Odio hablar de mujeres alienadas. No lo soporto. La idea que me transmite este concepto es la de que hay unas mujeres (feministas) que hemos abierto los ojos ante un sistema de opresión que hemos denominado heteropatriarcado, y otras mujeres que aún viven en Matrix, que viven en una especie de realidad paralela, alienadas, sin conocer la realidad. Y esta me parece una falsa dicotomía, odio esta definición porque creo que todas hemos sido educadas en la misma sociedad alienante que nos instiga a competir unas contra otras por la aprobación del hombre: si no pasas por el aro ningún hombre te va a querer, te vas a quedar sola.

Creo que cada una de nosotras lucha contra el patriarcado con las armas que tiene más a mano, aunque no lo identifique con este nombre. Cuando te has criado toda la vida escuchando que tienes que ser así o asá porque si no los hombres no te van a querer, el ostracismo masculino heterosexual como máxima condena, es difícil situarse en una posición ideológica que te coloca en abierta confrontación con lo que se espera de ti. El feminismo está muy mal visto:

El feminismo incita al odio contra los hombres. Las feministas son todas unas resentidas. Malfolladas. Lesbianas -¿qué tendría de malo?- porque no las aguanta ningún hombre -ah, que la parte mala era esta-. Feas, con una buena mata de vello axilar por decirlo suavemente, sucias, quieren dominar al macho para conseguir la supremacía femenina (se cree el ladrón…) y buscan establecer privilegios para las mujeres cuando ya tenemos todo conseguido. Además, no son feministas “de verdad”, son hembristas o feminazis (la diferencia entre ambas categorías solo puede discernirla un hombre).

Adriana Andolini

¿Cómo podemos esperar que las mujeres abracen la lucha feminista por su emancipación, si eso va a tener para ellas costes altísimos? Si hemos sido educadas en la idea de que el ideal al que debemos aspirar en la vida es un príncipe azul que nos quiera, ¿cómo podemos pretender que les atraiga la idea de no necesitarlo, así, de repente? Es como decirles agárrate a la brocha que me llevo la escalera. Bajo mi punto de vista, la actitud de «yo no soy como esas locas feminazis, chicos, yo soy normal, queredme» es una forma de supervivencia legítima. Odiosa, sí, pero legítima. Para sobrevivir, la gacela no necesita correr más rápido que el león: tan solo necesita correr más rápido que las otras gacelas.

Si hablamos de sororidad, con la primera con quien deberíamos practicarla es con la mujer alienada que nos insulta por ser feministas. Con esa mujer que nos llama hembristas, locas, guarras, bolleras, sobacos peludos o feminazis. Con esa mujer que nos dice que si buscamos la igualdad por qué no defendemos los derechos de los hombres. Con esa mujer que nos dice que si nos violan es porque somos unas zorras, que a las chicas que no se emborrachan y no salen de noche no les pasa. Con esa mujer que nos dice que si te maltratan es porque has elegido mal y porque no supiste defenderte, porque a las chicas listas y fuertes como ella esas cosas no les pasan. Con esa mujer que nos dice que ella no le debe nada a ninguna feminista porque se lo ha currado todo en la vida ella solita. No te rías, por favor, contente; no la llames ignorante ni le pases la entrada de la wikipedia sobre el sufragismo porque no va a servir de gran cosa. Es más, quizá incluso te diga que la culpa de los asesinatos machistas la tiene el feminismo porque antes no se mataban mujeres como ahora.

Cuando una mujer te dice que las feministas somos unas hembristas, locas, guarras, bolleras, sobacos peludos o feminazis, no te está hablando a ti; está hablando con los hombres de su entorno y les está enviando un mensaje alto y claro: queredme, chicos, yo no soy como ellas. He podido comprobar con el vídeo del sentador de madres cómo decirles a los hombres que un día al año levanten el culo de la silla y colaboren un poquitoque no solo tienen manos para pelar gambas, les ha irritado terriblemente, lo han interpretado como un mensaje de odio y que les queremos esclavizar mientras nosotras no hacemos nada. Cuando nos cerraron la página de facebook y dije que el contacto que teníamos para ver si nos la reabrían eran dos tíos, me acusaron de estar transmitiendo un mensaje de odio hacia todo el género masculino. O sea, RELAX, ¿vale? ¿Incitación al odio contra los hombres? ¿Violencia verbal? No hay nada más fácil de ofender que un hombre, al mínimo cuestionamiento de alguna actitud, ante la mínima duda sobre su comportamiento, ya te salen con que le odias y empiezan las protestas airadas cuando no directamente los insultos. ¿Y te parece raro que esa mujer, que ha vivido toda la vida con la espada de Damocles pendiendo sobre su cabeza, con la amenaza del rechazo masculino como forma de chantajearla para que no se saliera del redil, no quiera arriesgarse ni remotamente a hacerles enfadar? Que la puedan llegar a acusar de odiar a los hombres, cuando su aprobación es algo que necesita como el respirar, es algo que ni se plantea, por eso el feminismo le produce tanto repelús. Como mucho lograrás que diga que ella es una auténtica feminista DE LAS DE VERDAD, de las de antes, el feminismo de antes sí era el bueno, no como estas locas de la 3a ola que son unas misándricas que odian a los hombres. Ella no odia a los hombres, ella les necesita, necesita de su aprobación, quiere caerles bien. Cuando esa misma mujer te dice que si buscamos la igualdad por qué no defendemos los derechos de los hombres, no te está hablando a ti, una vez más les está hablando a ellos: no quiere ser apartada del club de los chicos. Ella no es «como las demás».

Cuando una mujer te dice que si nos violan es porque somos unas zorras por tontear por cualquiera, por salir de juerga, por beber, por bailar… O unas idiotas por volver a casa por donde no debíamos, o por subir a casa de quien no debíamos… Aparte de decirnos que un poco nos lo merecemos, realmente no nos está hablando a nosotras: está intentando convencerse a sí misma de que si es una buena chica no le pasará nada. Ella está segura porque es una buena chica, porque no zorrea, porque no va con hombres que no conoce. La cruel realidad es que en 7 de cada 10 violaciones, el agresor es pareja o familiar de la víctima y 2 de cada 10 un conocido cercano o amigo; en el 10% de violaciones restantes, también es frecuente que inicialmente fuesen un encuentro sexual deseado en el contexto de una noche de fiesta y ligue, que acabe derivando en abuso sexual. Así que nuestra amiga tiene 9 de cada 10 papeletas que tendría la zorra a la que está criticando de vivir la misma situación de la que se cree segura. O necesita convencerse de que lo está. Realmente no te está hablando a ti, no te está culpando a ti aunque lo parezca: está intentando conjurar sus miedos en una necesidad muy fuerte de sentirse segura.

Lo mismo ocurre si hablamos de violencia de género y te dice que a las mujeres que maltratan es porque ellas han elegido mal y porque no supieron defenderse. O quizá incluso porque lo provocaron. Quiere creer que ella es más lista que todo eso, que a ella nunca le pasará, porque a las chicas listas y fuertes como ella no las someten, no las maltratan, no les arrancan la autoestima y las dejan hechas una piltrafa humana.

Ella cree ser más lista y más fuerte que todo eso, ella quiere sentirse segura y convencerse de que haber sido agredida o maltratada es culpa de la víctima es una forma de creer que tiene el control. Ella no provoca, ella no zorrea, ella es fuerte, ella es lista, a ella no le va a pasar nada malo, ella está segura de que los hombres no le harán nada malo porque ella no odia a los hombres, ella no es como esas feminazis, ni como esas zorras que se emborrachan y salen de juerga, ni como esas tontas que se dejan manipular fácilmente porque no tienen personalidad, ni como esas mujeres que provocan a sus maridos porque están todo el día buscando bronca.

Cuando te insulta por ser feminista, no te está insultando: está intentando conjurar sus miedos, es la forma que tiene de protegerse. No la machaques, no la insultes. Si no tienes ganas de aguantar sus berrinches y que te suelte un chorreo de insultos nadie te obliga, pero no la desprecies por tener miedo, porque su miedo es el mismo que sentimos nosotras. Ella busca la forma de protegerse, igual que nosotras.

Ella cree estar haciendo las cosas bien para no ser agredida, violada, maltratada, discriminada, humillada. Ella cree estar en el lado seguro del patriarcado .

El error consiste precisamente en no darse de cuenta de que no hay ningún lado seguro.

Autora: Elena Pancorbo
Autora: Elena Pancorbo