El sábado pasado me olvidé mi iPhone 6 en un taxi. Sin bloquear, sin código y sin nada, porque yo soy así de chula y voy así de happy por la vida. Lo encontró el siguiente cliente, y yo me cagué viva pensando que ya lo podía dar por perdido. Estuve llamando a mi número desesperada y no hacía más que comunicar. Pude ubicarlo con bastante precisión gracias a Find My Iphone y ponerlo en modo perdido, de modo que dejó de comunicar, llamé a mi número y por fin me lo cogió un chico muy amable. Había estado llamando a varios números de mi agenda, a mi madre, a mi prima, a mi trabajo… con la intención de devolvérmelo. Me dio la dirección exacta de su casa y pude recuperar mi teléfono. Son el tipo de cosas que en cierto modo me reconcilian con la especie humana. Yo sigo siendo un desastre pero ahí fuera hay gente honesta. He vuelto a protegerlo con huella, porque aunque ya no tengo pareja que espíe mis conversaciones a escondidas, sigo teniendo la cabeza en la luna.

Por otro lado, una persona que me odia con toda la energía de que es capaz cada célula de su cuerpo, se ha dejado envenenar por una tercera persona que le calienta la oreja con lo que le gusta oír, y hasta tal punto la ciega el odio y la rabia que es capaz de jugarse su puesto de trabajo alegremente con tal de intentar arrastrar por el suelo mi imagen y regodearse con ello, sin ganar nada a cambio más que la satisfacción gratuita de ver cómo los haters le hacen la ola.

Luces y sombras del género humano, capaz de lo mejor y de lo peor al mismo tiempo.

 

Autor: Luca Indraccolo
Autor: Luca Indraccolo