Prostitución: cuando la universidad legitima la explotación sexual

«El trabajo masculino es la norma en la que difícilmente encajan el trabajo doméstico y el trabajo sexual (sic), familiarmente denominados servicio doméstico y prostitución, porque en realidad lo que encaja mal en el sistema es el reconocimiento y la valoración del trabajo emocional realizado por las mujeres, el trabajo de cuidado formal e informal, mercantilizado o libremente entregado (producción afectivo-sexual).»

Desmontando la prostitución: las putas no piden permiso, piden paso

Resulta curioso cómo el discurso abolicionista y el de las propias prostitutas en realidad no es tan antagónico, sino que se dan la mano y tienen el mismo análisis: que allí donde no pueden llegar las asociaciones hay trata y explotación sexual, que los puteros ponen en riesgo la integridad física y la salud de las mujeres en situación de prostitución, que los proxenetas se aprovechan de la situación de precariedad extrema de las mujeres, y que si tuvieran una alternativa laboral digna dejarían la prostitución. Para acusar a las abolicionistas de no escuchar a las prostitutas, lo cierto es que dicen cosas muy parecidas.