Me fascina cómo desde niñas se utiliza el chantaje de una forma nada sutil como forma de coerción para controlar a las mujeres. Paraos un momento y pensadlo por un segundo. Que levante la mano la que se ha pasado su infancia, adolescencia y parte de su juventud oyendo frases del tipo «Si [x] los chicos no te van a querer» donde [x] es, literalmente, cualquier cosa que querían que hicierais o que dejarais de hacer.

 

Girls up your hands

Ejemplos:

«Si

  • dices palabrotas
  • no te maquillas
  • te maquillas demasiado
  • nunca te pones faldas
  • engordas
  • eres demasiado listilla
  • eres demasiado respondona
  • whatever

los chicos no te van a querer.»

Podéis añadir las vuestras propias, seguro que todas tenéis una buena colección.

 

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Dicho de otro modo: si no pasas por el aro, los hombres te retirarán su aprobación. Y puesto que la aprobación masculina es lo más importante para una mujer, que los hombres te nieguen su aprobación implica que te vas a quedar sola, nadie te va a querer, vas a ser una loca de los gatos y vas a vivir amargada el resto de tus días. 

 

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¿40 y todavía soltera? Aquí llega tu crazy cat lady starter kit…

 

¿Cuántas veces habremos tenido que oír algo tan horroroso como «¿quien te va a violar a ti, con lo fea que eres?» Hasta ese punto debemos agradecer la atención que nos prestan: hasta el extremo de considerar como un piropo las agresiones sexuales, porque eso significa que gustamos a los hombres, y dado que gustar a los hombres es lo más importante en nuestras vidas, nuestra integridad física queda en ultimísimo lugar.

¿Cual es el peor insulto que podía recibir una chica, si omitimos «puta» o «zorra» (es decir: que tiene una vida sexual activa y la gestiona como le da la gana)? Exacto: creída. Tener una autoestima sana sin tener que agradecérselo al varón de turno es un pecado imperdonable que merece reprobración social.

¿Sabes cual es la combinación de palabras que utilizan con mayor desprecio en foros masculinistas? «Mujer empoderada». Incluso tienen un concepto que viene de cuando aquel anuncio de L’Oreal, «porque yo lo valgo»: «lorealismo«. A las mujeres empoderadas las llaman «lorelais». Si hay algo que les produce un inmenso placer es comprobar cómo, con el paso de los años, el «valor» social percibido de las mujeres se va extinguiendo, y la que era guapa y con buen cuerpo a los 20 pero no les hacía ningún caso, a los 35 se convierte en apenas invisible pues ha cruzado la frontera de la mujer madura. Una absurda venganza propia de piojos insignificantes que necesitan hundir a una mujer para sentirse poderosos durante un segundo en sus patéticas vidas.

A ver cómo os lo explico lo que opino de todo esto en una imagen…

 

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«Si [x] los chicos no te van a querer«. Para empezar, ¿quiero que los hombres me quieran? ¿Quiero vivir sujeta a esa heteronormatividad impuesta? ¿Es que ni se plantea siquiera la posibilidad de que no me haga ni maldita la falta que «los chicos me quieran«?

Y en caso de que la respuesta sea afirmativa, ¿me compensa? ¿Quiero que me quiera un tipo de hombre que, para mecerme su cariño, me exige restringir mi libertad y hacer cosas que quizá no quiero hacer? En ese caso, lo tengo claro y la respuesta es NO.

No obstante, nos criamos desde pequeñas con esa espada de Damocles sobre nuestras cabezas. Y ellos lo saben, y por supuesto lo asumen como normal. ¿Por qué no iban a hacerlo? Así, consideran que nuestra autoestima depende de su voluntad, y la abren y la cierran según su interés.

Fijaos en este vine. Observad con detenimiento la actitud y las caras de los hombres en los asientos de pasillo.

 

 

Se trata de Jenny Beavan, la ganadora del Oscar al mejor vestuario por Mad Max: furia en la carretera, en el momento de recoger la estatuilla. A diferencia del resto de ganadores, ella no recibió aplausos sino más bien la cara de horror de quienes estaban siguiendo la gala desde las butacas del Teatro Kodak. Es significativa la fría acogida de los hombres sentados cerca del pasillo que se niegan a aplaudir y contemplan con displicencia a esta mujer que no cumple con los cánones de una gala como la de los premios de Hollywood, donde por la alfombra roja desfilan cada año cuerpos esculturales embutidos en vestidos de diseño.

Más ejemplos significativos en los que seguro que todas os habréis visto reflejadas alguna vez a lo largo de vuestras vidas:

Estás en la discoteca, en el pub, de fiesta con las amigas, donde sea. Te entra un tío con piropos y halagos. Respondes que no te interesa. Su respuesta: no flipes tanto que tampoco estás tan buena. Traducción: primero subo tu autoestima porque me interesa que te sientas bien y que eso me lo debas, y cuando me rechazas le doy una patada a tu autoestima porque ya no me interesa que te creas que eres una diva.

Grupo de hombres que te piropean en la calle. Respondes haciéndoles notar tu mal humor y el malestar que su opinión no solicitada te provoca. Y lo que hace un momento eran piropos, de golpe y porrazo se convierten en insultos.

El fenómeno mundial ByeFelipe. Para quien no lo conozca, os lo resumo: en el contexto de redes sociales de ligoteo, hombres que no son capaces de asumir el rechazo y reaccionan con violencia y con agresiones verbales. O, como lo resume Adriana Andolini: La periodista Alexandra Tweten, harta de recibir insultos y amenazas, se dio cuenta de que seguían siempre un mismo patrón: Chico “entra” a chica + chica lo rechaza + chico pierde los papeles. Así que recogió capturas de pantalla en una cuenta de Instagram, mostrando los mensajes hostiles y amenazantes que recibía de algunos hombres tras ser rechazados o ignorados en sitios de citas online. La cuenta tuvo tanto éxito que las capturas le llegaron por miles.  Se ven obligados a hacerte saber el chollo que te estás perdiendo de la mejor manera posible: dejándote ver lo agresivos que pueden llegar a ser.

Algo que les descoloca tremendamente es responder sus piropos con un «ya lo sé».  Haz la prueba y luego me cuentas sus reacciones.

O, si quieres desatar su ira, responder con un «no he pedido tu opinión». Un ejemplo:

– Hola guapa, solo quería decirte que estás muy buena.

– No he pedido tu opinión.

– Zorra malfollada. ¿Para eso te pones escotes? Mira que eres falsa e hipócrita. Solo quería ser galante, no grosero. Tengo libertad de expresión, así que vete a la mierda.

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En definitiva, creen que nuestra autoestima les pertenece y solo ellos tienen derecho a abrirla y cerrarla a su antojo, según sus intereses y su conveniencia. Si desean captar nuestra atención, estimulan nuestra autoestima con piropos exagerados. Si no respondemos como ellos desean, cierran el grifo de nuestra autoestima mediante insultos. Una mujer con una autoestima sana es una afrenta. En palabras de Feminista Ilustrada:

El combo del género: espíritu sumiso + cara bonita, es lo máximo a lo que aspira el patriarcado, su sistema funcionaría a la perfección.

El problema llega cuando ya nos da un poco igual depilarnos, pintarnos, teñirnos, adelgazar… o cuando no nos apetece ir sonriendo por la calle, sentarnos como “señoritas” o sonreír cuando un hombre nos grita algo. Entonces nos convertimos en una molestia.

Que las mujeres tengan una autoestima sana y no basen su autoconcepto en la aprobación masculina nos hace poderosas, nos hace libres del chantaje machista (por no mencionar toda la industria que se vendría abajo), nos hace menos inseguras y dependientes, menos dispuestas a pasar por el aro a cambio de unas migajas de cariño. Y por ese mismo motivo, no lo van a consentir.

– Si eres demasiado feminista radical, los hombres no te van a querer.

+ Pues vale. Me compensa.

 

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29 comentarios

  1. EXCELENTE!! totalmente identificada, gracias Jessica Fillol, es reconfortante saber que no soy una chiflada exagerada, ni que soy la única y que efectivamente no estoy obligada a gustarle a nadie más que a mí misma, nadie merece miserables migajas de cariño, como tampoco un cariño condicionado.

  2. Màs razón que una santa. Mi especie funciona así. Muchas discusiones inútiles, porque intentar razonar con ese tipo de macho es como hacerlo con un talibán. Te puedes volver loco..

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