«Si bajas, llévate la basura». Pautas culturales en la gestión de los residuos

Esta entrada es un ejercicio para la asignatura de Antropología social y cultural. Se trata de una etnografía, y el objetivo es hacer un trabajo de campo problematizando determinadas prácticas cotidianas desde un punto de vista antropológico.

Resumen: El ayuntamiento de Barcelona ha puesto en marcha una prueba piloto de recogida de residuos “puerta a puerta” que ha levantado una fuerte polémica en el vecindario afectado. Analizamos los factures sociales y culturales que han llevado a esta contestación ciudadana, y trataremos de corroborar la hipótesis del concejal que lidera el proyecto, que atribuye a la falta de “disciplina” vecinal la no consecución de los objetivos previstos.

Proceso de investigación

La selección del tema surgió a raíz de la observación de un proceso iniciado por el Ayuntamiento de Barcelona para la optimización de la gestión de residuos, una prueba piloto desarrollada en un barrio concreto (Sant Andreu del Palomar), que tuvo una fuerte contestación por parte del vecindario y que, parece ser, que en este momento no está obteniendo los resultados esperados por parte del consistorio, motivo por el cual se ha suspendido la idea inicial de exportar el modelo de recogida selectiva de basura a otros barrios de la capital catalana.

Cuando el concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica, Eloi Badia, al cargo del proyecto, atribuyó el rechazo vecinal y el incumplimiento de los objetivos previstos a “la falta de información e indisciplina de algunos vecinos” (Casals Torres & Torres i Liñán, 2021), me decidí a investigar el asunto desde un punto de vista antropológico.

El proceso de investigación se ha desarrollado en tres etapas:

  1. Documentación durante la cual analizamos el discurso en redes sociales por parte de personas que forman parte de la comunidad explorada, pero también recopilamos información procedente de discursos oficiales de las administraciones públicas (en este caso, las medidas concretas aprobadas por el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Barcelona), declaraciones de sus cargos institucionales, reuniones de técnicos municipales con asociaciones de vecinos, el tratamiento en medios de comunicación local, etc.
  2. Observación participante, toma de notas de campo sobre el terreno, exploración de las dinámicas habituales, preguntas informales a las personas implicadas con el fin de captar el significado de sus rituales cotidianos, etc.
  3. Realización de entrevistas en profundidad a personas significativas, no necesariamente líderes de la comunidad, sino personas que por su perfil nos parecieron que podían aportar un punto de vista que revelara los factores sociales detrás de una serie de pautas culturales y comportamientos cotidianos. Las entrevistas se realizaron mediante preguntas abiertas, permitiendo que los entrevistados se explayaran a su criterio, sin utilizar grabadora por considerarlo excesivamente invasivo, pero sí tomando notas de sus respuestas y de los aspectos que consideramos más relevantes o que merecía la pena destacar.

Partimos de un enfoque deductivo, partimos de la hipótesis aportada por el concejal del ramo y a partir de aquí exploramos el grado de ajuste de sus palabras a la cotidianidad percibida por el vecindario afectado. Queremos explorar si el grado de vinculación con los principios del ecologismo que promueve el equipo de gobierno dirigido por Ada Colau es compartido o no por la ciudadanía, y si los métodos utilizados para lograr el objetivo de reciclaje han sido los más adecuados.

Introducción

El equipo de gobierno municipal del ayuntamiento de Barcelona, donde gobiernan en coalición En Comú Podem y PSC desde el año 2015, tiene una clara vocación ecologista, que ha cristalizado en toda una serie de iniciativas orientadas a reducir la contaminación en la ciudad, entre las que destacan el haber sido la primera ciudad de España en implantar una Zona de Bajas Emisiones (ZBE) (La Vanguardia, 2021), las “superilles” restringidas al tráfico que la ONU ha puesto como ejemplo contra el calentamiento de las ciudades (Agencia Catalana de Noticies, 2021), y la apuesta decidida por la movilidad sostenible con (entre otras medidas) el objetivo de casi duplicar el número de kilómetros de carril bici a final de mandato respecto al 2015 (Ajuntament de Barcelona, 2021).

Sin embargo, un aspecto parece que se le atraganta al consistorio en su lucha contra el cambio climático, y es un aspecto que no depende única y exclusivamente de la gestión municipal: el del reciclaje. Según las estadísticas de la Agencia Catalana de Residuos (2020), cada barcelonés generaba en el año 2019 una media de 500 kilos de residuos anuales, de los cuales solo se recicla el 38%.

Con el objetivo de alcanzar un 55% de reciclaje de residuos, desde la concejalía de Emergencia Climática y Transición Ecológica, dirigida por Eloi Badía, se ha puesto en marcha un programa de recogida selectiva de residuos “puerta a puerta”, mediante una prueba piloto que empezó en el barrio de Sant Andreu que busca avanzar hacia un modelo de economía circular basada en el “residuo cero” (Martí, 2021).

El modelo “puerta a puerta” en Barcelona

El modelo implantado en la mayor parte de los núcleos urbanos de población para la recogida selectiva de residuos se basaba en contenedores de colores repartidos por toda la ciudad, donde el vecindario deposita la basura previamente separada en vidrio, papel, envases, orgánica, etc.

Ilustración 1: Sistema tradicional de recogida selectiva de residuos

El cambio de paradigma en el modelo que ha intentado implantar el ayuntamiento de Barcelona consiste en entregar a empleados municipales, que pasan puerta por puerta, los residuos de cada hogar en unas bolsas específicas “semitransparentes para facilitar la inspección visual de los operarios” (Butlletí de Sant Andreu. Ajuntament de Barcelona, 2021, pág. 15) facilitadas por el ayuntamiento y marcadas con un chip que identifica a cada vivienda, según un calendario doméstico de recogida de residuos marcado y en una franja horaria determinada: hay que depositar las bolsas en el portal entre las 8 y las 10 de la noche (ni antes ni después), tres días en semana se recogen dos fracciones a la vez, y el jueves es el único día en que se recoge la basura sin separar (Ajuntament de Barcelona, 2021).

Ilustración 2: Calendario de recogida selectiva de basuras. Fuente: (Butlletí de Sant Andreu. Ajuntament de Barcelona, 2021)

El mecanismo coactivo de todo el sistema no está basado en multas (pese a que la opción se consideró), sino en retirar todos los contenedores de la vía pública, de manera que se imposibilitaba al vecindario el poder hacer uso de un sistema alternativo al implantado por el ayuntamiento.

Algunos de los problemas reportados por el vecindario tienen que ver con la dificultad de cumplir un calendario preestablecido y unos horarios muy concretos para sacar la basura a la puerta de casa. Un ejemplo de esta problemática es que para poder sacar bolsas con pañales de bebé se tuvo que disponer inicialmente de un coche itinerante de emergencia, dado que los días previstos para la orgánica eran claramente insuficientes, y posteriormente mediante la presentación de una instancia que debía ser aprobada por un técnico municipal, la concesión de buzones con llave donde poder depositar los pañales. . Los residuos orgánicos relacionados con la higiene femenina, como compresas o tampones, directamente ni se contemplan.

Ilustración 3. Fuente: Fans Del Porta a Porta (Sant Andreu) (@fans_portaporta, Fans Del Porta a Porta (Sant Andreu), 2021)

Otro de los problemas reportados tiene que ver con el ruido: el tiempo dedicado a la recogida de basuras se incrementa notablemente, pues si con el modelo tradicional el cambión de la basura pasa por unos puntos concretos, con el nuevo modelo transita en horario nocturno por todos y cada uno de los portales del barrio, al tener que pasar por cada portal de forma individual y revisar que la gestión de los residuos de cada comunidad se haya realizado de forma correcta: algunos vecinos como Raúl Alonso, o la periodista Claudia Casanova, denunciaron que mientras para la publicidad del nuevo sistema de recogida de residuos en los medios de titularidad municipal se utilizaron camiones electrónicos, el día a día la recogida funciona con camiones diésel de madrugada, con un importante impacto sonoro y sobre el descanso vecinal.

Por último, otro de los problemas reportados en pleno mes de julio en Barcelona fue la no recogida de aquellas bolsas de basura que no cumplían con los criterios o con el calendario, abandonadas en la vía pública con una etiqueta estigmatizadora[1] y provocando malos olores y plagas (Caro, 2021), o las fotos de la comitiva de empleados municipales rebuscando en los cubos de basura, entre bolsas (recordemos) identificadas con chip.

Hipótesis y marco teórico

En una valoración sobre los objetivos del proyecto “Puerta a Puerta”, Eloy Badía, concejal responsable, atribuyó a la “indisciplina” del vecindario el no haber podido alcanzar los objetivos previstos. Sin embargo, en la reunión de seguimiento que tuvo lugar en junio, las cifras que aportó el ayuntamiento daban pie al optimismo: en el periodo en que el proyecto estuvo en marcha, la recogida selectiva en el barrio pasó del 37% al 65% según cifras del propio consistorio, siendo valoradas como “elevadas y satisfactorias” por la concejalía que lidera el proyecto (Bassas, 2021).

¿Hay realmente un problema de indisciplina por parte de la ciudadanía como sostiene el concejal Badía (Casals Torres & Torres i Liñán, 2021), o el sistema es “un desbarajuste” que se ha llevado a cabo por imposición y sin tener en cuenta las necesidades de la ciudadanía, como sostienen las asociaciones vecinales (Günther, 2021)?

Nuestra hipótesis de partida cae del lado del vecindario: creemos que hay una importante conciencia ciudadana respecto a la problemática que representa el cambio climático, que la sensibilidad ecológica es mayor, como evidencian el notable apoyo de la mayor parte de las medidas de sostenibilidad y lucha contra el cambio climático desarrolladas por el consistorio, pero este proyecto en concreto es excesivamente estricto, carece de flexibilidad y no se adapta a las pautas culturales de una sociedad urbanita y densamente poblada del siglo XXI como la capital catalana.

Creemos que la oposición vecinal está relacionada no con el incivismo, ni la indisciplina, ni tampoco con la falta de conciencia ecologista, sino con el hecho de que el sistema incide en la forma de vida de las personas, impacta de lleno en la organización de su cotidianidad, tiene un nivel de exigencia elevado y unos mecanismos coactivos que resultan inaceptables en una sociedad desarrollada como son el abandonar la basura en la vía pública con una pegatina que estigmatiza a su propietario/a, y e invade la intimidad de las personas al identificar sus bolsas de basura con un chip que permite al ayuntamiento realizar el seguimiento de sus residuos, ser explorados por operarios municipales, e incluso incumplir la normativa de la Agencia de Protección de Datos al no permitir darse de baja del sistema a los vecinos y vecinas de Sant Andreu (Ribalaygue, 2021).

Trabajo de campo

El trabajo de campo tuvo lugar durante el mes de noviembre, en varios hogares de Barcelona, afectados y no afectados por el proyecto “Porta a Porta”, y en un taller de Barcelona donde coinciden todas las personas observadas.

Las entrevistas se realizaron en dos hogares, uno afectado y otro no afectado por el proyecto. El hogar afectado se compone de 4 personas, dos adultos de alrededor de cuarenta años y dos criaturas, sin mascotas; el hogar no afectado se compone de 2 adultos de alrededor de treinta años, sin criaturas, con una perra. Ambas familias manifiestan expresamente una sensibilidad ecologista, que es palpable en sus prácticas cotidianas: se preocupan por cuidar medio ambiente, por un consumo responsable en la medida de sus posibilidades, por reducir su huella de carbono, por reducir el uso de plásticos, por utilizar medios de transporte sostenibles, por reducir el volumen de residuos y por separar aquellos que generan para facilitar su posterior reciclaje.

Entre las notas más destacables, cabe señalar la pluralidad de estilos de vida dentro del colectivo observado: tenemos a varias personas que viven en diferentes puntos de la ciudad, que manifiestan una clara sensibilidad ecologista, y otras para quienes este aspecto no define su identidad de una forma tan marcada, pero se adhieren a los principios del reciclaje y la sostenibilidad. Todo el personal tiene interiorizada la necesidad del reciclaje, aunque encuentran serias dificultades en su consumo diario para reducir el volumen de residuos. Por ejemplo, hacen notar que les resulta muy difícil reducir el volumen de plásticos cuando en los supermercados donde realizan la compran habitualmente no hay una política de sostenibilidad en el conjunto de los envasados.

La empresa, por su parte, también está concienciada con el objetivo de sostenibilidad y ha implantado entre sus procedimientos algunas prácticas tendentes a reducir su huella de carbono, el uso de plásticos y el volumen de residuos, y en la dinámica habitual de la plantilla se encuentra la práctica del reciclaje. Hay dos personas en plantilla encargadas de salir tirar los distintos cubos de basura a lo largo del día. Podrían salir a tirar los distintos tipos de residuos a la vez, pero el objetivo declarado es salir a fumar a lo largo del día en varios momentos, de forma que la basura se saca todos los días y un tipo de residuo en un momento diferente del día para así aprovechar ese momento y salir a fumar.

En cuanto a los horarios para bajar la basura en los hogares, todos, tanto vecinos de Sant Andreu como de otros barrios, manifiestan que la bajan en horarios dispares: cuando les viene bien, cuando pueden, cuando salen, cuando se acumula, cuando bajan a pasear al perro… La ausencia de un horario fijo para bajar la basura, así como de un calendario preestablecido, es un indicador de que el programa de Sant Andreu no iba a resultar eficiente y fácilmente adaptable a la realidad cotidiana de la ciudadanía. Un ejemplo es el de los residuos orgánicos: en el hogar de Sant Andreu manifiestan, por ejemplo, la incomodidad por el hecho de tener que planificar qué día se cena pescado en casa porque si se cena el martes y no da tiempo a bajar la basura antes de las 10 de la noche y ya no pasan a recoger la orgánica hasta el viernes, los restos con especial olor se acumulan durante días por no poder bajar la basura orgánica el día que el ayuntamiento les ha marcado.

Si salen a cenar o al cine y no van a estar en el horario exigido para bajar la basura; si los horarios de las extraescolares de las criaturas llegan más tarde a casa y luego entre la hora del baño, la cena y leerles un cuento para ir a dormir ya se les pasa el horario de bajar la basura; si trabajan a turnos rotativos o con horarios cambiantes; si se van el fin de semana a la segunda residencia pero la orgánica lleva sin poderse bajar desde el miércoles y no les permiten volver a bajarla hasta el sábado; si el horario habitual para bajar a la perra no coincide con el marcado por el ayuntamiento… Todos los argumentos aportados evidencian que como sociedad no tenemos interiorizada la idea de un horario fijo para bajar la basura, sino que se trata de una práctica que se realiza de forma oportunista, cuando se puede y viene bien, y por lo tanto implantar un horario fijo mediante una norma explícita iba a encontrar un rechazo importante.

Para nuestra sorpresa, constatamos que en general no se le da una especial importancia a la invasión de la privacidad que constituyen las bolsas semitransparentes identificadas con chip: las personas que participan en el trabajo de campo no parecen considerar relevante que operarios del ayuntamiento puedan observar su basura, y no creen que a los técnicos municipales les importe demasiado la marca de yogures o de preservativos que utilizan.

Mayor rechazo concita la idea de dejar las bolsas de basura de los incumplidores abandonadas en la vía pública con una pegatina que lo señale. No les parece que sea estigmatizador, pero sí consideran que es una práctica insalubre que genera molestias al resto del vecindario: suciedad, malos olores, plagas y ratas. No culpan de ello a los vecinos incumplidores, sino al ayuntamiento por haber retirado los contenedores clásicos, negarse a recoger esas bolsas de basura de la calle en pleno verano, y no haber dejado otra opción en la gestión de residuos de los hogares que someterse a la imposición del calendario municipal.

De modo que los contenedores de colores tradicionales se revelan para todos los actores que han participado en el trabajo de campo como la mejor solución, la más flexible y adaptable a todos, que ya parten con una conciencia ecologista favorable al reciclaje. Son todos partidarios de implantar otro tipo de mecanismos para el fomento del reciclaje de aquellas personas más reacias, como campañas de sensibilización y no métodos que interfieran de forma tan estrictica en la organización de sus rutinas cotidianas.

Conclusiones

La basura, y con ella la gestión de los residuos que producimos, forma parte de nuestra cotidianidad, se rige por unas normas propias, y el pretender sustituirlas de forma coactiva mediante un sistema impuesto que carece de toda flexibilidad ha sido un notorio fracaso.

Tras el trabajo de campo, el análisis de la información oficial publicada por el propio ayuntamiento y sus responsables públicos, los discursos en las redes sociales y los medios de comunicación, cabe llegar a una conclusión validatoria de nuestra hipótesis inicial: el Porta a Porta no ha fallado en sus objetivos por indisciplina o falta de sensibilidad ecologista de la ciudadanía, sino por pretender imponer una férrea disciplina que se aleja de las prácticas culturales cotidianas de la sociedad en la que pretende influir, y por carecer de flexibilidad suficiente para adaptarse a una sociedad dinámica y plural.

Entre las conclusiones que el trabajo de campo sobre este tema nos ha permitido alcanzar, creemos que vale la pena señalar que el cambio social no puede producirse mediante la imposición de pautas culturales alejadas de la cotidianidad de la sociedad en la que se pretende influir.

Bibliografía

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@fans_portaporta. (27 de septiembre de 2021). Fans Del Porta a Porta (Sant Andreu). Obtenido de Twitter: https://twitter.com/fans_portaporta/status/1442456243671429128

Agencia Catalana de Noticies. (3 de noviembre de 2021). La ONU pone a las ‘superilles’ de Colau como ejemplo contra el calentamiento de las ciudades. Obtenido de 20Minutos: https://www.20minutos.es/noticia/4878508/0/la-onu-pone-a-las-superilles-de-colau-como-ejemplo-contra-el-calentamiento-de-las-ciudades/

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Bassas, J. (1 de junio de 2021). Veïns de Sant Andreu irrompen al consell de barri contra la recollida d’escombraries porta a porta. Obtenido de betevé: https://beteve.cat/medi-ambient/veins-sant-andreu-irrompen-consell-barri-rebutjar-recollida-escombraries-porta-a-porta/

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Caro, P. (5 de julio de 2021). Los vecinos de Sant Andreu exigen acabar con la recogida de basura puerta a puerta por los malos olores y plagas. Obtenido de 20Minutos: https://www.20minutos.es/noticia/4753789/0/los-vecinos-de-sant-andreu-exigen-acabar-con-la-recogida-de-basura-puerta-a-puerta-por-los-malos-olores-y-plagas/?autoref=true

Casals Torres, M., & Torres i Liñán, R. (27 de mayo de 2021). Badia reconeix alguns desajustos en el porta a porta per “desconeixement i indisciplina”. Obtenido de betevé: https://beteve.cat/medi-ambient/badia-desconeixement-indisciplina-recollida-escombraries-sant-andreu/

Günther, M. (1 de junio de 2021). Els veïns de Sant Andreu acusen l’Ajuntament d’implantar la recollida porta a porta a esquenes del veïnat. Obtenido de Onda Cero: https://www.ondacero.es/emisoras/catalunya/audios-podcast/ciutat/els-veins-sant-andreu-acusen-lajuntament-dimplantar-recollida-porta-porta-esquenes-veinat_2021060160b634ade071940001cb611b.html

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Ribalaygue, J. (1 de agosto de 2021). Atrapats al porta a porta: l’Ajuntament no permet donar-se de baixa a veïns de Sant Andreu. Obtenido de Tot Barcelona: https://www.totbarcelona.cat/societat/atrapats-al-porta-a-porta-lajuntament-no-permet-donar-shi-de-baixa-a-veins-de-sant-andreu-140569/


Notas

[1] «¿Qué pasa si me equivoco de día o saco los residuos mal separados? Si se sacan los residuos mezclados o hay un error de calendario, no se recogerán, se dejarán en la vía pública y se marcarán con un adhesivo de incidencia para comunicarla y animar al vecino o vecina a enmendar el error.» (Butlletí de Sant Andreu. Ajuntament de Barcelona, 2021, pág. 15). El destacado es nuestro.

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