Hace unos días Li Kaczynski publicó esta foto junto al texto que véis, en su perfil de facebook y twitter.

Esta soy yo HOY en bragas. En ETAM tengo una 42. En INDITEX tengo una L, 42, M, 38, XL, 44, 40… depende. Por supuesto no he comprado nada pero quería probar.
Y en MANGO no tengo pantalones. Tengo que ir a VIOLETA, el MANGO de las Tallas Grandes.

Si yo tengo que ir a comprar a una tienda de tallas grandes… ¿cómo esperamos que estén las jóvenes de obsesionadas?

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Las reacciones no se han hecho esperar. Entre docenas de mensajes que negaban directamente lo que Li estaba diciendo, incluidas algunas mujeres que un mes anterior comentaban la misma situación. Mi preferida es esta:

 

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Y, por supuesto, numerosas lindezas procedentes de hombres que le han dedicado en twitter. Por ejemplo, le han dicho que tiene «un chochito de guarra embustera y subnormal«, que «le hace ilusión enseñar las bragas«, que busca llamar la atención, «lo que inventan las feas con tal de enseñar el chocho«, «en lo que tampoco usas mucha talla es en la mochila de las neuronas«, los que comentaban que se estaban masturbando con su foto, and so on. No hace falta que siga porque ya os hacéis una idea. Lo de siempre: el universo es falocéntrico. No conciben que algún tema no gire alrededor de su polla.

Con 4 ejemplos basta:

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En cambio, en palabras de Lidia Infante que resume perfectamente esta otra noticia: ‘Hombre dice lo que las mujeres llevamos años diciendo y se lleva el mérito«.

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Podría marcarme un discurso sobre cómo hasta en las cosas que nos afectan directamente nos negáis credibilidad y legitimidad para quejarnos, y solo nos empezáis a creer (un poco) cuando lo mismo os lo dice un hombre, pero ¿para qué? Yo creo que ha quedado bastante claro. Por si os ayuda, otro hombre, esta vez el Demonio Blanco de la Tetera Verde, publicó también hace un tiempo la traducción de un post escrito por otro hombre precisamente sobre la desconfianza de los hombres hacia cualquier queja que proceda de una mujer, titulado «los hombres que no se fiaban de las mujeres«:

La confianza, o más bien, la falta de la misma. En resumidas cuentas, los tipos no nos creemos las cosas si nos las cuenta una mujer más allá de nuestra madre, profesora o cualquier otro cuerpo asignado como mujer que se presente como figura de autoridad preestablecida. ¿Es que acaso nos pensamos que las mujeres son mentirosas compulsivas? No, no creo, pero nos cuesta más creernos algo si viene de una mujer que si viene de un hombre, sin duda.

Este texto va de cómo tras cinco años de matrimonio, otros ocho de compromiso y otro más de lo que diantres fuera lo que estuviésemos haciendo antes de comprometernos me acabo de dar cuenta de que no me fío de mi esposa.

Cuando sale a colación el concepto de confianza, lo solemos ubicar contextualmente enacciones, o de lo que es capaz de hacer tal o cual persona. Si confías en alguien, es que confías en que no te va a poner los cuernos, robar, mentir o asfixiar con una almohada mientras duermes. Vamos, que si es por esto, claro que me fío de mi mujer, sin duda, pondría la mano en el fuego por ella, no fastidiéis. También me fío de su opinión sobre temas importantes, confié en el pasado en ella como esposa y madre en ciernes, y en la actualidad ni se me pasa por la cabeza que vaya a envenenarme con los canelones.

¿Pero sabéis de lo que no me fío, y, además, no lo he hecho con ella ni con ninguna de las otras mujeres con las que he mantenido una relación? De sus sentimientos.

Si me viene conque está jodida con algo, primero reacciono con un ¿qué ocurre? Mi segunda reacción más común es, antes de incluso poder explicarse, es un fijo que exagera. ¿La tercera, ya cuando me lo ha contado? Vale, sé lo que dices y te voy a ayudar, pero fijo que eso que te hace tanto la puñeta no es ni mucho menos para tanto. (…)

Y de aquí llegamos a por qué hizo falta todo un equipo femenino de fútbol  de instituto para que empezáramos a plantearnos que igual Bill Cosby no se parece tanto al bueno de Cliff, de su querido programa. O por qué, pese a las miles de quejas de nuestras novias, colegas, primas, esposas y compañeras de clase, negamos el acoso callejero hasta que lo vemos con nuestros propios ojos; o por qué ponemos en duda duranteaños el testimonio de miles de mujeres sobre el músico y productor R.Kelly hasta que vemos el vídeo que le incrimina.

Bola Extra: 17 modelos que van a hacer que te replantees el concepto de «talla grande».