Hablemos de la manifestación del 8M y de los motivos por los que en más de 20 ciudades hubieron dos manifestaciones: la institucional y la abolicionista. También sobre los 20.000 millones del Ministerio de Igualdad de Irene Montero para políticas feministas.

Siempre llego tarde para comentar estos temas, lo sé y no me importa.

En primer lugar, empecemos por la idea de fracaso que se ha extendido (o que han difundido de forma interesada, más bien) por el hecho de que el 8 de marzo en más de 20 ciudades hubieran dos manifestaciones diferentes. Desde hace un montón de años, con motivo del Orgullo, se producen dos manifestaciones: la institucional, y la del Orgullo Crítico, y creo que a nadie se le parte el corazón por la división del movimiento LGTBI ni habla de fracaso por ese motivo, ¿no? Nos parece lógico, incluso sano, que haya un sector dentro del movimiento LGTBI que sea crítico con la institucionalización del movimiento, con la manera en que el poder económico, mediático y político instrumentaliza el movimiento LGTBI. Pues con el feminismo, igual.

Sin embargo, con las dos manifestaciones del movimiento feminista este año se ha montado el gran drama. Que si fractura, que si falta de unidad, que si fracaso, que si la abuela fuma. Vamos a ver, ¿unidad para qué? Eso es lo primero que cabría preguntarse.

Yo empiezo a estar un poco hasta el coño de la instrumentalización que hacen del movimiento y de la agenda feminista los diferentes partidos políticos para alimentar sus guerritas internas.

¿Por qué han habido dos manifestaciones diferenciadas? ¿Porque una era del PSOE y la otra era de Podemos? No. Hubo dos manifestaciones porque una de ellas era crítica con la agenda feminista de este gobierno, una de ellas no estaba de acuerdo con la inacción del gobierno para la agenda abolicionista, ni con la acción en pro de la ley trans. Porque las medidas que está intentando aprobar el Ministerio de Irene Montero, empezando por la ley trans y acabando por la ley del «solo sí es sí», donde recordemos que ya en esta ley tan esperada, nos han metido un torpedo para intentar legalizar el «proxenetismo no coactivo». Estas no son medidas que estén en la agenda del feminismo abolicionista, y por eso no íbamos a marchar juntas en hermandad y armonía, cuando la fractura es tan profunda.

Pero no es ni mucho menos una manifestación pro-PSOE y la otra pro-Podemos, porque las medidas que Podemos está impulsando no llegarán a nada si el PSOE no quiere. Nos recuerdan a menudo que solo tienen 35 diputados, y que por eso no pueden hacer más de lo que están haciendo. Sin el apoyo del PSOE, ninguna de esas leyes saldría adelante, así que fue también una manifestación crítica con el PSOE. Una manifestación contaba con el apoyo del gobierno de coalición, en su totalidad, y la otra fue la manifestación crítica. Lógico y comprensible.

Esther Palomera comentó que era muy triste esta fractura del movimiento feminista «porque el feminismo es igualdad». A mí este discurso de «el feminismo es igualdad» me suena a primera legislatura de Rodríguez Zapatero (2004). ¿Podemos pasar de pantalla?

Este discurso de «feminismo es igualdad de derechos entre hombres y mujeres» es un feminismo blandito, light, que no molesta a los señores. Es un feminismo que cualquiera puede asumir porque no incorpora una agenda de transformación social. Simplemente incorpora la voluntad política de plasmar sobre el papel una hipotética igualdad de derechos que después, en la práctica, en la sociedad, habrá que ver cómo se implementa. Pero claro, sobre el papel ya tenemos los mismos derechos, que es como decir «ya podéis trabajar, ya podéis votar, ¿qué más queréis?«. Bueno, pues queremos autonomía sobre nuestros cuerpos, queremos libertad para poder llevar a cabo nuestro proyecto vital sin tutelas, sin que nadie nos diga hasta dónde podemos llegar. Somos la mitad de la población, queremos la mitad de todo.

Y es que este feminismo blandito que no molesta, que cualquiera puede asumir, lo que oculta es un vaciado de contenido del feminismo. En Izquierda Unida se maravillaban de haber logrado que no sea posible imaginar un país sin feminismo.

Sí, claro, es que así es muy fácil. Con ese discurso de «feminismo es igualdad entre hombres y mujeres» es muy fácil. Así cualquiera. Claro que así es muy fácil declararse feminista, pero es que el feminismo es muchísimo más que decirle a la Mari «qué guapa estás» cuando se ha pasado la tarde en la peluquería.

Con ese discurso vacío de contenido, es muy fácil convertir el feminismo en un movimiento pop al que cualquiera se puede adherir y que solo sirva para vender camisetas de Zara. Pero es que el feminismo es mucho más. El feminismo es un movimiento de transformación social desde los cimientos. Si todas nuestras aspiraciones se limitan a la igualdad legal entre hombres y mujeres, el feminismo ha fracasado. Ese feminismo de la igualdad legal es un feminismo que no interpela a los señores: es solo cosa de políticos, que aprueben leyes, y ya está, los señores no tienen que hacer nada, no tienen que cambiar nada, ya les está todo bien. Y si hay machismo en tu entorno, pues será cosa tuya que a saber con quien te juntas, y ¡denuncia mujer! Y chimpún. Porque ya hay igualdad, ¿no? Pues para ese feminismo blandito que no incomoda a los señores, conmigo no contéis, no me voy a poner detrás tuyo en una pancarta porque para ese viaje no hacían falta alforjas.

¿Hablamos de los 20.000 millones de euros de presupuesto del Ministerio de Igualdad? Esos 20.000 millones que suponen un incremento del 14,4% para políticas feministas, el mayor presupuesto de la historia que tan contentas nos tienen. Confieso que cuando lo vi pensé «joder, Irene, cómo te lo has currao, el doble que el presupuesto del Ministerio del Interior». Pero, je, resulta que no. Que ni es todo para el Ministerio de Igualdad, ni es para un solo año, ni es para políticas feministas. Tiene truco la cosa.

Para empezar es un plan a 4 años, así que ya no son 20.000 millones sino 5.000. Empezamos bien, ya nos han empezado tomando el pelo anunciando a bombo y platillo unas cifras que no se corresponden con la realidad. Para seguir, tampoco son el presupuesto del Ministerio de Igualdad, sino que es un plan que se reparte entre varios ministerios, que son quienes tienen que aplicar las medidas «feministas». Vale, ok. Pero es que, si entramos al detalle, ¿a qué medidas concretas se van a dedicar esos 5.000 euros anuales? Pues mira, lo primero de todo, a permisos por maternidad y paternidad. Claro que el presupuesto a igualdad ha subido un 14,4%, porque el permiso de PATERNIDAD, las bajas DE LOS SEÑORES cuando tienen una criatura, han pasado de un mes a 16 semanas. Lógico que el presupuesto dedicado a este punto se haya incrementado, porque los permisos DE LOS SEÑORES son cuatro veces más largos. Irene, te estás haciendo trampas al solitario.

Gracias a la equiparación de los permisos iguales e intransferibles, ahora somos el país de Europa con las bajas de paternidad más largas, y las bajas de maternidad más cortas. Estamos haciendo el feminismo por el lado que no es.

Y me diréis que los permisos iguales e intransferibles son una reivindicación histórica del movimiento feminista. Y aquí le voy a poner un millón de matices, porque esta reivindicación parte de la base de que la menor contratación de mujeres se debe a la baja de maternidad. Pero es que para la empresa, a efectos económicos, el permiso de maternidad es neutro: la seguridad social le paga el sueldo y las cotizaciones. La empresa solo tiene que pagar a la persona que la sustituya, es decir, el mismo sueldo y cotizaciones que pagaría si no estuviera de baja. Como mucho, te acepto que tendrán que formar a la persona sustituta y eso tiene un coste. Y ya. Lo que realmente penaliza la contratación de las mujeres, no son las 16 semanas de baja de maternidad: es la crianza. Porque se sigue asumiendo que quien faltará al trabajo si la criatura enferma, será mamá; quien tendrá que ir a tutorías, o al pediatra, será mamá; quien tendrá que hacer malabarismos para conciliar, será mamá. Eso es lo que perjudica realmente la contratación de las mujeres: no es el embarazo ni el parto, es la crianza en la que los señores no se implican en igualdad de condiciones, porque ninguna ley le va a decir a Manolo cómo tiene que organizarse su familia.

Hablemos del PSOE. Al parecer, tan abolicionistas que se autodeclaran, acaban de descubrir gracias a la guerra en Ucrania es el epicentro de la explotación reproductiva de las mujeres pobres perpetrada por europeos ricos. Si no es por la guerra, ni se enteran.

Al parecer, el PSOE se acaba de dar cuenta de que hay un todo un entramado legal dedicado al alquiler de vientres. ¡Qué escándalo, en este casino se juega! ¿En qué mundo vivís?

Pero si esta situación la habéis promovido vosotros mediante la instrucción 2010, que permite la inscripción en el registro de criaturas nacidas en el extranjero, que se ha convertido en un coladero para los vientres de alquiler. Esta instrucción lleva vigente 12 años, ¿y os acabáis de dar cuenta? Además sois Gobierno, ¿qué me estás contando? No me des discursos: tenéis el BOE, utilizadlo. Eliminad la instrucción 2010, así de sencillo. Ni siquiera requiere consenso parlamentario, es una instrucción del registro general del notariado, por las mismas que se aprobó se puede derogar. En vuestra mano está evitar el coladero legal que permite que una práctica ilegal sea tolerada. Todo lo demás es postureo.

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