Imaginaos si el 99’9% de los terroristas fueran mujeres.

No dejaríamos de hablar de género. Hordas de periodistas y columnistas se hartarían a analizar elementos como «¿qué problema tienen las mujeres para que sean tan tendientes al asesinato?», «¿cómo se educa a las mujeres para que pasen estas cosas?», «¿en qué influencia nuestra cultura a las mujeres para que cometan tanta violencia?», «¿qué influencias literarias y cinematográficas les compelen a causar todo este caos?»,«¿será biológico?», deberíamos establecer una legislación para controlar sus cuerpos. Es sabido que poseen un exceso, de origen genético, de la hormona oxythorconompolonomon, que las hace más susceptibles de la agresión, con una simple operación bastaría…»

Todo dios, desde Trump hasta Oprah Winfrey estaría con este tema en la boca a diario.

Pero como el 99’9% de terroristas son hombres, el género no es importante. Hasta ese punto hemos naturalizado la violencia masculina. No nos preguntamos cuál es el problema con «esta» categoría humana ni como criamos a los hombres para que se vean con derecho sobre cuerpos ajenos. El género y el patriarcado no son los únicos factores, aunque sí de los más importantes. ¿Por qué prácticamente la totalidad de terroristas y tiradores son, salvo excepciones, hombres?

Autora: popthirdworld | Traducción vía: Demonio Blanco

Aprovecho para recomendar la entrada Islam y sexodivergencia. De la aceptación al estigma.

 

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