¿Es posible ser un violador y no saberlo?
La imagen socialmente construida del violador nos retrotrae al hombre oculto con una capucha, escondido en un callejón oscuro, en una madrugada solitaria, que te pone en una navaja en el cuello para forzar un encuentro sexual. Esta imagen socialmente construida del violador de la capucha para mantener a las mujeres bajo la protección masculina y alejadas de entornos en los que se considera que no son aptos para las mujeres (la noche y el espacio público, fundamentalmente), tiene más de mito social útil para el mantenimiento del orden social que de evidencia basada en los datos.