Titiriteros, raperos, más raperos, cantantes de metalactores, dibujantes, concejales, concejalas, activistas feministastwitteras, más twitteras, anarquistes veganes… La lista de personas detenidas, imputadas o encarceladas por delitos relacionados con la libertad de expresión se hace ya difícil de mantener actualizada de lo larga que es, y crece por días. Y eso sin contar las multas al amparo de la ley mordaza. Todas las personas de la lista tienen un elemento en común: ser personas críticas con un Estado autoritario y expresarlo, de un modo u otro, ejerciendo su no-derecho a la libertad de expresión.

Desde vagas amenazas al Rey poco concretas y en absoluto materializables o injurias a la Corona que es por su parte tan intocable como inimputable; chistes sobre Carrero Blanco que suponen una vejación como víctima del terrorismo, condición que al parecer le exime también de toda crítica política o histórica por su papel en el régimen franquista; hasta que te lleven a juicio por un delito contra los sentimientos religiosos porque en tu perfil de facebook te has cagado en dios, que ya es como para mear y no echar gota.

La deriva autoritaria en la que estamos metidos de lleno está convirtiendo el ambiente en irrespirable. 2017 fue el peor año para la libertad de expresión desde el final del franquismo, y 2018 va camino de ser aún peor, pero solo para un sector de la sociedad. Los sectores más reaccionarios y ultramontanos están absolutamente enardecidos, sin que les alcance el más mínimo reproche judicial. Feministas, independentistas, activistas que luchan contra el racismo, la homofobia o la transfobia reciben, A DIARIO, CIENTOS de insultos y amenazas de muerte sin que ningún uniformado ni de azul ni de verde se digne a investigarlo. Es más, es que cientos de agentes uniformados y armados profiriendo amenazas nazis en un chat de whatapp contra la alcaldesa que les firma las nóminas no se considera un delito de odio.

A la mujer que, en su perfil personal de Facebook y sin citarla para que le llegara el mensaje, le deseó a Inés Arrimadas una violación en grupo le cayeron 4 meses de cárcel. Cuando a Anna Gabriel la amenazaron de muerte, la misma Inés Arrimadas dijo que lo condenaba pero que qué esperaba. A quienes envían tuits mencionando directamente a Puigdemont deseándole la muerte e insultándole, no les pasará absolutamente nada, y lo saben perfectamente. Los encapuchados que han mandado a 3 independentistas al hospital en una playa de Canet pueden mirarse en el espejo de los ultras que entraron en el Blanquerna como animales y saber que no les pasará nada: el Tribunal Supremo ha suspendido su entrada en prisión. Mientras, tanto el PSC como el delegado del gobierno silban mirando al techo cuando hay 3 personas que han necesitado asistencia médica y reclaman «la neutralidad de los espacios públicos». En otras palabras: es que vais provocando.

Esta asimetría penal nos lleva a unos a la autocensura preventiva, y a otros a envalentonarse, a ser cada vez más agresivos y violentos, sabedores de la impunidad de la que disfruta el fascismo en España, mientras se permiten la osadía de llamarnos o racistas supremacistas, o feminazis.

Autor: Ferran Martin @ferranmartin
Autor: Ferran Martin @ferranmartin

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