La cita del párrafo siguiente no es mía, es de Alicia Murillo. Con su permiso la comparto, porque resume muy bien y en pocas palabras lo que llevo mucho tiempo queriendo expresar: la incomprensión de la sociedad hacia un fenómeno estructural como la violencia de género, la tristeza y el desamparo de la víctima doblemente y triplemente revictimizada, la soledad y la falta de recursos, los consejos bienintencionados que te hunden aún más precisamente en el momento en que necesitas hacer acopio de todas tus fuerzas para salir adelante. La frustración al darte una y otra vez contra el mismo muro de las instituciones que se supone que fueron creadas para ayudarte a salir del infierno. La dificultad para que se haga justicia, para que las víctimas puedan tener una justa reparación y al fin encontrar paz en sus vidas.

La mujer mujer maltratada, acosada y/o violada en este país se encuentra a diario con frases en su entorno del tipo: «¿Por qué no lo dejas ya?»; «¿No te das cuenta del mal ejemplo que eres para tu hija?»; «Si se lo permites tienes la culpa al 50%»; «¿Te tocaba y no le paraste los pies?; «¿En serio no vas a denunciar?». Muchas de estas frases, a menudo, llegan del cuñao votante de Ciudadanos y son dolorosas. Pero el dolor extremo llega cuando las escuchas de compañeras feministas, de profesionales en instituciones de ayuda a la mujer y/o de profesionales especializadas en violencia de género. Este es el panorama que tenemos, señoras. Por eso hoy quiero abrazar a todas las mujeres que me leen y están sufriendo maltrato o han sido víctimas de violencias sexuales. Quiero deciros a todas que no es vuestra culpa, que no sois malos ejemplos para vuestras hijas, que vuestras razones para no dejar a vuestro maltratador son legítimas porque son vuestras, que vuestros tiempos y vuestra evolución debe ser respetada por todos/as. También quería deciros que os quiero a todas, aunque no os conozca. Y que sé por lo que estáis pasando.

Cuando, pese a vuestra buena intención, os convertís en cómplices de violencia de género por pura ignorancia. Salir de una relación tóxica o de maltrato es un proceso largo y difícil, un camino de salida desde lo más profundo del infierno muy duro de recorrer sin apoyo, más aún si quienes se supone que te quieren ayudar lo hacen de la peor manera posible. Si nunca has pasado por algo así, no intentes dar consejos y mucho menos cuestiones sus decisiones: tan solo presta apoyo para lo que la víctima necesite. Y por lo que más quieras, ni se te ocurra mencionar que «hay muchas denuncias falsas«, «no digo que sea tu caso pero hay muchas mujeres que denuncian solo por joder» o «ahora lo tenéis muy fácil porque con solo una denuncia le meten a él en la cárcel sin presunción de inocencia«. Además de ser falso, nada de eso ayuda. Cállate. Puede que te resulte sorprendente lo que voy a decirte, pero tu opinión en ese momento no es lo más importante, créeme, puedes guardártela para una ocasión más apropiada. No, de verdad, es algo evidente casi para cualquiera: tu libertad de expresión no ampara que puedas decir todas las barbaridades que te de la gana en cualquier momento y lugar sin consecuencias. Tu libertad de expresión no ampara que escribas con un bote de spray en la puerta del garaje de tu vecino «me he follado a la puta de tu hermana«. Seguro que tampoco reivindicarías tu libertad de expresión en un velatorio, junto a la viuda e hijos, para decir que el difunto era un cabrón y un ser abominable que está mejor muerto, ¿verdad? Bueno, salvo que seas Salvador Sostres, en ese caso allá tú.

Si realmente quieres ayudar, empieza por asumir que tal vez no tengas razón y el problema sea mucho más complejo de lo que tú lo ves, calla y escucha a la víctima. Si está camino de convertirse en superviviente, no seas un estorbo.

Visto en el instagram de Raquel Lainde | @lainde
Visto en el instagram de Raquel Lainde | @lainde

 

5 comentarios

  1. Me resulta curioso como entronca esto con los típicos consejos a personas deprimidas o pasándolo mal en general: anímate, es cuestión de voluntad, yo pasé por lo mismo y salí echándole ovarios, no haces más que quejarte, sal a dar un paseo y te aireas, o el mejor de todos: llámame cuando necesites algo. cómo pavimentamos el camino del infierno a base de buenas intenciones…!. Lo peor es que no empatizamos en absoluto, decimos estas cosas desde el yo y no desde la perspectiva del otro, tenemos la cabeza metida en el culo y encima nos vamos todos contentos porque creemos q hemos estado ahí…

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