Nada S.A., es el sugerente corto de Caye Casas y Albert Pintó que narra la historia de Carlos, un hombre que lleva varios años en paro y a quien, en una entrevista de trabajo, le ofrecen un sueldo de 2.500€ mensuales por, literalmente, no hacer nada durante 60 horas a la semana.
Cuando Carlos se presenta a la entrevista de trabajo durante los primeros segundos del corto, pensé que ese “no hacer nada” era una forma de referirse a la Renta Básica Universal, pero se trata de algo muy diferente: permanecer de lunes a sábado, 10 horas al día, sentado en una silla en una nave industrial sin hacer absolutamente nada.
Relación entre organización del tiempo y trabajocentrismo
Lo primero que me ha llamado la atención es la reflexión sobre cómo Carlos, el protagonista de la historia, considera que la entrevista de trabajo a la que ha acudido es una pérdida de tiempo. Explica que lleva 3 años en paro, mil entrevistas de trabajo, y que ha acudido a esa entrevista a perder el tiempo. Lo que me sugiere que, si organizamos nuestro tiempo y nuestras rutinas alrededor del tiempo dedicado al empleo, una persona desempleada ¿cómo define el concepto “pérdida de tiempo”? Al fin y al cabo, no dedica un tercio de su tiempo diario a producir ni organiza su jornada alrededor del empleo. ¿Trabajo reproductivo no remunerado? Es un hombre, esta opción ni se contempla.
Lo segundo que me llama poderosamente la atención es la ritualización del proceso de búsqueda de empleo. La oferta de trabajo, el CV, la entrevista alienante con preguntas absurdas para las que, más de 20 años después de la primera vez, sigo sin saber cual es la respuesta válida, en las que más parece que se busque verificar la complicidad del entrevistado con el sistema capitalista que comprobar la adecuación del candidato al puesto de trabajo: “¿Cómo te ves a ti misma dentro de 5 años? ¿Por qué te interesa trabajar en nuestra empresa? ¿Por qué consideras que eres la candidata adecuada para el puesto? Ya te llamaremos…”
Alienación, autovigilancia e identificación con el sistema
El empleo que le ofrecen a Carlos consiste en dedicar 60 horas semanales a no hacer nada: no produce, no presta ningún servicio… se limita a estar sentado en una silla sin moverse. Da que pensar en la alienación generalizada que promueve el actual sistema productivo capitalista, que separa al trabajador del producto de su trabajo, sobre el que pierde todo control: la empresa controla incluso las necesidades biológicas más básicas (el sueño, el hambre, las necesidades fisiológicas) e impone sus ritmos, a los que nos adaptamos. El tiempo se organiza entorno a la producción, y la naturaleza humana se adapta a ella.
También es significativo el alejamiento de la figura del jefe. En el corto, el señor de traje y corbata que contrata a Carlos le dice que no volverá a verle. En nuestro sistema laboral se reproducen empresas como Glovo o Deliveroo, en las cuales el jefe es prácticamente una aplicación, con la pérdida de derechos laborales que eso implica, la dificultad para conformar la conciencia de clase mientras el discurso dominante es monopolizado por la retórica del emprendedor, y las dificultades de organización sindical que comporta.
Expresión de la propia identidad mediante el consumo
Algunos de los momentos que evidencian cómo Carlos ha interiorizado este discurso a partir del miedo al desempleo los encontramos en frases como “no me puedo quejar tal y como están las cosas”, “necesito la pasta, un poco de paciencia, pronto me adaptaré”, y la idea de que peor están otros (particularmente, el vigilante), al fin y al cabo él ha tenido suerte de encontrar un trabajo, por muy alienante que sea, que le permite salir del pozo de la exclusión social al que aboca el desempleo y poder revitalizar su vida familiar mediante el consumo, ya que una utópica autorealización mediante el trabajo que tan útil resulta al poder queda descartada desde el minuto 1.
Quizá por eso el espacio de trabajo se convierte en un espacio de socialización, y Carlos y el vigilante que controla que cumpla con los requisitos de su puesto de trabajo llegan a hacerse amigos, y el mejor momento del día para ambos es cuando acaba la jornada y dejan de ser empleados, piezas del engranaje, y vuelven a ser personas. Al menos mientras mantienen la ficción de ambos son recompensados por igual ante la alienación de sus respectivos puestos de trabajo. En el momento en que esta ficción se resquebraja y Carlos revela que su salario triplica al de su colega, la amistad entre ambos se rompe.
El miedo al desempleo como mecanismo de control social
Sin embargo, Carlos no se atreve a rebelarse. Se ha vuelto a hipotecar, se ha comprado una casa con piscina y un coche, su mujer está embarazada. Está atrapado por el consumo y por las deudas que ha contraído para mantener un determinado nivel de vida asociado a un estatus que es la expresión de su identidad mediante el consumo. Está tan identificado con el sistema, que ya no necesita que nadie le vigile. Carlos no tiene tiempo para disfrutar de los bienes que ha pagado con un empleo que odia pero que necesita para pagar esos bienes de los que no puede disfrutar porque el tiempo dedicado al empleo para ganar el dinero necesario para comprarlos se lo impide. Sueña con dejar su trabajo y descansar, pero el consumo lo atrapa. La necesidad de dinero, una necesidad creada artificialmente a partir de su nuevo estatus social, es la que le impide rebelarse contra su situación.
Cuando por fin logra reunir las fuerzas suficientes para intentar un mínimo conato de resistencia, el sistema se encarga de anular ese pequeño resquicio de voluntad por la vía del despido, devolviéndole a la casilla de salida. De ese modo, el miedo al desempleo funciona como mecanismo de control social. Un miedo que carecería de sentido, y que por tanto no resultaría un freno para la construcción de nuestros proyectos vitales, de existir un mecanismo por el que realmente cobráramos un sueldo a cambio de no hacer nada: una Renta Básica Universal.
Bueno, podría reconocerse el corto como un homenaje al reciente fallecido David Graeber, antropólogo y activista autor de «Trabajos de mierda, una teoría», que bueno, si lees el libro hace que la situación dada en el corto no te sorprenda tanto.
https://es.wikipedia.org/wiki/David_Graeber