Esta entrada es un ejercicio para la asignatura de Teoría de la cultura en el marco de la reflexión sobre la relación entre naturaleza, cultura y tecnología. Se nos pedía dar como respuesta «sí, pero» a la frase «Algunos avances de la tecnología de mejora humana nos permiten repensar la naturaleza humana como construcción cultural», aportando puntos de vista a favor y en contra de cada enfoque. Este es el resultado de mi ejercicio.
Venus de Willendorf

Cambio social en la cultura de la maternidad.

Cómo la tecnología de los vientres de alquiler y el activismo queer están cambiando la cultura de la maternidad en el siglo XXI

Introducción

Uno de los ámbitos en que de forma más clara se revela la inextricable relación entre naturaleza humana y construcción cultural es sin duda la evolución histórica de la cultura de la maternidad, y la profunda transformación social que atañe al concepto que estamos experimentando en nuestros días.

La cultura de la maternidad ha acompañado a la humanidad a lo largo de su trayectoria histórica. Desde la Venus de Willendorf hasta Los Monólogos de la Vagina pasando por las múltiples representaciones de la Virgen María con El Niño en su regazo.

Actualmente estamos asistiendo a un cambio de paradigma en la conceptualización de la maternidad que está dando origen a un cambio social y cultural nunca antes visto. La representación simbólica de la mujer está transformando la manera en que el género es percibido socialmente, lo cual tendrá repercusiones importantes en la estructura social que a día de hoy son difíciles de calibrar.

Marco teórico

Las teorías queer y los vientres de alquiler proponen una nueva relación con la naturaleza. Desde la bipedestación, la maternidad y la crianza han estado muy ligadas a la evolución biológica y cultural de la especie humana: el estrechamiento del canal del parto que la posición erecta conllevó en las hembras de Australopithecus, y el mayor volumen craneal de los fetos a partir del género Homo derivó en un menor tiempo de gestación y un aumento del tiempo necesario de crianza, lo cual repercutió en el fortalecimiento de los vínculos sociales (Morera Peiró, 2021, págs. 30-31), lo que hoy llamamos “crianza en tribu”: la crianza de las criaturas como acto compartido entre los diferentes miembros de la comunidad. En palabras de la psicoterapeuta Laura Gutman, «es patrimonio de las sociedades occidentales creer que la crianza es exclusiva de las madres y de la familia nuclear» (Sanchís, 2019).

Las tecnologías vinculadas a la autodeterminación de género y a la reproducción asistida en cuerpos ajenos[1] suponen un cambio de paradigma en lo que respecta a la cultura de la maternidad.

Podemos hallar referencias a Dona Haraway en el libro en el que el autor trans Paul B. Preciado narra los inicios de su transición y su relación con la testosterona (Preciado, 2008). El ciborg conceptualizado por Haraway se transforma tecnomujer en los textos de Preciado (“mujer trans”, según la terminología actual), frente a la biomujer (o “mujer cisgénero”). Ambas comparten una misma postura acerca del determinismo biológico y su papel en la conformación de la identidad. Julia Torres recupera en su artículo “Sobre el concepto y los usos de lo ‘cyborg’ en Dona Haraway una cita que parece inspirada en la que probablemente sea la frase más veces extractada (y mutilada) del extenso libro de Simone de Beauvoir, El Segundo Sexo, “no se nace mujer, se llega a serlo”:

«No existe nada en el hecho de ser ‘mujer’ que una de manera natural a las mujeres. No existe incluso el estado de ‘ser’ mujer que, en sí mismo, es una categoría enormemente compleja construida dentro de contestados discursos científico-sexuales y de otras prácticas sociales». (Torres, 2021)

Mientras Haraway anima a «pensar en términos de cyborg para rechazar los recursos ideológicos de la victimización», Preciado, por su parte, sugiere la utilización de tecnologías para la autodeterminación del género, como la testosterona, para que las “biomujeres” superen la inferioridad política de la jerarquía patriarcal y así acceder a la posición hegemónica (Preciado, 2008, pág. 154).

Gabriel Galeote, en su artículo sobre biochackers y cíborgs, introduce una afirmación que, en este contexto, podríamos reinterpretar como advertencia: «En la historia de la humanidad, cualquier introducción de una nueva tecnología ha supuesto un movimiento tanto a favor como en contra. Sin embargo, una vez que esta tecnología aparece ya no hay forma de pararla» (Galeote, 2019). Marcuse nos alerta de que no existe la neutralidad de la tecnología , mientras Ellul propone destruir el mito de la técnica como desprovista de crítica, intocable (Alsina González, 2021, pág. 13). Lejos de nuestra intención acercarnos a este debate desde una postura tecnofóbica o bioconservadora, más bien está en nuestro ánimo alertar de las implicaciones del cambio social que la apuesta tecnológica lleva aparejada.

Sexo en Nueva York (1998 – 2004)

Contexto sociohistórico

La tecnología de la píldora anticonceptiva supuso una revolución en la cultura de la maternidad. No solo facilitó la incorporación de la mujer al mercado de trabajo remunerado y le permitió, como clase sexual[2], adquirir independencia económica, sino que por primera vez la capacidad de tomar el control de la natalidad por parte de las mujeres hizo posible posponer en incluso renunciar a la maternidad, mientras que la evolución de las técnicas de reproducción asistida permite retrasar la maternidad y superar los límites impuestos por la naturaleza.

Un producto de la cultura pop como Sexo en Nueva York (1998-2004) representa en la ficción los 4 arquetipos sobre la cultura de la maternidad:

  • Carrie, la maternidad siempre postpuesta debido a que prioriza por un lado su carrera profesional, y por otro no encuentra al hombre ideal, pues Big no parece especialmente dispuesto a dejarse atrapar por las mieles de la paternidad.
  • Samantha, la maternidad abiertamente rechaza, canaliza este deseo bloqueado mediante el síndrome de Electra al mantener relaciones con jovenzuelos de quienes podría perfectamente ser su madre.
  • Charlotte, la maternidad deseada pero imposibilitada, se plantea recurrir a la fertilización in vitro para poder cumplir su deseo de ser madre.
  • Y Miranda, a quien la maternidad la alcanza por sorpresa y trastoca su vida de arriba abajo.

Por otro lado, estos dos últimos años hemos asistimos a un auténtico boom mediático de hombres embarazados: Pol Galofre, pareja de la escritora Bel Olid (Aranda Millán, 2020); Néstor Román, pareja de la Dra. Juani Bermejo Vega (Montañés, 2021); Oscar y Paula (Eh Universo, 2021), o Rubén Castro (Martín, 2021) son solo cuatro ejemplos que han tenido amplia repercusión en los medios de comunicación españoles, independientemente de su sesgo ideológico, desde el Ara hasta el ABC pasando por La Vanguardia, El Mundo, El Diario.es o Público. Hasta la prensa deportiva como el Marca, el Sport o el Mundo Deportivo se hicieron eco del “primer hombre embarazado de España”.

Por su parte, el activismo en pro de la legalización de los vientres de alquiler en España[3] se sirve de la apelación a los derechos del colectivo gay a la paternidad biológica como muestra de discriminación, pese a que la mayor parte de las parejas que recurren a este método son heterosexuales. Un ejemplo es el exlíder de Ciudadanos, Albert Rivera, quien defiende el derecho de los hombres gais a tener hijos mediante vientres de alquiler (García de Blas, 2019), mientras que su partido ha llevado al Congreso de los Diputados en diferentes ocasiones su propuesta de ley de gestación subrogada “altruista” en el marco de los derechos LGTBI (Moraga & Borraz, 2019). Cabe mencionar que son las propias agencias quienes utilizan a las parejas gais como reclamo comercial, ofreciéndoles “la oportunidad de cumplir su sueño de tener un hijo con sus mismos genes” (Castaño & Hernández, 2019), y todos los esfuerzos legales para la legalización de esta práctica se orientan a hacer desaparecer la figura de la mujer que ha gestado y parido. Teniendo en cuenta que en España la filiación se establece mediante el parto, no es aventurado afirmar que los esfuerzos por hacer desaparecer a la gestante de los documentos legales equivalen a promover el borrado de la figura de la madre.

Este borrado de la figura de la madre, denuncian quienes se oponen a las teorías queer, es el mismo que opera en los cambios introducidos en la terminología, empezando por la legal y la académica, al sustituir conceptos como “madre” por “progenitor gestante”. El concepto “mujer” es sustituido por “persona menstruante” en determinados contextos en pro de la inclusividad, mientras el concepto “hombre” permanece intacto. Un cambio cultural que arrancó con fuerza cuando la autora de Harry Potter, J. K. Rowling, denunció en su cuenta de Twitter que solía haber una palabra para aludir a “esa gente que menstrúa”. Autoras como Laura Freixas denuncia que esta terminología invisibiliza determinadas violencias que sufren las mujeres por el mero hecho de ser mujeres: lo que no se nombra no existe, mientras que referentes del colectivo trans como Carla Antonelli o Mar Cambrollé defienden por su parte la maternidad y la feminidad como construcciones sociales situadas históricamente, y la necesidad de que los conceptos acojan la actual diversidad de modelos familiares que la tecnología posibilita (G. Maldonado, 2020).

La alianza política entre asociaciones como “Son Nuestros Hijos” que defienden la legalización en España de los vientres de alquiler, y de asociaciones en defensa de los derechos LGTB como la FELGBT suponen un empuje hacia la desaparición simbólica e las mujeres del único espacio que hasta ahora ostentaban en exclusiva: el embarazo, el parto y la maternidad. Asociaciones como la Alianza Contra el Borrado de las Mujeres denuncian los efectos que este cambio social implican sobre las medidas de protección legal de las mujeres basadas en el sexo (Contra el Borrado de las Mujeres, 2021), entre otros muchos ámbitos en los que tendrá repercusiones este cambio social al que estamos asistiendo. En el contexto de una cultura patriarcal que tradicionalmente ha relegado a las mujeres como clase sexual a una posición subalterna, ahora son manifiestos los esfuerzos por borrar la categoría sexual del universo simbólico.

La tecnología de las hormonas permitió, gracias a la Ley 3/2007 de 15 de marzo reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas, que tras 2 años en tratamiento hormonal sea mujer quien aparente serlo. El siguiente paso legal y social, cristalizado en el Anteproyecto de ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI, consiste en que ya no sea necesario aparentar ser mujer: basta con afirmarlo para serlo. De este modo, las organizaciones que se oponen a la autodeterminación de género reivindican que se trata de la última vuelta de tuerca en la desaparición simbólica de las mujeres.

Conclusiones

La maternidad es una construcción social vinculada al género, que ha sido atravesada históricamente por la naturaleza y que en la actualidad está sujeta a una profunda transformación social gracias a la tecnología de mejora humana que ha posibilitado cambios de un calado tan profundo que aún no somos capaces de vislumbrar sus consecuencias a largo plazo.

El movimiento en pro de la legalización de los vientres de alquiler que promueve utilizar la tecnología de reproducción asistida en cuerpos ajenos para hacer desaparecer el concepto “madre”, y el movimiento en pro de los derechos de las personas trans que promueve la tecnología hormonal como mecanismo de autodeterminación de género, son dos movimientos sociales que operan en la transformación social que supone una nueva relación del ser humano con su propia naturaleza.

La vinculación del género a determinadas funciones biológicas que eran atribuidas en exclusiva a las mujeres, como el embarazo y el parto, están en el origen mismo de la división sexual del trabajo. Esa relación que considerábamos propia de la naturaleza, ha saltado por los aires desde el momento en que la tecnología permite desvincular el embarazo de la naturaleza, y el género de la biología.

¿Supondrá esta transformación social el fin de la jerarquía sustentada en el género y del sistema patriarcal tal y como lo conocemos? ¿O se trata en cambio de otra vuelta de tuerca más en la invisibilización histórica de las mujeres, en la eliminación simbólica de la representación de la mujer, y por lo tanto en la desaparición de los distintos arquetipos culturalmente disponibles?

El tiempo lo dirá, aunque la testaruda pervivencia de un sistema social como el patriarcado a lo largo de los siglos hace presagiar una transformación gatopardiana: cambiar todo para que nada cambie.

Virgen y El Niño con cuatro santos (Giovanni Bellini, 1507)

Bibliografía

Alsina González, P. (2021). Cultura y Tecnología. Barcelona: UOC.

Aranda Millán, G. (26 de junio de 2020). Bel Olid: «El meu marit està embarassat!». Obtenido de Ara.cat: https://www.ara.cat/societat/marit-esta-embarassat_1_1125725.html

Castaño, P., & Hernández, F. (8 de mayo de 2019). Gais contra los vientres de alquiler: no en nuestro nombre. Obtenido de Ctxt: https://ctxt.es/es/20190508/Firmas/25964/Pablo-Castano-Felix-Hernandez-vientre-de-alquiler-gays-no-en-nuestro-nombre.htm

Contra el Borrado de las Mujeres. (19 de abril de 2021). Ámbito: Legislación. Obtenido de Contra el Borrado de las Mujeres: https://contraelborradodelasmujeres.org/legislacion/

Eh Universo. (31 de marzo de 2021). Ellos son Óscar y Paula. Él dio a luz a Carmen, su hija, y ahora viven los 3 en el campo.…. Obtenido de Eh!: https://www.facebook.com/watch/?v=196142262260860

G. Maldonado, L. (22 de septiembre de 2020). «Persona gestante» o «que menstrúa»: ¿un agravio contra la mujer o lenguaje inclusivo trans? Obtenido de El Español: https://www.elespanol.com/mujer/20200922/persona-gestante-menstrua-agravio-mujer-lenguaje-inclusivo/522449159_0.html

Galeote, G. (16 de abril de 2019). Biohackers y cíborgs: la revolución tecnológica de nuestra era. Obtenido de Telos 110: https://telos.fundaciontelefonica.com/telos-110-analisis-biohackers-y-ciborgs-la-revolucion-tecnologica-de-nuestra-era/

García de Blas, E. (6 de noviembre de 2019). Rivera defiende el “derecho” de los gais a tener hijos por vientre de alquiler. Obtenido de El País: https://elpais.com/politica/2019/11/05/actualidad/1572986415_061320.html

Martín, S. (3 de mayo de 2021). Rubén Castro, el hombre trans embarazado, da a luz a su «hije» Luar. Obtenido de El Mundo: https://www.elmundo.es/espana/2021/05/03/608fd1fcfdddff74348b4593.html

Montañés, É. (2 de febrero de 2021). «Soy Néstor y estoy embarazado de 40 semanas». Obtenido de ABC.es: https://www.abc.es/sociedad/abci-nestor-y-estoy-embarazado-40-semanas-202102210034_noticia.html

Moraga, C., & Borraz, M. (2 de julio de 2019). Ciudadanos vuelve a presentar en el Congreso su ley de gestación subrogada en plena semana del Orgullo LGTBI. Obtenido de Eldiario.es: https://www.eldiario.es/politica/ciudadanos-gestacion-subrogada-orgullo-pactos-veto-caravana_1_1459043.html

Morera Peiró, M. (2021). Naturaleza y cultura. Barcelona: UOC.

Preciado, P. B. (2008). Testo Yonki. Barcelona: Espasa Libros.

Sanchís, S. (22 de noviembre de 2019). Tribu y maternidad: la necesidad de un grupo para una crianza saludable. Obtenido de Eres mamá: https://eresmama.com/tribu-maternidad-necesidad-grupo-crianza-saludable/

Torres, J. (12 de diciembre de 2021). Sobre el concepto y los usos de lo ‘cyborg’ en Dona Haraway. Obtenido de Alcoberro.info: http://www.alcoberro.info/sobre-el-concepto-y-los-usos-de-lo-%E2%80%98cyborg%E2%80%99-en-donna-haraway.htm

Zegers-Hochschild, F., Adamson, G. D., Mouzon, J. d., Ishihara, O., Mansour, R., Nygren, K., . . . Poel, S. v. (2009). Glosario de terminología en Técnicas de Reproducción Asistida (TRA). Versión revisada y preparada por el International Committee for Monitoring Assisted Reproductive Technology (ICMART) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ginebra: OMS.


[1] El glosario de terminología en Técnicas de Reproducción Asistida (TRA) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), define “gestante subrogada” como «mujer que lleva adelante un embarazo habiendo acordado que ella entregará el bebé a los padres previstos. Los gametos pueden originarse de los padres previstos y/o de terceros.» (Zegers-Hochschild, y otros, 2009, pág. 7)

[2] Algunas autoras marxistas como Alicia Díaz rechazan el concepto de “clase sexual”, procedente de la teoría lesbofeminista. Sin embargo, es una categorización que nos resulta útil a efectos de este artículo.

[3] Se trata de una práctica prohibida por la Ley 14/2006 sobre Técnicas de Reproducción Humana Asistida, que establece en su artículo 10 que «será nulo de pleno derecho el contrato por el que se convenga la gestación, con o sin precio, a cargo de una mujer que renuncia a la filiación materna a favor del contratante o de un tercero», i bien la instrucción de 5 de octubre de 2010 de la Dirección General de los Registros y del Notariado sí permite la inscripción registral de la filiación de los nacidos en el extranjero mediante gestación por sustitución, que es el concepto con el que denominan sus partidarios a la práctica de los vientres de alquiler.

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