El lenguaje nunca es neutral, y desde una perspectiva socioconstruccionista no podemos negar el impacto que tiene el lenguaje en la construcción del imaginario colectivo. Siempre lo expongo con el mismo ejemplo: no es lo mismo un chucho callejero que un perrito abandonado.
En el debate sobre el aborto, hay una postura que se autodefine como «pro-vida». ¿Son realmente «pro-vida»? ¿Significa entonces que la postura contraria es «pro-muerte»? A mí personalmente me gusta llamarles «fuerzapartos», que suena mucho más gráfico. La cosa cambia, ¿verdad?
En el debate sobre la prostitución hay un movimiento que se autodefine como «pro-sex» o «pro-derechos». ¿Significa entonces que la postura contraria es «anti-sex» o «anti-derechos»?
La terminología adecuada creo que es regulacionista / abolicionista / prohibicionista, términos que implican una postura sobre el espacio que ocupa la prostitución en el mundo laboral y social.
De hecho, Carla Corso y Sandra Landi son activistas del movimiento pro-derechos, fundadoras del Comité a favor de los derechos civiles de las prostitutas junto a Pia Covre, y sin embargo Corso se declara contraria a la regulación de la prostitucion como trabajo.
En su autobiografía “Retrato de intensos colores”, en la que detalla su experiencia de más de 3 décadas ejerciendo la prostitución “voluntaria” (la pobreza y los abusos de su padre la llevaron a ejercer), Carla expone los efectos que tuvo en Italia la Ley Merlín, que regulaba la prostitución y detallaba, entre otros, las medidas sanitarias que debían cumplir los burdeles. Esta ley tuvo efectos devastadores sobre la salud de las mujeres en prostitución, pues los clientes, habitualmente reacios al uso del preservativo, relajaron aún más ese requisito ante la falsa sensación de seguridad que la ley les transmitía, y los dueños de los locales no exigían su cumplimiento, presionando sin embargo a las mujeres para que no rechazaran clientes por ese motivo. Resultado: las enfermedades de transmisión sexual se dispararon.
Una compañera de la asignatura de Globalización y Movimientos Migratorios, esa asignatura con un enfoque regulacionista que comenté en el post de ayer, lanzó una pregunta que, a mi modo de ver, es capciosa por cómo está planteada, ya que asume un posicionamiento de partida que no tiene por qué ser compartido:
Compañeros/as, ¿cómo pensáis que podría discernirse la prostitución voluntaria y que se pudiera legalizar, frente a la prostitución forzada?
Bueno, a ver, espera un momento. ¿Cuándo hemos asumido que hay un tipo de prostitución que se debería poder legalizar, y que el problema es distinguir si su ejercicio es forzado o no? ¿Y si damos un paso atrás y empezamos por problematizar el propio fenómeno de la prostitución y todo lo que implica acerca de una determinada cosmología, de la posición en que sitúa a las mujeres (todas) en una sociedad patriarcal?
¿Debería poderse legalizar, y por lo tanto legitimar socialmente, que el acceso de los hombres al cuerpo de las mujeres sea considerado una alternativa de ocio, y que para las mujeres sea una solución de supervivencia frente a la pobreza? ¿Por qué?
¿Es la prostitución un trabajo «como otro cualquiera» y por lo tanto debería poderse legalizar y enmarcarse en la categoría de oferta laboral?
Asumiendo la premisa (que ya es mucho asumir), acudamos a la normativa de prevención de riesgos laborales en el apartado de detalle de riesgos biológicos, de obligado cumplimiento a cualquier trabajador/a que trabaje en exposición a agentes biológicos. Así, brevemente, algunos aspectos que aplicarían al caso:
- Deben utilizarse guantes adecuados en todos los trabajos que entrañen algún contacto con sangre, material infeccioso o animales infectados.
- Siempre que haya peligro de salpicaduras se utilizarán gafas de seguridad, pantallas faciales u otros dispositivos de protección.
- Será obligatorio llevar guantes apropiados durante todas las técnicas que comporten un riesgo de contacto accidental directo con el material biológico infeccioso.
- Todos los desechos biológicos, ya sean líquidos o sólidos, tienen que ser descontaminados antes de su eliminación y se seguirán las normas existentes sobre la gestión de residuos contenidos en las reglamentaciones referentes a residuos sanitarios.
¿Cómo aplicamos la normativa de riesgos laborales a la prostitución, si es un trabajo como otro cualquiera que puede ser perfectamente legalizado?
Uno de los aspectos que se suelen obviar en los debates alrededor del fenómeno de la prostitución, es que no implica únicamente a las mujeres en contextos prostitucionales, si bien ellas son las más directamente afectadas: nos interpela a todas. La prostitución es un fenómeno que nos habla de nuestra posición en el mundo como mujeres ante los deseos de los hombres, nos habla de las alternativas que tenemos, de las posibilidades que una sociedad patriarcal nos ofrece: habitualmente, la tríada «santa, madre o puta».
En caso de quedarnos en paro, si la prostitución «es un trabajo como otro cualquiera», ¿cuáles son los requisitos de acceso o los conocimientos necesarios? ¿Ser mujer? ¿Nos podrían ofrecer desde el INEM cursos de formación en prostitución? Copio-pego de la web del SEPE:
Si usted es una persona beneficiaria de prestaciones, una de sus obligaciones es buscar activamente empleo y cumplir las exigencias del compromiso de actividad que se incluye en la solicitud de su prestación.
El citado compromiso comprende aceptar colocaciones adecuadas y participar en acciones que aumenten sus posibilidades de colocación (la formación profesional entre ellas).
El rechazo de una oferta de empleo adecuada o de un curso de formación, sin causa justificada, está considerado como infracción grave de las personas beneficiarias y solicitantes de prestaciones. Dicha infracción se sanciona con la pérdida de la prestación tres meses la primera vez, seis meses si se reincide una segunda vez y con la extinción de la prestación si hay una tercera vez.
Extraído de la web del SEPE, qué ocurre si rechazo participar en un curso de formación ocupacional o en una oferta de empleo
¿En serio es esta sociedad la que queremos? ¿Una sociedad en la que nos puedan quitar la prestación por desempleo si rechazamos un curso de formación ocupacional de prostituta para mejorar nuestra empleabilidad?