Tengo que admitir que en ocasiones me cuesta contenerme ante la burda manipulación del fenómeno de la prostitución que se hace en el manual de la asignatura «Globalización y Movimientos Migratorios». Quienes hemos superado relaciones caracterizadas por la violencia de género algunos argumentos nos los tenemos ya bastante trabajados, entre ellos el chantajito emocional del pobre hombre triste y solitario al que nadie quiere y por eso paga por sexo. Estoy hablando de la cita de Rita Mestre en el manual de la asignatura, en la que equipara trabajo doméstico, emocional y de cuidados con el sexo de pago.
«El trabajo masculino es la norma en la que difícilmente encajan el trabajo doméstico y el trabajo sexual (sic), familiarmente denominados servicio doméstico y prostitución, porque en realidad lo que encaja mal en el sistema es el reconocimiento y la valoración del trabajo emocional realizado por las mujeres, el trabajo de cuidado formal e informal, mercantilizado o libremente entregado (producción afectivo-sexual).» (las negritas son mías)
Rita Mestre, «Trabajo sexual, igualdad y reconocimiento de derechos» (2007)
Sinceramente, encontrarme este chantaje emocional, que tantas veces he vivido en persona, en el manual de la asignatura ha sido como una bofetada en plena cara. Se me han disparado todas las alertas, por eso quiero aprovechar para decirle a Daniela Heim, autora del manual de la asignatura, que estoy aquí para lo que necesite, y que si quiere le puedo pasar el teléfono de mi terapeuta, que de creerse ese cuento también se sale.
Sobre la figura del pobre hombre triste y solitario al que nadie quiere, que también tiene derecho (?) a los cuidados y a la atención emocional (???) y por eso paga por sexo, me remito al estudio de Águeda Gómez, Silvia Pérez y Rosa María Verdugo (2015):
El Putero Español, quienes son y qué buscan los clientes de prostitución en España, el primer estudio sistemático sobre las diferentes tipologías de putero y los argumentos que aportan para consumir sexo previo pago.
En este estudio las autoras llegaron a la conclusión de que existen dos grandes tipologías:
- Aquellos hombres que demandan sexo como una categoría de ocio, como una actividad lúdica.
- Aquellos hombres que buscan en la prostitución la satisfacción de necesidades fuera del ámbito sexual.
El segundo grupo quizá encajaría en la descripción de Mestre de demandantes de cuidados sexo-afectivos y emocionales… pero resulta que no, que las necesidades que demandan fuera del ámbito sexual están relacionadas con dominar y reforzar su masculinidad.
Lo único que pido cuando hablamos de prostitución es que dejemos de hacernos trampas al solitario.
Y hablo de prostitución, y no de trabajo sexual o explotación sexual, dos términos antagónicos que reflejan las dos posturas enfrentadas en este tema, porque considero que debemos partir de unos consensos de mínimos, y el primero de ellos consiste en hablar el mismo idioma, en utilizar una terminología comprensible para todas las personas participantes en la conversación, de lo contrario el entendimiento es imposible. Si en la misma introducción del tema la autora nos dice que el término genérico es prostitución, creo que es el que debemos utilizar, y huir de otros con connotaciones políticas que nos remiten a una falsa idea de libertad de elección, como es el concepto de “trabajo sexual”. Y aquí utilizaré las definiciones de Alicia Puleo (@AliciaPuleo, 2005), recogidas después por Ana de Miguel (@AnadeMiguelAl) en Neoliberalismo sexual (2015), sobre el patriarcado de la coerción y el patriarcado del consentimiento para hacer referencia al espejismo de libertad de elección en que se enmarca el ejercicio de la prostitución.
También me gustaría señalar el concepto de la construcción de la “identidad puta” de la que habla Amelia Tiganus, superviviente de prostitución:
«La mejor manera de fabricar la identidad de puta es a través de la violencia sexual. Los proxenetas se han dado cuenta, estamos en una situación muy vulnerable y la sociedad se encarga de marginarnos, de señalarnos y de ponernos la etiqueta de putas, de que no valemos para más. Y ellos mismos, los mismos que han ejercido esa violencia sexual, porque trabajan en red, son los que después nos ofrecen una supuesta salvación, se convierten en nuestros protectores. Las cuestiones físicas, los traumas, todo lo que hay detrás habría que mirarlo cuando hablamos de voluntariedad, es el consentimiento viciado.»
Amelia Tiganus en una entrevista al diario Gara, 22/9/2018 (Goti, 2018)
No es casual que organizaciones como Médicos del Mundo señalen que la mayoría de las mujeres en contextos de prostitución han sufrido maltratos y/o abusos sexuales previos al ejercicio de la prostitución:
«La mayoría de las prostitutas proceden de entornos poco favorables, son migrantes y han sufrido abusos y maltrato. Y voluntariamente o por obligación, la única alternativa que encuentran para sobrevivir es la prostitución. Nunca es una elección libre.»
Belén Matesanz, enfermera y coordinadora en Baleares de Médicos del Mundo (Martín, 2019)
Una de las manipulaciones más frecuentes del movimiento regulacionista consiste en relacionar trabajo y derechos de ciudadanía. Admito que en nuestro sistema los derechos de ciudadanía se adquieren mediante la inserción laboral, pero discrepo en que el no reconocimiento de la prostitución como trabajo implique invisibilización y negación de derechos, y ello contribuya a promover la exclusión y expulsión. Porque yo prostituta no he sido, pero trabajadora por cuenta propia sí, y sé que para para darte de alta como autónoma en Hacienda y en la Seguridad Social no es necesario un epígrafe concreto que describa de manera exacta la actividad a la que te vas a dedicar voluntariamente, puedes acogerte a un genérico “otros” en cualquier grupo sin mayor problema. Podríamos hablar del estatuto del trabajador/a autónomo/a y de las diferencias de derechos y protección social respecto a los trabajadores por cuenta ajena, y podríamos hablar también del estigma, pero considero que ambos temas exceden el espacio de esta entrada.
Lo que sí quiero desarrollar brevemente es la idea de que hay que regular la prostitución como trabajo para que quienes la ejercen tengan acceso a los derechos de ciudadanía. Creo firmemente que a los únicos a los que beneficiaría la regulación de la prostitución como trabajo es a los proxenetas, quienes llevan trabajando desde hace décadas por ser socialmente reconocidos como empresarios a través de ANELA (Cantarero, 2007).
Regular la prostitución como trabajo invisibiliza la violencia y legitima una concepción de las mujeres y sus cuerpos para la satisfacción de deseos ajenos. La trampa está en que un sistema basado en el reconocimiento de derechos a través del trabajo no es el único posible, nada nos impide pasar a un modelo en el que los derechos de ciudadanía no estén vinculados al trabajo sino a la vida. Autores como Ulrich Beck (1998) vienen alertando desde hace décadas sobre cómo la precariedad laboral está impactando en la pérdida de relevancia del valor trabajo, y cómo en las sociedades posmodernas definimos nuestra identidad a través del consumo, no del trabajo, que se ve reducido a un elemento posibilitador que ya no ocupa el centro de nuestras vidas. El trabajo de investigación de Beatriz Ranea sobre feminización de la supervivencia y prostitución ocasional (@BeatrizRanea, pdf) pone de manifiesto que instrumentos como la Renta Básica Universal servirían para evitar situaciones de pobreza que derivan en recurrir a la prostitución como alternativa desesperada de supervivencia, lo que está muy lejos de cualquier definición de los conceptos de libertad y libre elección que podamos consensuar.
Referencias
Beck, U. (1998). La Sociedad del Riesgo: hacia una nueva Modernidad. Barcelona: Paidós.
Cantarero, J. (2007). Los amos de la prostitución en España. Barcelona: Ediciones B.
de Miguel, A. (2015). Neoliberalismo sexual. El mito de la libre elección. Cátedra.
Gómez Suárez, Á., Pérez Freire, S., & Verdugo Matés, R. M. (2015). El Putero Español. Quienes son y qué buscan los clientes de prostitución en España. Madrid: Catarata.
Goti, N. (22 de septiembre de 2018). «Si hay dinero a cambio, dejas de hacer con tu cuerpo lo que quieras». Obtenido de Gara: https://www.naiz.eus/es/hemeroteca/gara/editions/2018-09-22/hemeroteca_articles/si-hay-dinero-a-cambio-dejas-de-hacer-con-tu-cuerpo-lo-que-quieras
H. Puleo, A. (2005). El patriarcado: ¿una organización social superada? Temas para el debate, 39-42. Obtenido de Mujeres en Red: http://www.mujeresenred.net/spip.php?article739
Heim, D. (2020). Globalització, gènere i exclusió social. Les dones migrants en el treball sexual. El cas de Barcelona. Barcelona: UOC.
Martín, P. (25 de septiembre de 2019). La mayoría de las prostitutas han sufrido maltrato o han sido violadas antes. Obtenido de El Periódico: https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20190925/prostitucion-trata-violacion-maltrato-asesinadas-7649425