Decía ayer que el capital social que tanto nos ha costado construir, ha sido dinamitado en menos de una semana debido a esta crisis social a causa de la pandemia por coronavirus que nos azota.
En sociología, definimos el capital social como la variable que mide la colaboración social entre los diferentes grupos de una sociedad, y el nivel de aprovechamiento de las oportunidades que genera a partir de las relaciones de confianza mutua, de las normas sociales que se establecen y de las redes sociales que se tejen, se entrecruzan y permiten colaborar más allá de cada grupo estanco.
¿Quien va a acudir, cuando todo esto pase, a una asamblea, a una reunión de vecinos, a una junta de la AMPA en el colegio, a una pachanga de solteros contra casados en la que se cambian todos en el mismo vestuario, a una convocatoria a la militancia de cualquier partido político? La confianza mutua se ha perdido, y con ella el capital social se ha ido por el desagüe. No sé si el capitalismo se adaptará o cambiará de rostro, pero lo que tengo claro es que la naturaleza de las relaciones sociales se ha visto alterada, y eso va a tener efectos mucho más duraderos que esta pandemia.
Decía también hace un par de días que, en estos momentos de alarma social desbocada, necesitamos aferrarnos a comportamientos que nos permitan mantener una ficción de control y nos aporten seguridad: ya sea hacer acopio de conservas y de papel higiénico como si lo fueran a prohibir, dejar los zapatos fuera de casa imaginando que así protegemos a nuestras familias, o reconfortarnos con las imágenes del ejército patrullando calles vacías y de la policía multando a quienes no puedan aportar una justificación legítima para haber salido de casa.
Estos días de confinamiento forzoso, persiste una categoría que encaja en ambos vectores: la religión. Recordemos que, pese al decreto del estado de alarma, las misas y las liturgias en general no están prohibidas y se permite acudir a lugares de culto. Otra cosa es que la Iglesia como institución decida, por responsabilidad, dar la orden de suspender las misas, las bodas, las procesiones de Semana Santa, o incluso en algunas comunidades autónomas decrete el cierre de los templos.
No dejo de pensar que la Iglesia Católica como institución tiene una proyección mediática que otras confesiones no tienen. La comisión islámica de España ha «recomendado» el cierre de mezquitas, y recomiendan a los fieles rezar en casa. ¿Lo estarán cumpliendo todas? No he encontrado noticia de ninguna mezquita abierta estos días, lo cual da una idea del nivel de acatamiento a las instrucciones que provienen de la autoridad que manifiestan los fieles musulmanes.
Por otra parte, en Sevilla, en Málaga y en Leganés, congregaciones de cristianos evangélicos han mantenido el culto pese a que la Iglesia Evanglélica no lo aprueba. En un contexto en el que TODOS nos aferramos a cualquier cosa que nos aporte consuelo, seguridad y sensación de control, y dado que en el decreto del estado de alarma no se han prohibido las liturgias y se ha dicho expresamente que los ritos religiosos están permitidos, encuentro lógico que haya gente que se refugie en la fe. ¿Que no te parece «de sentido común«? ¿Que «la ciencia no lo aprueba«? Ya, claro. Pero es que estamos hablando de religión, no de ciencia. Lo que me resulta interesante es la diferencia en los perfiles de estas dos religiones: por un lado, un grupo religioso que acatan las normas; por otro, un grupo religioso que se rebela contra ellas. Leo sobre que la comunidad judía está luchando por prevenir el pánico mientras científicos israelíes investigan para encontrar una vacuna, y me pregunto si yo misma me estaré dejando llevar por los estereotipos.
¿Cómo estarán viviendo la pandemia las congregraciones de Testigos de Jehová? Convencidos como están del inminente segundo advenimiento de Cristo que se llevaría por delante a todos los no creyentes en su fe, la situación actual en todo el mundo probablemente esté actuando como un reforzador de sus creencias y, lejos de estar recluidos cada cual en sus casas, es muy probable que los salones del reino estén funcionando como templos de reclusión comunitaria, algo que recordemos que está permitido según el Real Decreto por el que se declara el estado de alarma.
¿Cómo va a afectar esta crisis a las creencias religiosas de españoles y españolas? Siempre se nos ha dicho que el miedo a una muerte inminente convierte a los ateos en cristianos. ¿Será cierto este comportamiento a nivel social? ¿Qué efecto tendrá esta crisis sanitaria y social sobre los valores y las prácticas religiosas cotidianas? ¿Y cuánto durará ese efecto?
Serie completa:
Una socióloga confinada. DÍA 3 (martes). Performance espontáneas
Una socióloga confinada. DÍA 4 (miércoles). Seguridad y sensación de control
Una socióloga confinada. DÍA 5 (jueves). Legitimidad democrática
Una socióloga confinada. DÍA 6 (viernes). Capital social y religión
Una socióloga confinada. DÍA 7 (sábado). Disciplina y otras áreas de análisis
Una socióloga confinada. DÍA 9 (lunes). Tolerancia social a la violencia
Una socióloga confinada. DÍA 10 (martes). La importancia de la comunidad
Una socióloga confinada. DÍA 12 (jueves). Recolección de datos sociológicos
Una socióloga confinada. DÍA 13 (viernes). Una sociedad sin ritos
Una socióloga confinada. DÍA 14 (sábado). La dimensión económica
Una socióloga confinada. DÍA 16 (lunes). Hipótesis de trabajo y marco teórico
Una socióloga confinada. DÍA 17 (martes). La importancia del frame
Una socióloga confinada. DÍA 18 (miércoles). Propuestas encaminadas a una renta básica universal
Una socióloga confinada. DÍA 19 (jueves). Coronavirus y clase social
Una socióloga confinada. DÍA 20 (viernes). El tratamiento a la tercera edad
Una socióloga confinada. DÍA 21 (sábado). El miedo como mecanismo de control social
Una socióloga confinada. DÍA 22 (domingo). Todos somos héroes
Una socióloga confinada. DÍA 24 (martes). La mascarilla como burka laico
Una socióloga confinada. DÍA 25 (miércoles). Sobre la estadística de prevalencia epidemiológica
Una socióloga confinada. DÍA 26 (jueves). Datos estandarizados
Una socióloga confinada. DÍA 37 (lunes). Cómo combatir los bulos