Los hombres feministas también #EXISTEN, y luchan por la verdadera igualdad, no como esos que se llaman a sí mismos igualitaristas porque la palabra feminismo les produce urticaria de la misoginia que se gastan. Paco Abril, Octavio Salazar y José Ángel Lozoya son tres de esos hombres feministas que activamente defienden una nueva masculinidad en la que los varones no abusan de las mujeres, ni de su cuerpo, ni de su tiempo. Padres comprometidos con la crianza desde antes incluso del nacimiento del bebé, no como esos padres ocasionales o ayudantes que cuando su mujer se harta y les pide el divorcio, entonces se convierten en aguerridos luchadores a favor de la custodia compartida para no tener que pagar hipoteca y pensión.

Ángel Lozoya: “Hombres y mujeres pueden cuidar y lo hacen igual de bien. Tengo en alta estima a los hombres. Sabemos hacer de todo, si no hacemos algo es porque no nos interesa. Y cuidar de los mayores no goza del glamour que sí tiene el hacerse cargo de los hijos pequeños entre los padres igualitarios”, expuso él, que eligió la tarea más dura. Por eso, la lucha de los varones feministas contra los recortes en la ley de dependencia ha sido anecdótica. Sus batallas son otras, relacionadas principalmente con la paternidad, porque todavía la atención de las personas dependientes es considerada tarea de mujeres. “Cuando los padres requieren de asistencia, cuidan más las nueras que los hijos”.

Fuente: El País. Hablan los «nuevos» hombres.

 

Porque llevar tú al niño, como que no lo ves, ¿no?
Porque lo de llevar tú al niño un rato, como que no lo ves, ¿no?

 

Un nuevo estudio del Gobierno vasco pone de relieve que las zancadillas a la hora de buscar el equilibrio entre vida laboral y familiar se ponen a las mujeres. El informe, del departamento de Empleo y Políticas Sociales del Ejecutivo autonómico, ha analizado la ‘Implicación de los padres vascos en la crianza: impacto en la corresponsabilidad y en el trabajo productivo’. El antropólogo especialista en género, y coordinador de la investigación, Ritxar Bacete, y Leire Gartzia han concluido que las opiniones se dan de bruces con la realidad, lo que les lleva a hablar de la “paradoja de la desigualdad en un contexto de expectativas igualitarias”. «Si nos comparamos con cómo eran nuestros padres, claro, somos hombres maravillosos», ha afirmado irónico Bacete, después de constatar que «hay resistencias a la igualdad: hay ideología igualitaria, pero las prácticas van en sentido contrario».

Los autores también observan “distorsiones” en la percepción de las responsabilidades de la pareja y el tiempo que cada uno de ellos dedica a las tareas domésticas. Leire Gartzia, de la Universidad de Deusto resalta respecto del uso del tiempo que «algunas parejas pensaban que tenían una relación de igualdad, pero al responder el cuestionario, se dieron cuenta de que no». En su opinión «para los hombres y las mujeres feministas es más fácil cambiar sus actitudes hacia otras contraestereotípicas que están penalizadas por la sociedad». Situados frente al mismo espejo, los hombres tienden a sobreestimar su dedicación: se otorgan un 77% frente al 39% que les conceden las mujeres en la misma tarea; a la inversa, ellas se arrogan el 62% y ellos les atribuyen un 57%. Los números chirrían, más aún teniendo en cuenta que se trata de una misma pareja.

Fuente: El País. Conciliar con la boca, no con la cabeza

Autora: Lita Cabellut
Autora: Lita Cabellut

 

Las mujeres nos hemos dedicado a lo largo de la historia a las tareas de cuidados. Tanto en la familia, como en la oficina, en una asamblea o incluso dentro del propio movimiento feminista, se espera de nosotras que ejerzamos una larguísima lista de cuidados que van desde las tareas domésticas hasta los cuidados emocionales, pasando por la pedagogía o el apoyo logístico.

a dinámica patriarcal en la que nos vemos inmersas nos lleva a ofrecer cuidados gratuitos, obligatorios y unidireccionales. Para más inri, como los cuidados se consideran un trabajo femenino y lo femenino es sistemáticamente despreciado, estos cuidados también son invisibles y devaluados.

Como mujeres feministas, se espera de nosotras que ejerzamos constantemente una pedagogía calmada y amorosa para personas machistas que no se molestan en leer los artículos que les pasas y piensan que han descubierto la gran brecha en nuestras “teorías” sobre el patriarcado. Se espera que aguantemos sin perder los nervios a machirulos de todo tipo en busca de una clase particular a medida por la que no piensan pagarte.

La función de los hombres feministas no es sujetar la pancarta, inventar términos o teorías, acaparar los debates, recomendarnos lectura o mandar a Brigitte Vasallo a unirse a las luchas LGTB. No. Los hombres feministas sirven para hacer pedagogía. De este modo, no sólo dejaréis de dar vueltas como pollos descabezados intentando ocupar posiciones de liderazgo, sino que además ayudaréis a desmontar la dinámica patriarcal de cuidados feminizados, gratuitos, obligatorios y unidireccionales.

Artículo completo de Lidia Infante en Locas del Coño.