Esta entrada es un ejercicio para la asignatura de Sociopsicología del trabajo sobre trabajo productivo, trabajo reproductivo, y cómo interseccionan los factores de clase, género y etnicidad en la reproducción social de la desigualdad.

Contexto: Vigencia actual de la tesis de la familia simétrica de Young y Wilmott.

Meme de Lidia Infante a partir del cuadro «El Cuarto Estado» (1901), de Giuseppe Pelliza Da Volpedo, que refleja a un grupo de trabajadores en huelga durante la revolución industrial italiana. El meme de Lidia pretende denunciar la brecha de género existente en las reivindicaciones obreras, que sistemáticamente olvidan el trabajo reproductivo gratuito que llevan a cabo las mujeres

La tesis de la familia simétrica de Young y Wilmott es una teoría extremadamente simplista y pobre en matices que presupone una simetría en las relaciones familiares a partir del momento en que la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral implica que el hombre pase a realizar más actividades domésticas. Sin embargo, esta teoría no tiene evidencia empírica contundente que la avale (Gálvez & Tirado, 2019, pág. 52). De lo que sí hay evidencia empírica y estadística abundante es que la incorporación de la mujer al trabajo remunerado ha supuesto una doble jornada laboral (en ocasiones triple cuando en esta se incluye también el cuidado a personas dependientes), y duplicado la carga de responsabilidad, mientras que la incorporación de los hombres al trabajo reproductivo no se ha producido a la misma velocidad. Según la Encuesta de Condiciones de Vida del INE publicada hace solo dos años, reflejaba que la mujer en España dedica el doble de horas que el hombre al trabajo no pagado (Gómez & Delgado, 2018), trabajo que incluye trabajo doméstico, de cuidados y voluntariado, lo cual revela que estamos todavía muy lejos de esa familia simétrica ideal propuesta por Young y Wilmott. No es extraño que Ignacio Buqueras, presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles, expresara este fenómeno en una frase lapidaria: «Las mujeres han salido de casa para trabajar, pero los hombres no han entrado» (Europa Press, 2014)

De hecho, una vez más, la pandemia y el confinamiento obligatorio durante más de 3 meses ha sacado a relucir unas dinámicas que permanecían socialmente ocultas tras el velo de la organización familiar, pero que no son nuevas: las horas que dedican ellas y las que dedican ellos a los cuidados y al trabajo reproductivo están todavía muy lejos de ser simétricas. La encuesta de empleo del tiempo 2003-2010 del Instituto Nacional de Estadística (INE, 2011) reveló que el único modelo de familia en el que las tareas del hogar se distribuyen de forma equitativa es aquel en el que ella trabaja fuera de casa y él está en paro, mientras que cuando es a la inversa ella asume más del 80% del trabajo doméstico.

Fuente: Encuesta de empleo del tiempo 2003 – 2010. Instituto Nacional de Estadística (INE, 2011)

Esta situación de desigualdad inicial se agrava cuando hay descendencia: una esperaría que con la llegada de los hijos la implicación de los hombres en las labores de cuidados aumentara, sin embargo los datos estadísticos disponibles revelan que con la llegada del primer bebé al hogar el número de horas que los hombres dedican a tareas de cuidados en lugar de aumentar, disminuyen (García, 2014), comportamiento que, pese a las diferentes situaciones de partida, se reproduce en toda Europa.

Datos del ‘MTUS-HETUS’ (2000-2005); Muestra basada en parejas/matrimonios heterosexuales con edades entre 25 y 45 años. (García, 2014)

valoración de las tareas de cuidados en nuestra sociedad, pero también la menor valoración del trabajo femenino frente al masculino. La investigadora Roni Wright lo expuso de forma muy visual, aludiendo a cómo en una familia en la que ambos teletrabajan, él tiene un espacio propio en el que encerrarse ajeno a las interrupciones familiares, mientras que ella tiene su ordenador en un espacio compartido (en la cocina) y compatibiliza su trabajo con el cuidado de sus 3 hijos (Saenz, 2020). El sentimiento de estrés, frustración y desesperación que expone esta investigadora no es ni individual ni anecdótico: el trabajo de F. Wright evidenció que cuando las mujeres combinan trabajos de cuidados no remunerados con una jornada laboral al uso, experimenta tensión entre ambas actividades que, con el tiempo, derivan en problemas psicológicos y estrés. Esta situación ha justificado la preferencia tradicional de las mujeres por dedicar más tiempo al cuidado de la familia y del hogar (Requena Aguilar, 2017), sin embargo un estudio publicado en 2014 en Harvard Business Review demostraba con datos que las mujeres que no se sentían satisfechas con su trayectoria profesional no lo achacaban a haber dejado en un segundo plano su trabajo para cuidar de los niños, sino a haber dado prioridad a la carrera de sus parejas (Torres Menárguez, 2015). Así, no es extraño que durante los meses de confinamiento algunas revistas científicas adviertan que el envío de papers en preprint[1] firmados por mujeres se haya desplomado mientras que el de los firmados por hombres haya aumentado.

Es por ese motivo que autoras como Silvia Federici llevan casi 50 años[2] defendiendo la necesidad de un salario para las amas de casa como vía de empoderamiento y liberación, y también para remover los obstáculos institucionales que se derivan de un sistema capitalista que se beneficia del trabajo no pagado de las mujeres, que realizan gratuitamente de las labores de cuidados que el Estado del Bienestar de corte familiarista o bien se ahorra, o bien externaliza en los cuerpos de trabajadoras precarias, mal pagadas, sin derechos, habitualmente migrantes y en la economía sumergida, lo que se ha venido a llamar “desestandarización total”.

Y es que la reivindicación sindical clásica de 8 horas para el trabajo, 8 horas para el ocio y 8 horas para el descanso solo es plausible para quien, como en el protagonista del libro “Quien le hace la cena a Adam Smith” (Marçal, 2016), tiene todas sus necesidades en cuanto a trabajo reproductivo cubiertas.

Notas


[1] Un preprint es la versión de un manuscrito antes de la revisión por pares, quienes certificarán o no su publicación formal en una revista.

[2] Su artículo “Conspirando desde la cocina”, escrito como respuesta al de Carol Lopate titulado “Women and Pay for Housework”, fue publicado en la revista Liberation en 1974 (Federici & Cox, 2018).

Referencias

Europa Press. (28 de diciembre de 2014). «Las mujeres han salido de casa para trabajar, pero los hombres no han entrado». Obtenido de Levante: https://www.catalunyapress.es/texto-diario/mostrar/329022/buqueras-mujeres-salido-hogar-trabajar-pero-hombres-no-entrado-casa

Gálvez, A., & Tirado, F. (2019). Sociopsicología del trabajo remunerado y no remunerado. Barcelona: UOC.

García, P. (19 de noviembre de 2014). ¿Desigualdad de género doméstica? España y Europa. Obtenido de Eldiario.es: https://www.eldiario.es/piedrasdepapel/desigualdad-genero-domestica-espana-europa_132_4508037.html

Gómez, M. V., & Delgado, C. (13 de febrero de 2018). La mujer dedica el doble de horas que el hombre al trabajo no pagado. Obtenido de El País: https://elpais.com/economia/2018/02/12/actualidad/1518462534_348194.html

INE. (14 de julio de 2011). Encuesta de empleo del tiempo. Resultados. Obtenido de INE: https://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736176815&menu=resultados&idp=1254735976608#!tabs-1254736194826

Marçal, K. (2016). ¿Quien le hacía la cena a Adam Smith? Debate.

Requena Aguilar, A. (10 de diciembre de 2017). Los hijos recortan la carrera laboral de las mujeres, pero impulsan la de los hombres. Obtenido de Eldiario.es: https://www.eldiario.es/economia/hijos-mujeres-trabajan-hombres_1_3121649.html

Saenz, C. (8 de junio de 2020). «Estoy fallando como investigadora y madre»: la covid-19 amplía la brecha de género en ciencia. Obtenido de Ahora Noticias Andalucía: https://www.ahoranoticiasandalucia.es/estoy-fallando-como-investigadora-y-como-madre-el-coronavirus-amplia-la-brecha-de-genero-en-la-ciencia/

Torres Menárguez, A. (11 de noviembre de 2015). Los niños no frenan la carrera de la mujer, son los maridos. Obtenido de El País: https://elpais.com/economia/2015/11/09/actualidad/1447062347_374448.html

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