Jamás pensé que un partido como el PSOE se posicionaría a favor de legalizar una técnica de explotación de los cuerpos de las mujeres en situación económica vulnerable para satisfacer los deseos un colectivo con altísimo poder adquisitivo. Pues esto es lo que se propone hacer el partido socialista al aprobar el Partido Socialista de la Región de Murcia (PSRM) por mayoría absoluta su postura sobre los vientres de alquiler, en contra del criterio de Amelia Valcárcel, coordinadora de la ponencia política del PSOE en el próximo Congreso Federal.

Actualmente en España no está permitido el comercio de órganos y la legislación vigente establece la maternidad por filiación, esto es, quien gesta y pare es legalmente la madre, independientemente del origen del material genético para llevar a cabo la concepción. Nos lo quieren vender como un acto altruista, pero lo cierto es que se trata de un negocio millonario sobre los cuerpos de las mujeres, sometidas y controladas en todos los aspectos de su vida desde antes incluso de la «contratación del servicio». Estamos hablando, por tanto, de un falso altruismo a cambio de dinero para personas desconocidas.

De hecho, quien desee llevar a cabo este «acto de altuismo» para familiares o amigos, pueden hacerlo sin ningún tipo de problema. Lo que pretenden al «legalizarlo» es borrar a la mujer gestante, despojarla de sus derechos, ejercer su presión como consumidores a la devolución del producto en caso de que el «producto final» no corresponda a lo contratado como el caso de la pareja española que compró un niño y una niña pero el embarazo fue de dos niños, que dejaron a la mujer que contrataron con preclamsia al borde de la muerte y 5.500€ de facturas médicas impagadas, de las que no se hace cargo ni la empresa intermediaria ni el abogado que trabaja para la compañía; obligarla a abortar incluso en contra de su voluntad si el producto final es considerado mercancía defectuosa, como el caso de la pareja australiana que se quedó con el bebé sano y dejó a la madre de alquiler el otro bebé con síndrome de down y una afección cardíaca.

Es por eso que Amelia Valcarce rechaza utilizar un «eufemismo» como el de gestación subrogada para referirse a «los vientres de alquiler» y los ha comparado con «prácticas comerciales abusivas que obtienen de la debilidad del otro un si forzado por la necesidad» que «en modo alguno se debe apoyar». «Todo lo que sea comercializar con el cuerpo de las mujeres mediante trata, prostitución o vientres de alquiler no puede formar parte de las ideas que nos remiten a la tradición socialista«.

El deseo de ser padres es muy legítimo, pero no es un derecho. Ser padres de unos hijos con los propios genes además, es un deseo pero no constituye ningún derecho que se pueda legitimar utilizando para ello los cuerpos de las mujeres. No: el deseo de ser padres no está por encima del derecho a las mujeres sobre su cuerpo, y el dinero no debería dar derecho a poder esclavizar a alguien «por propia voluntad». Mientras no hablemos de igualdad real, no podemos obviar que el derecho de las mujeres a vender sus cuerpos enmascara el derecho de los hombres a comprarlos.

De Zona Crítica:

En un mundo desigual como el nuestro, la frase «que cada uno haga lo que quiera» que tanto defienden los liberales es más bien un «déjame que yo exprima libremente a los que no pueden elegir como yo». En un hipotético mundo igualitario, esta frase no tendría pega alguna, ya que partiríamos de la base de que todos podemos elegir entre el mismo número de opciones. Los liberales obvian la evidencia de la desigualdad por un interés puramente egoísta, aunque esa corriente de pensamiento sólo haga perpetuar la desigualdad vigente.

Si el principal argumento a favor de la maternidad subrogada es la dificultad y la lentitud de los trámites para adoptar, nuestra lucha debería ir encaminada a agilizar los trámites y a reducir el tiempo de espera, no a buscar alternativas al margen de la ley que impliquen utilizar el cuerpo de otras mujeres para lograr el deseo de tener unos hijos «que se parezcan a mí«.

Citando a Raul Solís:

De tanto creer que la libertad consiste en decidir si queremos una camisa de Zara roja o verde, muchos activistas […] han olvidado que la libertad no es un hecho individual sino un compromiso colectivo con el bienestar y la dignidad de nuestra sociedad. Es decir, que haya gente que acepte un trabajo de 10 horas al día por debajo del salario mínimo es un acto de necesidad, pero en ningún caso de libertad. No es libertad porque aceptando cobrar por debajo del salario mínimo está legitimando que los empresarios rebajen los salarios a otro trabajadores que ganan sueldos más altos. Si la libertad se usa para asesinar, empobrecer, violar derechos humanos o convertir a las personas en objetos, es salvajismo y no un derecho.

El capitalismo salvaje nos trata de convencer de que las mujeres son vendibles y comprables, despojándolas de su valor comos seres humanos y lanzando un mensaje de que, como son cosas, cualquier violencia sobre ellas es comprensible, legítima, socialmente aceptable y legislativamente regulable. Y las asociaciones gays, en lugar de defender a quienes fueron sus primeras aliadas, las mujeres, se ponen del lado del sistema capitalista que sólo acepta la diversidad y los derechos mediante tarjeta de crédito. Para echarse a llorar.

En España ya se puede tener un hijo por gestación subrogada voluntariamente sin necesidad de modificar la ley. Una mujer se puede quedar embarazada y dar a su hijo en adopción. La ley se quiere modificar para introducir los contratos mercantiles en esta práctica y convertir a las mujeres en vasijas. ¡Qué no te engañen!

Es por todo esto que las feministas estamos intentando hacer llegar nuestra voz a los delegados y delegadas al 39 Congreso del PSOE, y en especial a quienes están participando en las enmiendas la ponencia política, para evitar que el partido socialista se posicione una vez más a favor de los poderosos en detrimento de los derechos de las mujeres bajo la apariencia de una falsa libertad. Creía que el el socialismo era incompatible con la mercantilización de las mujeres.

De hecho el propio Pedro Sánchez dijo en su día que los vientres de alquiler «suponen una mercantilización de las mujeres«, y apostaba por simplificar y agilizar los trámites para la adopción. ¿Recuerdas, Pedro, aquel «No es No»? Espero que el PSOE no me decepcione de nuevo.

2 comentarios

  1. Gracias Jessica.

    Por un lado, me llama la atención el perfil de la contratante en el ejemplo que pones, y también el hecho de que cualquier proceso de fecundación asistida satisface la inmensa mayoría de los criterios que utilizas para deslegitimar los «vientres de alquiler».

    Estoy absolutamente de acuerdo contigo en cuanto al no reconocimiento de la maternidad o paternidad como un derecho y los argumentos que utilizas, pero creo que llevas muchísimos años siendo tolerante con el reconocimiento de este mismo derecho, que se produce desde los sistemas públicos de salud, utilizando técnicas de explotación humana, que además, también contienen ciertos riesgos para la salud de las personas que nacen.

    Me llama la atención que omitas este detalle, cuando las mismas técnicas de reproducción asistida suponen una parte necesaria para completar algún proceso de «vientres de alquiler», y eliminar el negocio de la reproducción asistida (del que por cierto también se lucran hombres) no sólo se posicionaría en la defensa de los derechos humanos, sino que complicaría enormemente la existencia del negocio de los «vientres de alquiler».

    A veces las cosas están más relacionadas entre ellas que lo que la intuición nos dicta.

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