Estamos asistiendo este verano a un constante el goteo de noticias referentes a denuncias por violación y agresiones sexuales en Pamplona durante las fiestas de San Fermín (click en la imagen para ver la noticia), ante lo cual es inevitable preguntarse: ¿son los sanfermines más peligrosos este año para las mujeres que en años anteriores? Mi valoración es clara: NO. Y explicaré por qué.
¿Qué diferencia este año con respecto a los anteriores? Que por primera vez el ayuntamiento se está tomando en serio las agresiones sexuales que los colectivos feministas vienen denunciando desde hace años, se ha reforzado el dispositivo policial y se han colocado cámaras de vigilancia, en una polémica medida que sin embargo ha permitido identificar rápidamente a varios de los agresores.
Desde el propio ayuntamiento admiten que las agresiones sexuales durante las fiestas de San Fermín han pasado toda la vida, solo que el tradicional clima de tolerancia social en fiestas hacia las agresiones sexuales que llevamos años denunciando ya no existe. Desde la concejalía de Seguridad del Consistorio se reconoce la gravedad de los hechos pero se insiste en que no son extraordinarios:
“Probablemente ahora se denuncia y se persigue lo que antes no”, indicaba el concejal Romeo.
Queda cristalino: antes no se denunciaba y por lo tanto no se perseguía, o más bien no se perseguía y por lo tanto era inútil denunciar lo que ahora ya no se tolera. Las campañas de concienciación y el clima de tolerancia cero hacia las agresiones sexuales que colectivos feministas llevan desarrollando los últimos años con motivo de las fiestas de San Fermín están dando sus frutos: por el momento siguen produciéndose agresiones sexuales como otros años, PERO las víctimas ya no se callan, ya no hay impunidad hacia los agresores, las campañas de sensibilización funcionan para sacar a la luz la mierda que antes quedaba oculta porque quienes tienen que protegernos miraban para otro lado.
De hecho, los cinco detenidos por la violación del primer día de sanfermines de este año, parece ser que declararon en comisaría que «cómo va a ser eso violación», como si haber acorralado a una mujer entre cinco tíos, sujetarla de las muñecas, impedirle escapar valiéndose de su superioridad física y forzarla mientras lo grababan con el móvil tal y como consta en el auto del juez de guardia que ha decretado su ingreso en prisión sin fianza, no fuese prueba suficiente de que ella no consintió, porque «lo normal» es que si estaba en Pamplona por San Fermín se sobreentiende que consiente, ¿acaso no vienen todas para eso? Su declaración parece dar a entender que los 5 implicados consideraban Pamplona en fiestas una macroorgía* en la que el consentimiento se da por sobreentendido, porque para eso vienen.
De algún modo, da la sensación de que en este tipo de fiestas multitudinarias la suspensión de las reglas forma parte de la fiesta, algo que ni siquiera es propio de sanfermines, sino que es generalizado. Ocurre no solo en Pamplona por fiesta mayor, sino en todos los festivales y fiestas mayores en las que coincide una gran aglomeración de gente especialmente cuando un gran número de los participantes son personas venidas de fuera de la localidad, alcohol y fiesta. En Reino Unido, por ejemplo, en el contexto de los festivales de música, un estudio realizado en 2013 concluye que el 85 por ciento de los casos de violencia sexual graves no se denuncian a la policía (pdf).
Esta situación no se daría de no existir un clima de tolerancia social generalizada y si las víctimas no fuesen sistemáticamente señaladas y estigmatizadas cuando se atreven a denunciar.
- Vosotros os acordáis de la violación de Málaga, o de los detalles que os interesan del caso de la violación de Málaga más bien.
- Yo me acuerdo de Ariadna Mejías, de 17 años, quien se suicidó en Madrid tras denunciar a su violador y sufrió un auténtico calvario médico, judicial y policial según relata su propio padre.
- Yo me acuerdo de Rehtaeh Parsons, de Halifax, que se suicidó a los 17 años tras dos años de acoso cuando a los 15 años fue violada por cuatro energúmenos en Nueva Escocia (Canadá) y uno de ellos tomó una foto que hizo circular por todo el instituto.
- Yo me acuerdo de Amanda Todd, una adolescente que se suicidó después de que hicieran pública una foto suya en top-less y fuese acosada durante años por ello.
- Yo me acuerdo de Audrie Pott, que se acabó suicidando tras ser violada por tres estudiantes mientras dormía en una fiesta en Santa Clara (Saratoga).
- Yo me acuerdo de la joven francesa que ha retransmitido recientemente su suicidio por Periscope tras haber sido víctima de una violación.
- Yo me acuerdo de la joven que se suicidó en la India después de ser violada en grupo, tras presionada por la policía y por los propios sospechosos para que retirara la denuncia.
- Y también me acuerdo de la joven de 23 años a quien Brock Turner violó en una fiesta mientras ella estaba inconsciente fruto del alcohol. Por esta violación él condenado por violación a 6 meses de cárcel, porque una condena más duna «tendría un impacto severo en él». El impacto que tuvo la violación en su víctima mira, qué le vamos a hacer, cosas que pasan. Seguramente en esta condena tan leve no ha tenido nada que ver que el acusado sea un estudiante blanco, de la prestigiosa universidad de Stanford, de clase acomodada y campeón de natación. Claro que no.
Y tantas y tantas otras víctimas de violación que acabaron suicidándose, tras no poder soportar el dolor y el estigma social que encima las culpabilizaba a ellas de las agresiones sufridas.
La organización benéfica Rape Crisis se dedica a recibir las llamadas de víctimas de violaciones como las que se cometen en los festivales. La coordinadora de operaciones de la línea de ayuda, la Dra. Fiona Vera Gray, explica:
«A veces las mujeres temen que se las juzgue por haber consumido drogas o alcohol. A veces les cuesta creer que las tomarán en serio cuando denuncien, sobre todo cuando no recuerdan exactamente qué ocurrió».
Y es que aunque quizá pueda dar la sensación de una mayor peligrosidad, es una sensación falsa: ocurren las mismas (o quizá incluso menos) agresiones que en años anteriores, pero estas emergen a la luz porque las campañas de concienciación logran generar una menor tolerancia hacia las agresiones y una mayor conciencia hacia la importancia de denunciar. Puede parecer que hay más agresiones pero lo que en realidad hay es más denuncias y menos impunidad.
«Está comprobado que, cuando sensibilizas al público y ofreces asistencia, las víctimas acuden a buscarla. Ese es nuestro objetivo, pero podría parecer que ha habido un aumento de las agresiones sexuales. Ningún festival quiere dar la imagen de ser un evento con problemas de agresiones sexuales. Sin embargo, si se unieran a acciones como esta, estarían contribuyendo a crear un espacio más seguro en su recinto».
Fuente: Vice Spain – Se cometen violaciones en los festivales de música y no parece importarle a nadie.
Cuando en 2014 se dio a conocer el mapa de la violencia de género en Europa gracias a un estudio realizado durante el 2013, la idea que caló fue que, a la vista del mapa, en los supuestamente idílicos e igualitarios países nórdicos existía una mayor violencia de género que en la machista España, porque por ejemplo en Finlandia, Suecia o Dinamarca casi la mitad de las mujeres había sufrido alguna vez violencia de género, mientras que en España esta cifra apenas alcanza a una de cada cuatro. Pero es una sensación falsa, porque lo que hay es una mayor conciencia de la problemática.
Los expertos aseguran no es que se den más casos, sino que las condiciones sociales, políticas y culturales de estos países permiten que las víctimas identifiquen la agresión y denuncien con más seguridad, de ahí el mayor número de mujeres que identifican las agresiones. Según Zulema Altamirano, especialista del Instituto Europeo por la Igualdad de Género:
Aunque resulten alarmantes estas cifras, Altamirano explica esta diferencia entre los países nórdicos y los del sur. Asegura que al haber políticas de igualdad más efectivas en el norte «las mujeres son más propensas a hablar sobre situaciones de violencia vividas cuando son preguntadas en una entrevista». Por lo tanto, no es que se produzcan más casos que en otros países, sino que los que se dan son más visibles.
Fuente: Público.es – Las cifras de violencia machista en los países nórdicos duplican las de España
La experta añade que hay varios factores que apoyan esta idea. Por un lado, «no se ve lo que no se cree» esto significa que en países con más igualdad entre hombres y mujeres, la sociedad en general es más consciente sobre la violencia de género, y, por tanto, es más fácil para las mujeres identificar las situaciones de violencia. Además, en éstos se ve como un grave problema público que no se tolera, lo cual da más seguridad a las víctimas. Asimismo, si las ciudadanas tienen confianza en la justicia y la policía, denunciarán con más libertad, y por ende, esto se verá reflejado en cualquier encuesta.
Sobra decir que esto en España no ocurre, y para muestra la serie de artículos en los que intento realizar un breve seguimiento bajo la etiqueta ¡Denuncia, mujer! en este mismo blog cuando la actualidad no me desborda.
La macroencuesta sobre violencia de género de 2015 en España refleja precisamente esta situación. Entre los motivos que las víctimas alegan para no denunciar cabe destacar:
- No conceder suficiente importancia a la violencia de género sufrida (44,6%)
- Miedo (26,56%)
- Vergüenza (21,08%).
- Autoinculpación (9,22%)
- Temor a que se cuestione su credibilidad (8,23%)
En resumen, hay una serie de elamentos que inciden en una mayor peligrosidad de las fiestas, no únicamente de sanfermines sino en general. En concreto cuando confluyen una serie de factores, entre ellos:
- Grandes aglomeraciones
- Fiesta y alcohol
- Elevado número de participantes en las fiestas que proceden de otros puntos geográficos más o menos distantes
- Sensación de impunidad y de dejar en suspenso las reglas durante esos días
- Alta tolerancia social hacia las agresiones
- Baja percepción de la desigualdad
- Tendencia a culpabilizar a la víctima porque había bebido, se había expuesto o cualquier otro motivo
La suma de todos estos factores conlleva una mayor peligrosidad, un mayor número de agresiones y una mayor impunidad para los agresores, que no se sienten concernidos. Mientras que las campañas de sensibilización, la baja tolerancia hacia las agresiones y el lograr que las víctimas se sientan seguras y no culpabilizadas a la hora de denunciar conlleva que afloren más casos a la luz pública, que se denuncie más, que emerjan estas situaciones y colaboramos a evitar que los agresores no queden impunes. Precisamente es gracias al intenso trabajo de las asociaciones feministas en Pamplona y en toda Navarra para luchar contra la imagen sexista de las fiestas y para prevenir las agresiones sexuales durante los sanfermines que se han reforzado las medidas de seguridad, se han llenado las calles de Pamplona de cámaras de seguridad (una medida que fue mi criticada en su momento pero que ha permitido localizar y detener a los agresores este año), que cada vez se denuncian más y por lo tanto están forzando a las autoridades a perseguir algo que desde el propio ayuntamiento, en concreto desde la concejalía de seguridad ciudadana, han admitido que antes no se perseguía. Este trabajo no es ni nuevo ni reciente: por poner un ejemplo, Marisa Soleto (directora de la Fundación Mujeres) lleva denunciando el sexismo y las agresiones durante los sanfermines desde su columna en El Mundo desde el año 2013 y Emilia Laura Arias en Pikara Magazine lo mismo.
Estos son solo dos ejemplos de un movimiento feminista navarro diverso y fuerte, que lleva años trabajando contra las agresiones sexistas en sanfermines, entre otras muchas cosas. Así pues, la campaña impulsada entre otras por Emakume Internazionalistak, siempre llena el casco viejo y las entradas de la ciudad de pancartas en varios idiomas contra el acoso sexual. Y feministas de la plataforma popular Gora Iruñea gestionan cada año un número de teléfono donde se registran y se brinda apoyo a quienes han sufrido alguna agresión, por citar algunas de las iniciativas. Hay que resaltar que el movimiento feminista nos empezó a tener un tímido apoyo piro arte del consistorio en su lucha contra las agresiones sexuales hasta el 2014, más bien al contrario. Por ejemplo, en ocasiones se ha obligado a quitar de los balcones de la plaza del Ayuntamiento pancartas contra las agresiones.
Fuente: Susana Cañete, activista de Lumatza, para Pikara Magazine.
*Nota: incluso aunque estés participando en una orgía con 20 personas más, puede darse el caso de que no quieras tener relaciones con una o varias de ellas y tu negativa sigue siendo legítima. El consentimiento o es explícito o no es consentimiento.
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