El barrio en el que me crie en un barrio estigmatizado, un barrio que desde hace ya varias décadas arrastra la etiqueta de “conflictivo”, seguramente no por casualidad y no solo por prejuicios. Un barrio caracterizado por la exclusión social de su ciudadanía, por las altísimas tasas de paro, inestabilidad laboral y tremendas bolsas de pobreza, por la desescolarización temprana que no es lo mismo que el abandono escolar, por la economía sumergida, el tráfico de drogas y por la delincuencia, especialmente en la zona de las 801, donde yo nací y pasé los primeros años de mi vida. Un caldo de cultivo ideal para los prejuicios, la estigmatización, y con ello la discriminación. Me da un poco de vergüenza comparar mi situación con la de mis compañeras gitanas, porque yo por el mero hecho de ser paya, la discriminación a la que me he enfrentado (episodios de bullying aparte de los que ya hablaremos) va poco más allá de que ninguna compañera de colegio o de instituto viniera jamás a estudiar a mi casa, siempre era yo quien iba a casa de mis compañeras porque a Sant Cosme les daba miedo venir durante los años 80 y los 90, lo que me hacía muy consciente, desde bien pequeña, del lugar que habitaba.
Los medios de comunicación se encargan de repetir, una vez más, el mismo mensaje promovido desde el poder económico desde la anterior crisis de 2008: emprende. Ya en 2008-2010 la filosofía del discurso emprendedor como única alternativa frente a la crisis llevó a la ruina a miles de personas que capitalizaron el paro para emprender su propio negocio sin preparación, ni habilidades, ni aptitudes ni conocimientos. Gente que perdió la escasa protección social que tenía y a quienes se puede culpar individualmente del fracaso de sus proyectos empresariales, obviando los factores estructurales que les condujeron a esa situación, y engordando así el ejército del precariado con una situación económica límite, deseosos de volver a la protección del trabajo por cuenta ajena a cambio de unas condiciones económicas y laborales mucho peores que las que tenían antes de la crisis.
Cuando cuestionamos los productos de ocio audiovisual, solemos enfocarnos en contenidos pensados para un público masivo, producido y promocionado por grandes corporaciones. Sin embargo, el contenido amateur realizado por sus propios protagonistas reales y en teoría al margen de la gran industria capitalista, también puede ser altamente problemático.
Queridos neomachistas, os veo muy perdidos, con muchas dudas sobre feminismo, sobre las feministas, sobre lo que defendemos. Os perdéis en los matices y os quedáis en los argumentos de… Leer más »
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