Llevo casi década y media de activismo. Mi primer contacto fue durante la huelga general a Aznar en el 2002 cuando el decretazo, y desde entonces no he parado. De un modo u otro, en política, en sindicalismo, en ciberactivismo, en feminismo, en Juventudes Socialistas, en el PSC, en distintos colectivos feministas, de distintas maneras, aportando como he sabido y podido en cada momento… Y he llegado un punto en que estoy cansada, muy cansada.

No represento a nadie, no quiero liderar nada, no necesito la legitimidad ni la credibilidad de nadie, ni que me den galletitas de aprobación ni una medalla al mérito, ni tengo que demostrarle nada a nadie. He intentado hacerlo lo mejor que he podido.

Empecé a contar mi historia en el blog casi al mismo tiempo que yo misma iba siendo consciente, ha sido un proceso de aprendizaje muy largo durante el que he tenido muchos altibajos, momentos de autoboicotearme y hacerme trampas al solitario, momentos en que me creía más fuerte de lo que realmente era, y momentos de recuperar la esperanza en algo que no era más que una mera ilusión, y lo pagué caro. He vuelto dos años atrás en mi proceso personal, y sigo luchando contra la dependencia emocional. No obstante, creía y sigo creyendo que es importante contar estas experiencias, porque es inmenso el desconocimiento que hay alrededor del tema. Todo el mundo conoce a algún amigo de un primo de un vecino de un cuñao al que le han puesto una denuncia falsa, pero ¿cuánta gente conoce a una mujer que haya sido abusada sexualmente y hable de ello abiertamente? ¿Cuánta gente conoce a una mujer que ha vivido años de maltrato y tenga el valor de hablar de ello sin avergonzarse? Por eso creo que es necesario romper el velo del silencio y hablar, empezar a destruir los muros que nos encierran y contarlo. Pero insisto: no represento a nadie, solo me represento a mí, mi historia no es ejemplo de nada, es solo mi historia personal.

Al romper el silencio lo he pagado caro en muchos sentidos, a nivel personal y también a nivel de mi activismo. Muchas personas que en su momento me apoyaron, decidieron «perder la fe» en mí cuando tomé la decisión de volver con mi ex, de darle una segunda oportunidad, de apoyarle en su voluntad de cambiar. Por supuesto mucha gente ha interpretado que volviera con él como la confirmación de que mi denuncia fue una de los miles de cientos de denuncias falsas. No lo era, él lo sabe y yo lo sé. Me da igual que gente que no me conoce me crea o no. Mis amigos, los que no me han fallado en todo este tiempo, los que han estado ahí, los que no me han dejado sola ni un minuto y han estado muertos de miedo todos estos meses, los que se ofrecieron a acudir de testigos al juicio, los que me han venido a recoger al hospital, los que me han acompañado a recoger mis cosas, los que me han acogido en su casa… Esos no me han fallado. Y es a ellos a quienes les debo la vida en muchos sentidos.

La gente anónima que me exige por internet que les muestre pruebas, me la pela bastante. No os debo nada. Me da igual la opinión que tengáis de mí. No sois tan importantes. Mala suerte.

 

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En este tiempo de activismo me he forjado muchos enemigos desde el momento en que empecé a contar mi historia, enemigos que prestan atención a todo lo que digo y guardan capturas de pantalla durante años en su ordenador del más mínimo detalle, y las comparten entre ellos para reírse. Hay que tener pocos hobbies y el alma muy negra de tanto resentimiento para comportarse así.

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Pero también he recibido odio desde dentro de los colectivos feministas. Desde que estaba en política no he recibido tanto odio como desde que escribo sobre feminismo y violencia de género, tanto de feministas como de machistas. Este año me han llamado dos veces «diva del feminismo» y sigo sin entender a cuento de qué viene, si es una forma de desacreditarme porque creen que estoy por encima de ellas o qué (nota: las imágenes llevan al hilo completo, prestad atención a las fechas porque es importante, sobre todo para determinar quien acosa o quien se defiende).

 


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Podéis quedaros tranquilas, reinas, que no he venido al feminismo a quitarle legitimidad a nadie ni cuestionar el nivel de compromiso de nadie. A mí me importa tres pepinos si hacéis activismo de sofá twitteando o compartiendo noticias en facebook, o si estáis en primera línea de fuego de los colectivos y asambleas, organizando manifestaciones y cogiendo la pancarta, o leyendo formandoos y compartiendo vuestro aprendizaje. Creo que nadie tiene derecho a deciros que vuestro activismo es menos válido porque prefiráis una forma u otra.

El activismo feminista en el nivel asociativo e institucional, igual que cualquier otro tipo de activismo que requiere un mínimo de representación pública, está lleno de egos enormes y de gente que aspira a tener un cargo, sueldo y despachito pasando si es necesario por encima de compañeras, marcando permanentemente las líneas rectas y dándonos lecciones a todas horas porque, tías, estamos haciendo el activismo MAL.

se-muevedogmaticasTwitter también está lleno de «expertas» que predican por la autocrítica y se toman cualquier crítica como un ataque personal, linchamiento y acoso movido por los celos y la envidia.

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Podría seguir así toda la tarde, pero mira, mejor os lo dejo a vosotros: Doctora Glas hablando de envidia, de celos, de «celotipia» que es una palabra que también le gusta mucho, de resentimiento, de maldad. Se me entiende, ¿verdad? No sé, cuando alguien se toma las críticas a sus argumentos y a su estilo de esta manera y cree que todo el mundo la critica por envidia, celos, maldad o resentimiento… igual el problema lo tienes tú, no el resto del mundo. Y así hay poco margen para la autocrítica que exige a los demás. Pero yo qué sé, no soy ninguna experta.

Por si acaso, para que se quedes tranquila, os comento: no tengo ningún interés por dejar un «legado», nunca fue mi intención, y la mera idea de que en el 2050 haya una entrada en la Wikipedia describiendo mi trayectoria como activista, o mi aportación al feminismo y a la política forme parte del temario de algún libro de texto me induce a la carcajada. Hay que estar muy fuera de la realidad para considerar que «queremos proteger nuestro legado tuitero», como si eso tuviera la menor importancia. Es entre absurdo y ridículo.

 
legadolegado-2Y como lo del legado tuitero me lo paso por el forro de las bragas, lo mejor es hacer un llamamiento colectivo a reportarme para que me cierren la cuenta de twitter y así no pueda defenderme de sus acusaciones. 10/10.

Ha borrado este tuit
Ha borrado este tuit

reportar0reportar01reportar1reportar2reportar3Y si todo lo demás fallara, aliarse con mis haters, porque ya se sabe que los enemigos de mis enemigos son mis amigos.

 

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Estoy muy cansada. Estoy muy cansada de haters y de trolls, de feministas de trinchera y codazo a la compañera, estoy cansada de amenazas de muerte de machistas recalcitrantes y de insultos de compañeras feministas por disentir en algún aspecto de su visión del feminismo. Estoy cansada de tanto odio y de tanta mierda.

Se han dedicado a expandir bulos sobre mí como que tengo un «negocio paralelo» y cuentas en paraísos fiscales. Y estoy trabajando de lunes a domingo, en turnos hasta las 2 de la mañana, para disimular, no te jode.

 

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Me han amenazado con pegarme:

 

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Y siempre es todo anónimo. Es curioso cómo solo se atreven a echarme mierda encima amparados en el anonimato. En cuanto hay que dar la cara, ya la cosa cambia. Pasó con el blog, obligué a que tuvieran que usar su perfil de facebook para comentar, y de repente se acabó el 99% del trolleo, se acabaron las amenazas de muerte, se acabaron las justificaciones de violación. Y con el curiouscat lo mismo: dejo de aceptar anónimos y se acabó la conspiranoia y el marroneo. ¿No os da ni un poquito de vergüenza ser conscientes de la mierda que echáis sobre otras personas, hasta el punto de tener que esconderos?

He llegado a un punto en mi vida en que solo quiero tranquilidad. Estoy harta de dramas, de acoso, de odios, de resentimientos, de enemigos dentro y fuera de los colectivos, de ambiciones y egos desmesurados, de gente que se toma la discrepancia en un tema en concreto como un ataque personal, y de gente que cualquier crítica es por envidia o celos, de gente que se divierte alentando rivalidades. Hay quien dice por ahí disfrazándose de amiga mía que desde que lo he vuelto a dejar con mi ex me he acercado de nuevo al activismo. No hay más que ver la fecha de la última publicación de mi blog: el 4 de agosto. El 13 de agosto estaba en el hospital y desde entonces ni acercarme al activismo, ni a «antiguas amigas» ni a nadie. Y mucho menos al activismo porque no me daba la cabeza como para nada, no tenía ni energía ni ganas, el último mes mi vida se ha limitado a comer, dormir, sacar a pasear a mi perra y hacer la fotosíntesis, así que mal me puedo haber acercado al activismo de nuevo al romper con mi ex.

Al 2017 solo le pido que sea un año TRANQUILO: sin hombres, sin femidramas, vivir un año de alieneada: ir a trabajar, pagar la hipoteca, ver Gran Hermano, leer novela romanticona. Y DESCANSAR un poquito, que ya me toca. Sólo quiero un poquito de tranquilidad, descansar, hacer mi vida y que me dejen en paz. No puede ser tanto pedir…

 

Autora: Rebeca Cygnus
Autora: Rebeca Cygnus

3 comentarios

  1. Esa tal Doctora Glas es un machirulo ardido. Tiene de feminista lo que yo de multimillonaria y un cacao mental de psiquiátrico. Soy relativamente nueva en el feminismo, aunque la inquietud la tuve desde siempre y mis rifirafes en la red no han llegado al punto de ser acosada o amenazada de muerte, así no sé que es lo que yo haría en tu caso. El acoso brutal al que te someten no tiene nombre, es asqueroso y repulsivo. De todas formas, demuestra que tus palabras están llenas de verdad y a más de uno le escuece, por eso te quieren ver lejos y fuera. No sabes como me gustaría abrazarte y apoyarte más que por medio de un mensaje. Fuerza.

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