Decía ayer que los intentos rabiosos de reivindicar una masculinidad construida sobre los éxitos de lograr quebrar la voluntad para obtener un consentimiento que será cualquier cosa menos entusiasta en lugar de construirse sobre el placer compartido y el deseo mutuo, esa forma pensar y de enfocar las relaciones ojalá esté francamente en retirada  y a lo que asistimos es a los últimos estertores de una bestia que agoniza. Lo cierto es que ya no lo tengo tan claro. A lo que estamos asistiendo estos días es a un corporativismo asesino entre el poder judicial y las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, con el apoyo siempre bienvenido de los medios de comunicación.

¿Que por qué digo algo así, que menuda barbaridad? Te lo desarrollo.

Imagina que tienes 18 años, te vas con un único amigo de vacaciones a una ciudad desconocida que está de fiesta mayor. Has bebido un poco, tu amigo no está, y conoces a unos chavales bastante majos, con esa gracia andaluza que les caracteriza. Además, uno de ellos es guardia civil y dos más son militares. ¿Qué podría pasar?

Hay feeling con alguno de ellos, coqueteo, son fiestas, estás de vacaciones, acabas de cumplir la mayoría de edad… Pero ellos quieren algo más. Quieren sexo en grupo, en un portal, sin protección, por todos los agujeros de tu cuerpo. Te acorralan, estás asustada, consiguen su objetivo, te graban, se ríen, te humillan.

Se marchan entre risas, y te dejan tirada como un perro, sola, asustada, llorando, dolorida. No se olvidan de robarte el móvil para que no puedas contactar con el único amigo que te ha acompañado a una ciudad desconocida ni tampoco llamar a la policía. Lo tiran en una papelera.

En esa situación te encuentra una pareja y te echa una mano, te preguntan que si quieres llamar a la policía y les dices que sí. Estás decidida a denunciar. En la comisaría te atiende José Manuel, Policía Nacional y ex-lider del sindicato mayoritario SUP:

#YoNoTeCreo creo que quisiste mantener relación con varios hombres, que elegiste mal, que participaste activamente en orgia de 18 minutos y que como te quitaron el movil y te dejaron sola denunciaste. Y creo que así queda demostrado con pruebas.

Pese a la actitud de José Manuel, estás decidida a denunciar lo que ha pasado. Te informan de tus derechos y te asignan un abogado de oficio. Ese abogado es Maudili Prieto.

Queda demostrado que cuando una mujer no sabe comer 5 pollas, que no se ponga. Son unos imbéciles los tíos es evidente, pero ella es una zorra.

Triplemente humillada, la investigación sigue su curso. Los medios de comunicación se hacen eco de la violación pero no de la victimización secundaria a la que te están sometiendo. Entrevistan a los familiares y amigos de los que te violaron en aquel portal. Su abogado dice que son muy buenos hijos.

Entrevistan a los amigos en el programa de Ana Rosa. Dicen que los chavales están mal, que les traicionaste.

En Espejo Público dicen que sean culpables ellos o seas culpable tú (?), al final sois 6 víctimas.

La jueza instructora ve diferencias entre el testimonio de los violadores y el tuyo, y como ellos no han confesado arrepentidos sino que siguen sosteniendo que fue todo consentido, que tú querías dejarte penetrar por todos los agujeros de tu cuerpo sin protección por 5 desconocidos sudorosos en un portal, decide ponerles en libertad con cargos. A la salida del juzgado les espera una multitud encabezada por sus familiares, que les recibe entre aplausos.

Por si fuera poco, te han grabado con sus móviles y amenazan con publicar los vídeos en los que te violaban mientras se reían, esos vídeos en los que tú, en estado de shock, hacías lo que te pedían mientras cerrabas los ojos y suplicabas para que aquello terminara rápido. No sabes si también tienen intención de publicar el fragmento final donde se te ve en el suelo, llorando y gritando, pero sospechas que ese no. Nadie parece darse cuenta de que eso, además de la humillación extra que supone, también es un delito contra la intimidad (?).

Un conocido director de cine porno dice que el video de ese bukkake le interesa mucho, que alguien se lo pase, que paga bien, que ella podría ser una estrella del porno.

Ajenos al escándalo mediático, el caso sigue su curso en los tribunales. Uno de los jueces, que se masturba con los bukkakes de Torbe, aprecia en los vídeos una desinhibición total y explícitos actos sexuales en un ambiente de jolgorio  y regocijo, con ciertamente «menor participación y expresividad en la denunciante».

Otra de las juezas del tribunal te pregunta si cerraste bien las piernas.

El tercer juez tiene claro que daño, lo que vienen siendo dolor, no sufriste. Se refiere a dolor físico, porque la humillación, el dolor emocional, el daño psicológico… eso ni se lo plantea.

Cuando ya pensabas que la victimización a la que te han sometido en los juzgados había llegado al límite, te enteras de que los abogados de la defensa te han puesto un detective que te ha estado espiando durante todos estos meses, y tus intentos por rehacer tu vida no solo aparecen en la prensa sino que son utilizados en el juzgado para minimizar las secuelas emocionales que te han quedado tras aquella horrible experiencia.

Pides ayuda a las asociaciones feministas. El resultado es que archivan la causa contra los jueces que te han maltratado en sede judicial, y las organizaciones de jueces emiten un comunicado defendiendo con uñas y dientes su independencia.

La única persona dentro del sistema que te ha apoyado en todo esto, la jefa de prensa de los Mossos d’Esquadra, es destituida de manera fulminante precisamente por mostrarte su apoyo en público desde su cuenta de twitter personal.

Desde la jefatura de los Mossos, un portavoz explicó el motivo de su despido: los mandos “hemos perdido la confianza en Plaja por haber puesto en duda el poder judicial español”.

Mientras tanto, la policía anima a denunciar, el presidente del Gobierno dice que no estás sola. Las campañas institucionales te repiten una y otra vez «¡Denuncia, mujer! Toda la sociedad está contigo. Si no denuncias no podemos ayudarte…« Y a ti a estas alturas ya todo te parece un monstruoso engaño.

Los colectivos feministas siguen a tu lado, hacen ruido, intentan que se sepa todo esto, que los abusos que has sufrido tanto en aquel portal como en comisaría, en sede judicial y en los medios de comunicación no queden impunes. Quieren demostrarte que no estás sola, pero de verdad. Los jueces creen que son unas histéricas.

El Presidente del Consejo General del Poder Judicial advierte de que, si seguimos con las críticas, puede venirse abajo todo el sistema. Fantástico, a ver si es verdad.

Policías, jueces, abogados, medios de comunicación, opinión pública… Tienes la sensación de estar enfrentándote a la bestia de las mil cabezas. En mala hora se te ocurrió denunciar, pensaste que el sistema te protegería y ahora te das cuenta de que ha sido como jugar a la ruleta rusa con 6 balas. No tienes fuerzas para seguir adelante, para enfrentarte a todo esto tú sola, solo quieres que todo acabe cuanto antes. En ocasiones tienes ganas de decir que te lo inventaste, que fue una denuncia falsa en venganza por el robo del móvil, que todo fue consentido, por favor que pare ya. Lo que no sabes es que, tanto si retiras la denuncia como si los condenan, para siempre quedarás señalada con el estigma de ser la calientapollas que les jodió la vida a 5 pobres chicos.

A todo esto es a lo que nos referimos cuando hablamos de cultura de la violación.

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