Hoy que es domingo, hablemos de frivolidades: de los estudios de Pablo Casado, y de la casa nueva de Irene Montero y Pablo Iglesias.
Hasta hace 4 días, Pablo Casado tenía un curriculum estéticamente impecable, al menos para los estándares españoles para un político joven forjado en las Nuevas Generaciones del PP: licenciado en Derecho, máster en Derecho Público, con 4 posgrados en económicas y administración de empresas cursados en Harvard y Georgetown… Hasta que se destapa el pastel:
- Su posgrado en Harvard en realidad es un curso de 4 días en Aravaca.
- El resto de posgrados fueron cursillos de apenas 40 días en 10 años, y ni un solo examen.
- Su máster en derecho público en realidad fue aprobado con 4 trabajos, para 4 asignaturas (las otras 18 convalidadas mágicamente), sin hablar con los profesores y «fijándose en los títulos de las asignaturas» para elegir tema. Obtuvo 4 sobresalientes.
- Y de su licenciatura en Derecho, tardó 7 años en aprobar la mitad de las asignaturas, y 4 meses para aprobar la otra mitad, previo traslado de expediente a un centro privado de titularidad pública, dependiente del Gobierno del PP en la Comunidad de Madrid, casualmente al poco de ser elegido diputado del PP en la asamblea de Madrid, y al parecer gracias a presiones políticas de la propia presidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre. Lo normal.
Un asunto muy turbio. Y así lo que era un expediente estéticamente brillante, se transforma en un asunto éticamente bastante cuestionable. Ya el asunto de los posgrados en Harvard y Georgetown que no son tales deja de ser algo simplemente estético cuando se huele el clasismo a kilómetros. Pero es que aún es más, cómo se sirven de sus cargos políticos para presionar a personas y entidades para sus intereses particulares, para recibir un trato de favor. Que su expediente académico sea más falso que un euro con la cara de Popeye pasaría de ser un asunto estético a uno ético si solo hubiera falseado su curriculum, yo qué sé, para decir que tiene un nivel de inglés más alto del que tiene o hubiera embellecido su trayectoria profesional. Decir que tienes un posgrado en Harvard cuando en realidad es un curso de 4 días en Aravaca es un tema estético, que tus 4 posgrados no sean más que cursillos que has añadido para darte lustre puede ser un tema ético. Pero utilizar tu influencia política para presionar a las instituciones y que te dispensen un trato de favor y te regalen títulos por la cara, eso ya no es falta de ética: es un asunto político, que evidencia una forma de ejercer la gestión pública en beneficio propio, carente de escrúpulos, propia de un político que no puede presumir de la honestidad necesaria para tocar dinero público porque no la ha conocido en su vida.
¿Tú le comprarías un coche usado a Pablo Casado? Pues eso.
Irene Montero y Pablo Iglesias se han comprado un chalet en Galapagar de 615.000€ con jardín, piscina natural y no sé cuántas pijerías más. Los detalles de su vivienda me importan una mierda, creo que eso solo alimenta el morbo: lo que me parece mal es que me chuleen y me tomen por tonta.
Entiendo que los políticos (todos) de primera fila quieran tener privacidad para ellos y sus familias una vez que se aflojan la corbata, y en el caso de los líderes de Podemos más ahora que van a ser padres y que están permanentemente bajo el foco de la prensa, y coño, comodidades las queremos todos, aunque haya alguno por ahí que considere correcto aparentar que no. No me da vergüenza decir abiertamente que, si yo pudiera, no me habría comprado un piso de currante en Campoamor por orgullo obrero sino un adosado en El Prat aunque sea con una piscina de plástico del Alcampo en el jardín para remojarme el culo en verano. Donde no me habría ido ni jarta vino es a algún lugar tipo Sant Cugat o Matadepera, porque el modelo de ciudad ultrapija, elitista y excluyente me repele. Pero esas son mis decisiones personales, yo no tengo que darle cuentas a nadie: a mí la última vez que me eligieron para ser representante de algo fue para delegada de clase en el 89.
El asunto del chalet de Iglesias y Montero pasaría de ser puramente estético a un asunto de tipo ético si, como han dicho, hubiera sido una compra para especular o si para poder hacer frente a la cuota de la hipoteca tuvieran que incumplir el propio código ético de su partido que impone una limitación tanto de sueldos públicos como de mandatos. De hecho, ya en su día se hicieron sentir algunas voces críticas con ambos criterios porque hacía muy difícil el acceso a la vivienda (al menos en propiedad) a los cargos públicos de Podemos con esas condiciones autoimpuestas tanto en cuanto a sueldo como a permanencia en el cargo.
¿Es incoherente? ¿Es hipócrita? Hombre, si has convertido las camisas del Alcampo y el piso de Vallecas en señas de identidad, si has hecho carrera política a costa de criticar a la casta, que ahora te equipares aunque sea aparentemente a quienes tanto criticabas, pues es bastante llamativo. ¿Es político o es estético? Buena pregunta. Coincido con Irene Montero cuando cita a Kate Millet (y me hace morirme de vergüenza ajena por el periodista que no identifica una cita tan representativa del feminismo de los 70 que permanece viva en nuestro activismo político a día de hoy): lo personal es político. A mis representantes políticos no les pido que sean ni ascetas ni perfectos, me conformo con que no me tomen por imbécil. Raúl cita a Sor Ángela de la Cruz y dice, muy acertadamente, que no es lo mismo el orgullo de clase que el voto de pobreza. Y es que reducir todo este debate al comunista con iPhone me parece tomarnos por idiotas. Nos enseñan un capote y embestimos cual Miura embravecido. El votante de consigna twittera, si no lo torean se extingue. A mí me gusta más citar a otro sevillano, Alfonso Guerra, cuando decía que «lo que persigue un buen socialista es que nadie sea tan rico como para poner a otro de rodillas ni nadie sea tan pobre como para tener que arrodillarse ante otro». Y aquí está (para mí) la clave del asunto.
Que de todo lo que se está leyendo estos días al respecto, eso es lo que más «peligroso», entre comillas, me parece: que tener un hipotecón a 30 años como el que han firmado ellos en cierto modo crea una serie de servidumbres respecto a los cargos que ostentan para poder seguir manteniendo el nivel de vida (en algún sitio he leído algo sobre una herencia de millón y medio de euros, pero no sé hasta qué punto será fiable esa información, probablemente nada). Si nuestro arco parlamentario está plagado de funcionarios en excedencia y cargos directos y pocos perfiles técnicos, es por alguna razón, y eso al menos requiere una reflexión calmada.
Han convertido el tema del chalet en un asunto político cuando supeditan su permanencia en sus respectivos cargos a la aprobación de la militancia de su apuesta personal por un determinado modelo de vida. La pregunta exacta que van a plantear mediante una consulta a las bases de Podemos será: «¿Consideras que Pablo Iglesias e Irene Montero deben seguir al frente de la Secretaría General y de la Portavocía parlamentaria de Podemos?«, cuando lo que está en cuestión es algo que trasciende la cuestión personal y acepta muchos más matices: ¿puede un dirigente político representar al pueblo si lleva una vida muy por encima de las posibilidades del común de la ciudadanía? ¿Qué servidumbres para con el cargo a largo plazo implica suscribir una hipoteca a 30 años de 1.800€ al mes, ahora que los intereses están por los suelos? ¿Supone eso una reducción de su margen de libertad para con los mercados financieros, para las políticas que afecten a la banca o al mercado inmobiliario? Por ejemplo. Esas sí son preguntas que me parece interesante plantearnos. Reducir un asunto que requiere un debate de fondo en un plebiscito personal con una pregunta binaria me genera muy mal rollo. Porque no es incompatible que nos parezca estéticamente feo o incluso éticamente cuestionable que se compren un chalet en la sierra, con que no haya necesidad de descabezar políticamente a la formación morada por ello. Podemos estar de acuerdo en que es una cagada sin que se hagan el harakiri.