes como parecen? ¿Los chicos toman viagra? ¿Cómo aguantan tanto sin correrse?) o la sensación de haberte convertido ipso facto en una consejera sexual (Mi última novia no se corría con la penetración. Cómo provocar el squirting. No sé si puedo dar placer a una mujer porque mi pene está curvado en un ángulo obtuso de 23 grados.). Una de cada diez veces me toca aguantar las actitudes paternalistas, los «Te dedicas al porno porque no has encontrado a nadie que te ame de verdad.»

(…) Cuando reflexiono sobre ello me siento frustrada. Frustrada por vivir en una sociedad en la que estoy y estaré estigmatizada de por vida simplemente por aparecer en internet teniendo sexo delante de unas cuantas cámaras.

Y es que hablamos del estigma de puta, pero poco hablamos del estigma de ser actriz porno. La prostituta es el prototipo de la mujer estigmatizada. Es a la vez nombrada y deshonrada con la palabra puta, aunque no se utilice únicamente para referirse a las mujeres que ejercen la prostitución, sino que nos abarca a todas. Una «puta» es una mujer cuya sexualidad no se somete a los cánones socialmente impuestos. El estigma de puta nos atraviesa a todas desde la pubertad, y si no que se lo pregunten a esa compañera de colegio a quien se le desarrollaron las tetas antes que al resto.

En tanto que trabajadora sexual en su definición amplia, mujer que que practica sexo por dinero, las actrices porno también tienen que lidiar en su día a día con el estigma de puta, pero además con un handicap añadido y es que su nivel de exposición pública es millones de veces mayor. No es lo mismo ejercer la prostitución en un piso con 20 palabras y una foto con la cara pixelada en milanuncios, que nadie tiene por qué enterarse de a qué te dedicas si tú no quieres, que producir cientos de películas a lo largo de tu carrera en las que se ve perfectamente tu cara y todos los rasgos de tu cuerpo, que tus vídeos circulen libremente por internet y que sea imposible de esconder por mucho que utilices un pseudónimo, por no mencionar entrevistas y publicidad de todo tipo, al alcance de cualquiera, a un click en internet.

Cansada porque haga lo que haga tengo la palabra ACTRIZ PORNO grabada en la frente y esto afecta en la manera en que me relaciono con la gente, y la manera en la que la gente interactúa conmigo. Porque se piensan que tener una cita con una trabajadora sexual va a llevar, sí o sí, a una noche de carnalidad desenfrenada. Porque fantasean con mi personaje delante de las cámaras mucho antes de conocer a la persona que se encuentra detrás de ellas. Porque la intimidad se rompe cuando me has visto desnuda trescientas veces antes de que me haya quitado la ropa delante tuyo. Las primeras cincuenta veces te muerdes la lengua, haces de niñera y explicas de buenas maneras que eres una persona normal y corriente que simplemente tiene un trabajo un poco peculiar. Pero después de unos cuantos años lidiando con la misma cantinela te hartas de tener que dar explicaciones a nadie. Te hartas hasta de hacer el esfuerzo. No quiero acabar dando charlas sobre feminismo pro sex mientras intento tener una cita.

(…) Siempre que me preguntan en una entrevista qué es lo peor de dedicarme a la pornografía, contesto lo mismo: lo peor de ser actriz porno es cómo la sociedad concibe el trabajo sexual. Lo peor de mi trabajo no tiene que ver con mi trabajo, sino con las ideas y estereotipos que el común denominador de la población tiene sobre él. Y por este motivo es tan importante coger la batuta y de vez en cuando salir ahí fuera y decir «¡Eh! ¡Que antes de ser actriz porno, soy persona! Que voy a hacer la compra, y me gusta recolectar conchas de la playa cuando voy de vacaciones. Que cuando me acuesto llevo un pijama con pelotillas, no un picardías transparente. Que me gusta hablar de novelas gráficas y de cómo la última de Tarantino me ha puesto los pelos de punta. Que soy más (¡Mucho más!) que un cuerpo con agujeros para penetrar

Amarna Miller
Amarna Miller

 

Una de las cosas que más me chocó fueron algunos comentarios a la noticia, en los que le venían a decir que con ese trabajo «nunca encontrarás novio, los hombres no te van a querer«.

Algunos ejemplos (faltas de ortografía en el original):

Juan Brillo Rodríguez:

No digo que se la deba juzgar, ni mucho menos, PERO no a todos los tios nos gusta que se follen a nuestras novias por mucho que las paguen, tal vez por eso le cueste encontrar lo que busca. Y cuando llegues a casa y te pongas a hablar de trabajo, que, a decir cuantas has chupado o la postura que has echo? Seamos serios, no todo el mundo puede aceptar y escuchar como otros se cepillan a su novia a diario.

Que es una persona, si, PERO como ella dice, tiene que realizar un cribado porque no todo el mundo puede tener una relacion con una persona a la que en su trabajo se la follan. Y digo esto desde el maximo de los respetos.

Isabel Gómez:

Sí, sí, mucho bla bla, PERO a ver quién es el listo que sale con ella, sabiendo que se la tiran en las películas por esos agujeros que menciona .Fuera de la industria del porno, esta no encuentra ni novio ni marido.

Pako Pako:

Me parece que la llevas clara si buscas una pareja estable y que te quiera mientras trabajas en lo tuyo. Y te voy a explicar el porque. Un hombre normal y sano, cuando busca una pareja, busca a alguien con quien procrear, hacer familia pero sobre todo procrear y que sus genes no se pierdan. ¿Qué ocurre en tu caso? Un hombre te puede querer, pero nunca estará seguro de poder procrear, y en tu caso es porque te acuestas con otros hombres. Y si el hombre no está seguro de poder procrear contigo lo hará con otra. Es nuestra genética, lo puedes consultar en los libros. Por otro lado estáis las mujeres, no buscáis tanto el transmitir los genes, porque ya se da por hecho que lo vais a hacer no importa con quien os acostéis, sino hacerlo con un hombre que os guste, pero sobre todo que sepáis que no os abandonara con el crio. Todo lo que digo es ciencia, no me lo he inventado. Suerte con tu búsqueda de un príncipe azul que no quiera procrear.

Me fascina esa idea de tener pareja como método validador de comportamiento social. Si no pasas por el aro y no te comportas de la manera adecuada, tal y como la sociedad espera de ti, no tendrás pareja y te quedarás sola. O dejas de dedicarte a lo que te gusta o acostúmbrate a la soledad, porque esto es lo que hay. A mí me suena a chantaje. ¿He comentado que Amarna tiene pareja y que además está en una relación poliamorosa? Así que si Amarna tiene pareja, tiene a alguien que la quiere, significa que lo que hace está bien. Jaque mate meapilas.

No, hablando en serio, tendríamos que hacer un replanteamiento profundo de esa idea de que tener pareja de algún modo valida tu comportamiento. Somos personas completas, adultas, que toman sus propias decisiones y no necesitamos la aprobación de terceras personas. No necesito un sello de «boyfriend approves» para lo que hago, digo o pienso, y esa amenaza implícita de «te vas a quedar sola, nadie te va a querer» lo que esconde en realidad es vuestro miedo, lo amargados que estáis y el deseo de que quien tiene un estilo de vida que no aprobais se pudra en la tristeza y la soledad.

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Amarna Miller
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