Siguiendo con el resumen de las conferencias del martes en La Bonne sobre prostitución y trata de mujeres con fines de explotación sexual, la tercera mujer en intervenir fue Sylviane Dahan, profesora francesa, activista del movimiento vecinal desde la Federación de Asociaciones Vecinales de Barcelona, y parte de la plataforma por el derecho a no ser prostituidas.

Sylviane nos dejó la que probablemente fuese la frase más contundente de toda la conferencia, sin concesiones al feminismo de corte neoliberal del empoderamiento individual:

Si no hubiera prostitución no habría trata. La prostitución es tan poco atractiva que la demanda no se podría satisfacer sin recurrir a violencia, abuso y engaño sobre colectivos empobrecidos o étnicamente oprimidos. Si existe prostitución es porque hay personas vulnerables. No hay una actividad que muestre de una manera más clara la opresión de género, raza y clase.

Brutal, sin medias tintas ni paños calientes. Según Dahan, hay un intento por parte de determinados colectivos de separar los dos fenómenos, la prostitución y la trata, pero a su juicio una no existiría sin la otra y ambas se retroalimentan. Es por eso que se declara abolicionista.

Sylviane se queja de que en ambientes teóricamente progresistas se tilde a las abolicionistas de retrógradas. Ella considera que el mantenimiento de la prostitución implica la existencia de un stock de mercancía humana para el entretenimiento y el placer masculino que solo se puede sostener mediante coacción y violencia. ¿Cómo puede ser eso progresista?

Desde su posición como activista vecinal nos habló de la postura del ayuntamiento de Barcelona respecto a la prostitución. El equipo de Ada Colau, explicó, se sitúa en la órbita del feminismo pro-sex que considera que la prostitución es «trabajo sexual», ante lo cual se da la paradoja de que el ayuntamiento destinan recursos públicos al colectivo de mujeres que ejercen la prostitución, pero en lugar de estar destinados a ayudarlas a salir de la prostitución, los destinan a que su situación les parezca más soportable.

En el brevísimo turno de preguntas cuando terminó la conferenciaa pude plantearle a Sylviane por la posición de las entidades vecinales respecto a la disyuntiva entre prostitución de calle y prostitución en clubes y en pisos, ya que a quienes observamos el fenómeno desde fuera de las entidades a menudo nos da la sensación de que las asociaciones prefieren limitarse a alejar a las prostitutas de sus calles, y si es posible que ejerzan escondidas en clubes lejos de la vista del resto de la población mucho mejor. Ella desmintió esta percepción mía y contó que las entidades vecinales que están implicadas no son partidarias de esconder la prostitución y mirar para otro lado: en su opinión las mujeres que trabajan en clubs están ocultas, son menos accesibles y por lo tanto están más desprotegidas ante abusos tanto de clientes como de proxenetas.

La jueza explicó cómo hace 28 en Sabadell en las comisarías no se cogían las denuncias de las mujeres por maltrato, las mandaban de vuelta a casa porque se consideraba un asunto privado. Ella considera que hay una contradicción entre las medidas legales que se están tomando contra la violencia de género y el enfoque sobre la prostitución. Según su punto de vista, los medios de comunicación no dan voz al discurso contrario a que la prostitución sea un derecho, pero en los juzgados de lo social esto no es así: el empresario no puede decidir sobre el cuerpo de las mujeres, porque eso sería permitir el abuso sexual y está penalizado.

Tras la intervención de Dahan, fue el turno para la fila cero del público. Dos brevísimas intervenciones, de una jueza de lo social y un Mosso d’Esquadra de la unidad de tráfico de seres humanos.

Eduard nos explicó cómo desde los mossos tratan en sus investigaciones de recabar el máximo de pruebas objetivas con el fin de descargar la presión de la víctima, en cuyo testimonio recaía casi siempre todo el peso en sede judicial, y si la presión, la coacción o el chantaje la llevaban a retractarse, los traficantes de mujeres quedaban con frecuencia en libertad sin poderles condenar.

Nos habló de grandes organizaciones internacionales dedicadas al tráfico de seres humanos, y en particular de mujeres con fines de explotación sexual, pero también del fenómeno de la trata que él denominó “doméstica”, es decir, pequeñas organizaciones con 1 o 2 mujeres explotadas.

Nos contó cómo desde las investigaciones se atiende a los aspectos culturales como el tema del vudú en el caso de la trata de mujeres procedentes del sur de África, y cómo el motor de la trata es la deuda que las mujeres contraen y de la que no pueden sustraerse por muchos años que dediquen a ejercer para sus captores.

Eduard nos contó que actualmente trabajan con un enfoque global victimocéntrico, es decir, trabajan tratando de poner a la víctima y sus necesidades en el centro. Nos habló de la necesidad de un enfoque multidisciplinar, en colaboración con otras asociaciones y entidades para asesorar y dar asistencia a las víctimas. La Policia debería ser un elemento más, no el principal, para luchar contra la trata.

Sin embargo, las magistradas de la sala de lo social tienen una opinión mucho menos triunfalista del sistema. Aún hay muchísima carga de la presión sobre la víctima en los juzgados. Nos contó que en los juzgados la presión sobre las víctimas de trata es máxima. Se pregunta a las victimas si consintieron ejercer la prostitución libremente, no se atiende a su situación de coacción o amenazas si no hay violencia física y demostrable, y solo con su testimonio bajo presión se absuelve a los proxenetas y a los tratantes de mujeres.

Desde el punto de vista legal, la magistrada nos explicó que en la prostitución quien ejerce un acto voluntario es el hombre, en este contrato la mujer es el objeto. Según su punto de vista, la prostitución es un privilegio de los hombres y son los hombres quienes tienen que aprender a tener relaciones sexuales consentidas. El caso de La Manada ha puesto de relieve cómo hombres aparentemente normales son capaces de mantener relaciones sexuales no consentidas en un contexto de diversión masculina, abusar entre cinco de una mujer y después seguir la noche de juerga. No son unos animales, ni unos locos violentos, eran hombres aparentemente normales y eso es lo que ha supuesto un shock a nivel social y una catarsis colectiva.

Cuando en el turno de preguntas una persona apuntó que, por su experiencia personal, el 90% de las mujeres que están hoy en día en las cárceles catalanas son prostitutas y están encarceladas por delitos relacionados con las drogas y pequeños robos, la jueza matizó:

La palabra no es que sean prostitutas, la palabra es que son POBRES.

Y con esto terminamos hasta la próxima conferencia a la que tengo previsto asistir en el Espai Calabria 66 sobre crisis y feminización de la pobreza.

Otras conferencias:

Conferencia de Helen Mukoro sobre trata de mujeres con fines de explotación sexual: el caso de Nigeria

Conferencia de Montserrat Fernández Garrido sobre trata de mujeres con fines de explotación sexual: la sentencia judicial contra los clubs Riviera y Saratoga

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