Queridos neomachistas, os veo muy perdidos, con muchas dudas sobre feminismo, sobre las feministas, sobre lo que defendemos. Os perdéis en los matices y os quedáis en los argumentos de brocha gorda, así que voy a intentar aclararos algunos conceptos, a ver si así logramos entendernos de una vez.
¿Las feministas no sois en realidad un poco machistas porque consideráis a la mujer débil, una víctima necesitada de protección?
Las feministas no consideramos a las mujeres ni débiles ni necesitadas de protección. Consideramos que en un contexto que da primacía al hombre como valor universal, las mujeres estamos en una posición de inferioridad debido a la circunstancias que pueden ser removidas con pedagogía y visibilización. Consideramos que las mujeres somos tan válidas como cualquier hombre para cualquier cosa que nos propongamos, son los roles de género socialmente asumidos como naturales los que nos encasillan en una posición determinada y no nos permiten salirnos de ahí. Las feministas consideramos que los roles de género son una mera construcción social y por ello luchamos contra ellos.
No somos las feministas precisamente quienes consideramos que el lugar de la mujer está en casa cuidando de la familia y el del hombre trabajando y llevando dinero a casa. Sin embargo, pese a que estadísticamente las mujeres tienen una menor tasa de absentismo laboral que los hombres, prevalece la idea de que una mujer con hijos se ausentará de su puesto de trabajo el día que uno de los niños se ponga enfermo, o tenga que ir a hablar con algún profe. La realidad es que las mujeres hacemos malabarismos para cuadrar estas situaciones, pero para romper con el estereotipo necesitamos visibilizar los hechos con datos. Y la única forma de conseguirlo es mediante leyes que eviten que las mujeres sean penalizadas en el mercado laboral por el mero hecho de serlo. No consideramos a las mujeres inferiores, ni más débiles, ni necesitadas de protección, ni creemos que estén más dotadas que los hombres por razones genéticas para la crianza: lo que queremos es luchar contra todos esos prejuicios, contra esos roles de género que nos encasillan, y la forma de lograrlo no es comportarnos como si de hecho ya existiera igualdad real sino promoviendo las condiciones necesarias para que lo sea.
Lo mismo con las famosas «cuotas». Promover leyes de cuotas no implica contratar a la primera mujer que pase aunque no esté suficientemente preparada para cubrir una cuota: implica que las mujeres que están sobradamente preparadas no se encuentren con obstáculos adicionales por el mero hecho de ser mujeres, que no tengan que luchar contra estereotipos basados en el género y no en su valía individual. Es decir, los sistemas de cuotas no pretenden premiar a las mujeres menos capacitadas que los hombres, sino eliminar obstáculos basados en prejuicios subjetivos que perjudican a las más capacitadas. Hoy por hoy el sistema premia de hecho a hombres menos capacitados por el mero hecho de ser hombres. Son numerosos los estudios realizados en los que si se elimina el nombre o los datos referentes al género a la hora de evaluar, las mujeres obtienen valoraciones mucho mejores que cuando es conocido el género de los distintos candidatos (en este hilo de twitter tienes docenas de estudios empíricos en diferentes sectores con datos contratados), lo que demuestra la discriminación basada en prejuicios de género, y los sistemas de cuotas únicamente pretenden eliminar esta discriminación.
Ídem con la ley integral contra la violencia de género: no se promovió porque consideráramos a todas las mujeres débiles ni víctimas, sino porque tal y como dice el primer párrafo de su exposición de motivos, responde a una situación de desigualdad que nos coloca en una situación de mayor vulnerabilidad. No somos débiles, es la sociedad patriarcal la que nos sitúa en una posición vulnerable por la interacción de diferentes discriminaciones, y es contra ese hecho contra el que luchamos.
Pretender que ya existe la igualdad plena y por lo tanto cualquier medida, ley o iniciativa tendente a remover obstáculos que las mujeres aún tenemos que salvar es discriminar al hombre, o bien otorgar una protección extra a la mujer que no necesita porque no es débil, parte de una falacia inicial. No, no consideramos a las mujeres débiles víctimas ni necesitadas de protección: las consideramos discriminadas por un sistema que nos sigue relegando al ámbito privado en razón de nuestro género, que nos pone obstáculos arbitrarios y nos juzga de forma parcial y subjetiva, que aplica un sesgo de género penalizándonos exclusivamente por ser mujer. Y luchamos por destruir todos esos obstáculos y alcanzar una sociedad realmente igualitaria, en la que todas las personas puedan desarrollar sus capacidades independientemente de su género.