Parece mentira que, a estas alturas, tengamos que estar «debatiendo» sobre si es lícito o no ligar con tías borrachas, y dónde está el límite: en la fase de cantos regionales sí, en la de exaltación de la amistad ya no.

Todo esto viene a cuento de la última polémica del streamer Xokas, defendiendo el «trucazo» de unos amigos suyos que al parecer, según sus propias palabras, «se divertían mucho llevándose a tías borrachas». En concreto menciona a un amigo suyo, deportista, sano y mejor persona, que salía y se llevaba cada fin de semana a casa a una mujer distinta, porque claro, ligar con mujeres borrachas «está chupao». Trucazo. Un crack. De puto pro.

El mismo trucazo que utilizaron los miembros de La Manada para abusar de una mujer en Pozoblanco, y por lo que ahora están cumpliendo condena, fue defendido en directo ante 25mil chavales, que han salido a defender a su ídolo… en manada.

Una defensa cristalina de en qué consiste la cultura de la violación en menos de un minuto.

La versión oficial dice que le hemos entendido mal, que lo que pretendía decir es que se puede salir de juerga sin necesidad de beber y que el mensaje era positivo. La versión menos complaciente dice que en realidad se ha explicado mal, y que no quería decir lo que hemos entendido. Y UNA MIERDA.

Pero es que además me da completamente igual. El punto es que hemos entendido perfectamente la historia porque sabemos todas que eso pasa todos los fines de semana en todas las discotecas de España. Y si no se denuncia más, es porque desde la violación de la Feria de Málaga sabemos lo difícil que es denunciar una violación cuando hubo tonteo y alcohol: nadie te va a creer, todo el pueblo se pondrá en tu contra, testificarán hasta los camareros. Y si acabas como la chica de Pozoblanco, medio inconsciente en un coche con cuatro desconocidos, con tres de los cuales no tenías intención de hacer nada, y el cuarto con el que sí se pone violento, también tendrás dificultades para denunciar.

Que ese comportamiento es común, frecuente, y que entre los tíos no se denuncia sino que se considera «el puto amo» al que cada fin de semana se acuesta con una distinta, lo sabemos. La novedad aquí radica en admitir abiertamente un comportamiento depredador, un abuso sexual sistemático y premeditado, y ni siquiera ser consciente de ello hasta que la polémica se desata, y la cantidad de tíos que siguen sosteniendo que es un comportamiento lícito, y que si bebemos apechuguemos con las consecuencias.

Pero no les digas que son violadores en potencia, maldita feminazi hembrista odiahombres, no sea que se ofendan. Ellos. Los pobres hombres generalizados son las auténticas víctimas aquí. Claro que sí.

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