Tras publicar en la página de facebook de Locas del Coño el video de Suso Álvarez, tronista de MYHYV, sobre cómo él cuando se acelera no razona, me ha sorprendido (no, en realidad no) que varias personas nos hicieran comentarios que podrían resumirse en «¿qué esperas de esa basura de programa de Telecinco y de un cani inculto como este?»
Lo siento, pero no. O sea, sí, el programa (que no veo más que de pasada cuando lo tienen puesto en la cafetería) me puede parecer una basura y Telecinco en general una fosa séptica, y el tipo me puede parecer un gañán olímpico (creo que no le he oído hablar más que en esta ocasión), pero el problema del que estamos hablando trasciende el lugar particular y la persona concreta. El problema no es el circo televisivo que se monta en ese programa en particular, ni tampoco es problema de Telecinco, ni de los valores que promueven, ni de que el tipo sea un cani inculto. No, de verdad, ese no es el origen del problema, y me vais a perdonar pero ese análisis además de superficial, tiene un tufo clasista y condescendiente que apesta. Huele desde aquí a «yo soy mejor que eso, a mí estas cosas no me pasan porque estoy por encima«. No sé yo si resulta muy útil hacer una crítica, además de superficial, desde una atalaya moral e intelectual que nos sitúa por encima de estas personas en concreto. Bueno, sí lo sé: no sirve de una mierda.
El origen del problema aquí es lo que denominamos cultura de la violación. Siento sacaros de vuestra burbuja de superioridad, pero el concepto «calientapollas» existía mucho antes de que llegara a nuestras pantallas el infame Mujeres y Hombres y Viceversa. Y ahí tenemos el primer problema: pretender que las mujeres no tenemos derecho a cambiar de opinión, a establecer nuestros límites, a que lo que importe aquí sea las «señales» que los hombres interpretan como les da la gana.
Cuando hay tanta gente defendiendo que si un hombre se acelera es normal que no razone, y que si no quieres nada no provoques que luego pasa lo que pasa, cuando desde las propias campañas institucionales nos dicen que «para evitar situaciones incómodas dejemos LAS COSAS CLARAS DESDE EL PRINCIPIO» porque al parecer cambiar de opinión es una cosa muy chunga y nos arriesgamos a las consecuencias. Por ejemplo esta lamentable campaña del Gobierno de Aragón, que tampoco tiene nada que ver con Telecinco ni con MYHYV y que en pocas palabras no está diciendo: no calientes o atente a las consecuencias, déjale claro desde el principio que no quieres nada, que si un hombre malinterpreta las señales y se acelera luego no razona y vienen los lloros. Y esto es una campaña institucional, ojo, con el sello nada menos que de la cátedra sobre igualdad de género de la Universidad de Zaragoza. Así que no, esto no va de chonis poligoneras y canis hípermusculados e incultos que no han abierto un libro en su vida.
Más aún. Esa idea de que «es que vas provocando«, o las frases del estilo «¿dónde vas así vestida? Luego no querrás que te violen» son algo recurrente. Lo siento por quienes creeis que gracias a vuestro elevado nivel intelectual y/o cultural estáis a salvo, pero por desgracia la cultura de la violación es algo transversal en nuestra sociedad. Los estudios revelan que cualquiera puede ser víctima de una agresión sexual, sea cual sea su clase social, orientación sexual, raza, grupo religioso… La idea de que los agresores sexuales son psicópatas o enfermos incapaces de controlar sus impulsos que se ocultan en un callejón oscuro no se corresponde con la realidad. Bueno, que son incapaces de controlar sus impulsos quizá sí, pero lo cierto es que no son pocas las situaciones en las que la sociedad ampara y justifica su comportamiento porque «los hombres, ya se sabe, si les provocas luego no te quejes…«. Cuando hablamos del perfil psicológico del violador debería más bien decirse de los violadores, ya que no existe un solo tipo de agresor sexual, sino que la figura comprende un amplio espectro de conductas desadaptativas y agresivas ante la mujer; y si hablamos de la sociedad que justifica estas conductas, que no las ve tan graves, o que directamente culpa a la víctima por provocar o no protegerse, pocos muy pocos son los que se libran. ¿En serio puedes jurar sobre la tumba de tu madre que tú nunca, jamás, en la vida, has empleado la expresión «quedarte con dolor de huevos«, o «tía no me dejes así» o algún equivalente? ¿Estás seguro? haz memoria.
No, en serio, pensad que en 3/4 partes del mundo, la violación dentro del matrimonio ni siquiera es delito, y en el resto del mundo “civilizado” el tema del consentimiento explícito aún está sujeto a debate porque eso de que sólo «sí» significa «sí» todavía cuesta de entender, y hay quien te discute que las mujeres decimos «no» para hacernos las duras, para que nos insistan, porque nos gusta hacernos de rogar. Gurús de la mal llamada seducción científica ganan fortunas indecentes enseñando a los hombres que un «no» es el principio de la negociación y no el fin de la conversación, enseñando a los hombres a ignorar las decisiones de las mujeres y a pasar por encima de ellas porque lo importante es mojar el churro a costa de lo que sea, cursos que no son precisamente baratos: dos días de curso de seducción científica te puede costar 500€ y de tres 750€ para aprender a saltarte el consentimiento de las mujeres.
Hola, año 2016.
Estos gurús de la “seducción científica” han construido su negocio y su reputación de “seductores” sobre el tópico de la sexualidad reprimida de las mujeres para no ser etiquetada de zorra. Lamento decirte que esa idea de que cuando una una mujer dice “NO”, en realidad dice “SÍ” o que puede llegar a decir “SÍ” si la presionas lo suficiente, tampoco es patrimonio de las clases bajas ni de personas con bajo nivel cultural o intelectual. Y sí, eso te convierte en agresor sexual en potencia.
Tenemos muy interiorizada la idea de que el violador es un loco trastornado que acecha en un callejón oscuro. La realidad es que en 7 de cada 10 violaciones, el agresor es pareja o familiar de la víctima y 2 de cada 10 un conocido cercano o amigo. En el 10% de violaciones restantes, también es frecuente que inicialmente fuesen un encuentro sexual deseado en el contexto de una noche de fiesta y ligue, que acabe derivando en abuso sexual. Y en este contexto, una cita con un hombre hetero te convierte en el violador de Schrödinger.
Dejemos de una vez de pensar que los violadores son tipos con pasamontañas y navaja que te asaltan de madrugada en un callejón oscuro. Esa idea solo sirve para calmar vuestras conciencias y para ponernos en peligro a nosotras. Así que si eres de esa clase de tíos que crees que te mereces una medalla por ni violar, dale una vuelta. Tal vez ahora comprendas por qué 1 de cada 3 mujeres será víctima de al menos una agresión sexual a lo largo de tu vida. ¿Tu hermana, tu madre y tu novia? Al menos una de las tres.
Si ahora, en vez de indignarte y clamar un #NotAllMen que no nos va a servir de nada, quieres sinceramente saber qué puedes hacer para evitar violar, te sugiero que leas la guía para no ser un violador que ha escrito Lidia.