Hay determinados tipos de violencia que son funcionales al sistema. La violencia machista para mantener a las mujeres en un estatus de subordinación. La violencia infantil para educar a las criaturas en la obediencia. La violencia racista en un contexto capitalista internacional estatalizado.
Que sean tipos de violencia funcionales al sistema significa que no pueden darse si no es con la connivencia de la sociedad. Podemos fingir que miramos hacia otro lado o que nos indignamos ante sus manifestaciones más extremas, pero sostenemos un conjunto de actitudes que la posibilitan.
Señalar a los medios de comunicación, a otra familia, a la política, a los jueces… solo sirve para eludir nuestra responsabilidad. Porque ni los medios, ni las otras familias, ni la política ni los jueces han brotado en el vacío, en un laboratorio. Forman parte de la misma sociedad.
Que el horror al que estamos asistiendo sirva para que miremos a nuestro alrededor, para que hagamos ese ejercicio de introspección y seamos capaces de admitir en qué medida colaboramos con el sostenimiento de las estructuras que hacen posible el horror cotidiano de otras, de tantas.