Ayer las feministas nos llevamos las manos a la cabeza al enterarnos de que en el juicio a «la manada de Sabadell» el fiscal había sido brutalmente descarnado en el interrogatorio a la víctima en el que no solo tuvo que vivir el infierno que le hicieron pasar sino que además lo hizo ante un interrogatorio carente del más mínimo sentido del tacto y sensibilidad, hasta el punto de que Pilar Martín, la fiscal delegada de violencia de género, llegó a criticar la falta de “empatía” de su compañero al interrogar a la chica que sufrió tres agresiones sexuales consecutivas, y que una actuación en esos términos no debería producirse nunca. Pero el caso es que se repiten una y otra vez en las salas de los juzgados, en los interrogatorios, en las comisarías, en la fase de denuncia, en la instrucción, en el juicio… Una y otra vez las víctimas son obligadas a repetir las humillaciones y las agresiones sufridas, mientras no solo abogados defensores buscan grietas en su testimonio o cualquier mínima contradicción (cosa que, como ya expliqué en su momento, no solo es lógica sino coherente con el proceso de sanación de la víctima, pero que en las instituciones de justicia se contempla como una prueba en contra del testimonio de la denunciante que desacredita así la prueba testifical). Una y otra vez las víctimas son obligadas a repetir las humillaciones y las agresiones sufridas, mientras no solo abogados defensores buscan grietas en su testimonio o cualquier mínima contradicción (cosa que, como ya expliqué en su momento, no solo es lógica sino coherente con el proceso de sanación de la víctima, pero que en las instituciones de justicia se contempla como una prueba en contra del testimonio de la denunciante que desacredita así la prueba testifical), es que también policías, peritos, fiscales y jueces interrumpen sus declaraciones buscando detalles insignificantes como si recordaba la iluminación de la sala, cuando no directamente con preguntas absurdas como si caminaba en zig-zag por decisión suya, que no aportan absolutamente nada.
Si en los juzgados se respetara el Protocolo de Estambul, especialmente en lo que respecta al punto II. A sobre la ética de la profesión jurídica, no tendríamos que estar hablando sobre el fiscal de la manada de Sabadell. Pero las víctimas que se atreven a denunciar tienen que ser de titanio para resistir el proceso que se les viene encima, el machaque al que las instituciones las someten, amparándose en una presunción de inocencia mal entendida que pone en duda a la víctima hasta el punto que llega a sentir que la que ha cometido un delito ha sido ella, algo que solo ocurre cuando son delitos con marca de género: delitos cometidos por hombres que abusan de su estatus en la jerarquía social. Solo se pone en duda sistemáticamente a las denunciantes de este tipo de delitos con marca de género: violaciones, maltrato en el ámbito de la pareja, abuso infantil… Son un tipo de delitos que denuncian mayoritariamente mujeres, y los denunciados son en su inmensa mayoría hombres. Hace unos días detuvieron a 13 hombres por violar a una adolescente de 16 años en el Parque del Oeste y robarle el móvil. ¿Sabéis qué delito es el único por el que la víctima no va a ser puesta en duda? Exacto: el del robo del móvil.
Una frase recurrente de las mujeres que han denunciado algún tipo de abuso cometido por un hombre (violación, maltrato, abuso infantil…) es:
«Sabiendo lo que sé ahora, si volviera atrás en el tiempo seguramente no denunciaría».
Y no es una valoración que la Fillol se saque del culo porque es una hembrista feminazi que carga contra el sistema judicial por no dar la razón sistemáticamente a las mujeres. La subdirectora general de Atención a Víctimas de Violencia de Género de la Comunidad de Madrid lleva diciendo exactamente lo mismo desde el año 2016:
«No debemos animar a denunciar la violencia machista si no podemos proteger a las víctimasas»
Elena Granados
Y no es la única. La presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas, Ana María Pérez del Campo, también se muestra de acuerdo con esta valoración sobre el sistema judicial:
«La estructura policial y judicial también se rige por el patriarcado, es por eso que la lucha contra la violencia de género debe ser una lucha contra el sistema vigente, contra la acaparamiento de poder por parte de los hombres».
Ana María Pérez del Campo
Si todo esto no os da qué pensar sobre el papel de la justicia, yo ya no sé.
Si, la judicatura tiene la firme determinación de utilizar cualquier medio a su alcance para desmotivar el más mínimo gesto de rebelión que proceda de nosotras.
Añadiendo a lo que relatas, permite que recuerde al juez Piñar Díaz, ?desconocedor? de la más básica sociología jurídica sobre violencia machista, cuando señaló que la acusada, Juana Rivas, no había acreditado malos tratos entre 2009 y 2016, ni siquiera haberlos denunciado. Y eso que su exparejo fue condenado por violencia macho perpetrada contra ella el 7 de mayo de 2009, algo que el juez consideró un detalle poco significativo.
Una decente formación en violencia machista les haría saber que el 70% de las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas jamás denunciaron. Sin embargo eso nunca pasará porque no quieren. Solo ocurrirá cuando nos los quitemos de en medio.
En todo proceso penal el juez, que no ha estado en el lugar del crimen, debe hacer un interrogatorio a todas las personas implicadas. Si a mí ne intentan matar, por muy traumático que sea revivir el monento, debo responder al interrigatorio en el juicio.
Entre otras cosas existe la posibilidad de que la denuncia sea verídica o falsa, por tanto no se puede creer a la supuesta víctima, ya que en toda nación civilizada existe el principio de presunción de inocencia.
Volviendo al ejemplo anterior, si yo no puedo aportar pruebas de que me intentaron matar, el acusado será absuelto.
Es así como funciona el derecho
No es el qué: es el cómo. Si no entiendes ese principio, hay poco sobre lo que podamos dialogar.
El paternalismo, te lo guardas.
Jessica, te explicas maravillosamente (por cierto, el duende de los blogs te ha jugado una mala pasada y tienes un par de frases repetidas). Contundente, clara y llena de sentido.
Estuve leyendo algunas opiniones de juristas tuiteros sobre el papel del fiscal en el caso y, hablo de los que me parecen sensibilizados con el tema de la VG, no ven ningún error en su actuación. Ellos y ellas. Supongo que ya hacen callo, que son los modos vividos a diario durante años en los juzgados. Pero me acuerdo de la hija de una amiga que fue violada con 13 años. Denunció y a mitad del proceso no pudo resistir el ir una y otra vez a declarar ante la policía y otros profesionales. Mi amiga decidió que ya era suficiente añadir más sufrimiento. Esto tiene que cambiar.