#113 Desventajas de la copa menstrual. O todo eso que nadie cuenta aunque, honestamente y no es por ir de lista, lo sospechaba. Por cierto, que me ha encantado el blog Treintay, igual soy la única petarda que no lo conocía, pero os lo recomiendo desde ya.

 

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#114 En el debate que se ha suscitado subyace una polémica de mayor calado sobre los efectos que ciertas modas pretendidamente naturalistas o alternativas pueden tener sobre los avances conseguidos por las mujeres. Preocupan en particular las teorías que rechazan avances médicos que salvan vidas, como la vacunación infantil, o que han mejorado las condiciones de vida y de seguridad de las mujeres, como los fármacos anticonceptivos o el parto hospitalario. Lo natural no tiene por qué estar reñido con el progreso. El parto en casa, por ejemplo, puede ser una opción, siempre que se haga con un mínimo de condiciones, pero eso no debe llevar a sacralizar el parto con dolor o anteponer la intimidad a la seguridad y menos aún a denigrar el parto hospitalario, que ha contribuido de forma decisiva a reducir la mortalidad materno-infantil.

Algunas voces han alertado sobre los movimientos pendulares, y especialmente sobre aquellos que mitifican de tal modo el concepto de natural que convierten de nuevo a las mujeres en esclavas de su función reproductiva. Llevadas a sus últimas consecuencias, algunas de estas teorías pueden acabar recluyendo a la mujer en casa, no porque nadie la obligue, sino porque ella misma se ata a la pata de la mesa. Dejar de trabajar para criar a los hijos es una opción. Pero entronizar la dedicación exclusiva a la crianza como una especie de dictado de lo natural supone volver a los roles que reservan el mundo laboral y la esfera pública a los hombres, y la crianza y la esfera de lo privado a las mujeres. El neomachismo encontraría así en las teorías de la naturaleza diferencial un poderoso aliado. Las propias mujeres asumirían la diferenciación como una elección, adornada en el caso de los movimientos alternativos con el marchamo de la rebeldía pues muchas de estas tendencias se acompañan de una crítica justificada a la mercantilización o a la excesiva medicalización de ciertos aspectos de la vida.

La crítica a la mercantilización es legítima. Sin embargo, algunas de las alternativas no contribuyen precisamente a liberar a las mujeres, sino a crearles nuevas ataduras. Y hay que tener cuidado con el sentimiento de culpa que suele generar la asunción dogmática de cualquier teoría. [Artículo completo: Nuevas tiranías que atan a las mujeres]

 

#115 Interesante debate sobre las miserias del periodismo que me recuerda mucho al cirre de CCTV: La delgada piel del periodismo, por Fernando Varela.

Muchos colegas nos hemos enzarzado, en privado o en las redes sociales, en un debate sobre nuestras miserias: trabajamos para contar la verdad o buscamos las noticias que nos piden nuestros jefes. Que cada cual se haga esta pregunta y responda en la intimidad de su conciencia. Si la respuesta es la segunda, decidamos entonces si queremos ser cómplices o mártires.

Como ya dejé dicho en otro lugar, lo que no somos es inocentes. Podemos elegir: aunque la alternativa a la complicidad sea el martirio. Y aunque entiendo a quienes eligen ser cómplices, lo que no acepto es que además quieran mostrarse como héroes. Eso sí, de piel muy fina.

#116 ¿Eres lo que posteas? Una reflexión sobre la imagen que reflejamos en redes. El corto de la norteamericana Kerith Lemon ‘A social life’ aborda cómo mostramos nuestra vida en internet. Meredith es una joven que hace deporte, come sano, trabaja duramente y, por las noches, sale a tomar algo. ¿El problema? Todo esto solo ocurre en sus redes sociales: después de fotografiar sus zapatillas de deporte, su comida sana y su portátil, solo se queda observando como llegan los likes. Es la historia del cortometraje A social life. (…) «La situación se vuelve complicada cuando el tiempo y esfuerzo que dedicamos a nuestra imagen es redes se apodera del tiempo que dedicamos a nuestra vida real».

#117 Y en el lado opuesto aunque complementario, un artículo de Carlos Hidalgo en Bez sobre redes sociales y la espiral del silencio: El miedo a abrir la boca en las redes sociales hace que se usen menos. Los usuarios de Facebook y Twitter están menos dispuestos a dar su opinión si sienten que van a estar en minoría, mientras que por otro lado las minorías organizadas y escandalosas pueden imponer el silencio al resto de usuarios. No es que usemos menos las redes sociales, pero cada vez las usamos más para escuchar que para expresarnos. Las minorías organizadas en las redes han creado un ambiente que logra que, en ocasiones, estemos más dispuestos a tratar asuntos polémicos en una cena familiar que en nuestros perfiles de Internet. (…) Las minorías organizadas y escandalosas, si son persistentes, pueden imponer el silencio al resto de usuarios de la red social donde actuen y hacer que sólo puedan darse opiniones favorables a sus postulados. (…) Como dijo Haque: discutir en Internet es como hacerlo en la plaza pública, sólo en que la plaza pública puedes llamar a la policía si alguien te agrede.

 

Autora: Zena Holloway
Autora: Zena Holloway

 

#118 Ana Aldea para el Huffington Post: ¿Por qué siempre salgo del pediatra cabreada?

Una de las muchas cosas que no sabía antes de ser madre era la cantidad de veces que un bebé tiene que ir a revisión. Algunas veces la revisión es de la pediatra, otra de la enfermera, pero siempre salgo igual de enfadada. Y no es ni por la pediatra ni por la enfermera, que son encantadoras… sino porque casi todos las habitaciones del centro de salud público comparten un cartel.

Un cartel que supongo que nadie ha hecho con mala intención, y que sin embargo fomenta los estereotipos de género desde los primeros días de vida del bebé. Menos mal que cuando nacen no ven, porque si no mi niña, en su primera revisión a las 48 horas de vida ya habría recibido unas cuantas lecciones morales de lo que puede ser o no ser en la vida.

Ser policía o bombero son cosas de chicos, y antes que médico es mucho más probable que siendo mujer… sea enfermera. Pero si pese a todo quiere ser médico… que sea pediatra porque todos sabemos que a las mujeres nos gustan más los niños.

(…) El problema no es sólo el cartel que un comercial ha regalado a los profesionales. El problema es que cuando mi pediatra lo colgó le debió parecer normal, y que a toda la gente que lo ve le parece normal. Y no nos enfadamos, y al final estamos siendo cómplices de hacer el mundo más sexista, más cuadriculado. Esto es de niñas. Esto es de niños.

profesiones sexistas